Estrategia

Formación marxista

Trabajar para vivir o vivir para trabajar (I)

13 May 2012   |   comentários

Según el Consejo Económico y Social en Francia hay alrededor de 400 suicidios de trabajadores reportados por año, informó La Jornada (1). Son obreros de Telecom France, de la automotriz Renault, y otras fábricas, profesionales de la salud, maestros ¿La causa de estos suicidios? El aumento desorbitado de la carga de trabajo.

El secreto encanto del plusvalor

Sucede que la ganancia de los capitalistas proviene de la apropiación del plusvalor y en tiempos de crisis, exigen más y más a sus trabajadores. El sentido común responde ofendido ante esta acusación: ¡pero los empresarios arriesgan su capital! A lo que podemos replicar: el capital es, ni más ni menos, que la suma del capital constante (maquinarias e infraestructura industrial, que por otra parte no es más que trabajo acumulado) y capital variable (la fuerza de trabajo que compran a los trabajadores). Supongamos que una fábrica de dulces funciona con electricidad, agua, maquinaria, renta del inmueble y 30 trabajadores que venden su fuerza de trabajo al empresario por 8 horas diarias. Al cabo de quince días, el capitalista paga los gastos de mantenimiento de la infraestructura de su fábrica (c), y la quincena de los 100 trabajadores, $2000 cada uno (v). Desembolsa unos $100,000. A la quincena siguiente, sólo desembolsa el salario de los trabajadores ($ 60,000). Pero cuando vende la producción de dulces de todo el mes, resulta que obtiene $ 220,000. Si reducimos esto a una fórmula matemática, sería así:

-Al iniciar la producción

C (capital) = c (capital constante) + v (capital variable)
160,000= 40,000 (c) + 120,000 (v)
 Cuando la producción está completa y ya vendida
C’ (capital) = c (capital constante) + v (capital variable) + p (plusvalor)
220,000=40,000 (c) + 120,000 (v) + p
220,000 – 40,000 (c) – 120,000 (v) =60,000 (p)

¿De dónde salen los $60,000 de plusvalor y qué son? Como dijimos en Estrategia Obrera 91, todas las mercancías tienen en común el trabajo humano invertido en ellas. Eso es lo que les da valor. Un trabajador o una trabajadora alquilan su fuerza de trabajo al capitalista a cambio de un salario que les permita subsistir. Hoy, cuando la mayor parte de los salarios son paupérrimos, apenas alcanza para que una familia con dos o tres miembros que tengan empleo pueda comer, vestirse y viajar cada día hasta su lugar de trabajo. Pero el “secreto” de la mencionada ganancia es que con sólo una parte de la fuerza de trabajo con la que los obreros producen mercancías, su reproducción (la capacidad de levantarse cada día e ir a laborar) ya está garantizada. En nuestro ejemplo, tal vez una semana de trabajo. Es el trabajo “necesario”. El resto, el trabajo “excedente” se lo apropia el capitalista.

La voracidad capitalista

En nuestro ejemplo, pensábamos en un pequeño capitalista aislado. Pero en la vida real, miles de capitalistas compiten entre sí para llevarse la porción más grande del pastel. Y, durante crisis económica como ésta, la competencia entre ellos se acrecienta. Para incrementar sus ganancias, intentan por todos los medios aumentar la extracción de plusvalía de sus trabajadores y para eso idean distintos mecanismos.

La forma histórica de hacerlo era la extensión de la jornada laboral. A esto Marx dio en llamar “plusvalía absoluta”. Pero la capacidad de trabajo de un ser humano tiene límites: necesita al menos comer y dormir. No pueden extender la jornada laboral indefinidamente. Por ejemplo, en Telmex, la política de la patronal es no aumentar la nómina de empleados, al mismo tiempo que se van jubilando algunos de ellos. Entre otras consecuencias, esto significa que los trabajadores de Telmex cada vez serán menos para hacer el mismo trabajo que ahora o más, con lo cual su carga de trabajo será mayor en el futuro, y seguramente, si no luchan para impedirlo, su jornada laboral se alargará.

Pero el futuro ya llegó para los trabajadores de Telecom France, con la privatización. Nuevas formas de trabajo, con mucha más presión para los trabajadores, ha orillado a alguno de ellos al suicidio: Rémy Louvradoux, sindicalista, delegado, decidió inmolarse por fuego, a unos minutos de entrar a trabajar, hace poco más de un año.

En su memoria y en la memoria de todos los hombres y mujeres que agonizan por jornadas laborales extenuantes, va este artículo. Hay una salida para enfrentar la ofensiva de los gobiernos y los empresarios: organizarse en forma independiente de los sindicatos y luchar con los métodos de la clase obrera, el piquete y la huelga, tal como dan el ejemplo nuestros hermanos, los obreros europeos.

(1) Françoise Escarpit: “Nuevas formas de organización laboral elevan índice de suicidios en Francia”, La Jornada, 27/4/2012.

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