Elecciones de medio término del 4/11 en Estados Unidos

La derrota demócrata que no expresa entusiasmo por los republicanos

17 Nov 2014   |   comentários

El partido republicano amplió su dominio en la Cámara de Representantes, consiguió la mayoría en el Senado y se quedó con varias gobernaciones. Consiguió incluso reelegir al gobernador de Wisconsin, Scott Walker, quien impuso una legislación profundamente antiobrera y antisindical.

Adaptación del artículo “El fin de la Obamanía”, de Claudia Cinatti - PTS, sección argentina de la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional

El partido republicano amplió su dominio en la Cámara de Representantes, consiguió la mayoría en el Senado y se quedó con varias gobernaciones. Consiguió incluso reelegir al gobernador de Wisconsin, Scott Walker, quien impuso una legislación profundamente antiobrera y antisindical.

Esta estrepitosa derrota demócrata está basada en el profundo descontento con su administración y con el mismo Obama, quien subió con la promesa del “cambio” y gobernó como el garante del statu quo al servicio de los intereses imperialistas de la misma elite corporativa, financiera y política que su antecesor, George Bush. Por eso, como primera definición, más que un giro a la derecha lo que expresaron las elecciones es el fin de las ilusiones en el partido demócrata. Este estado de ánimo se manifiesta en que sólo votó 38% (las elecciones no son obligatorias).

Teniendo en cuenta que el voto demócrata sigue siendo mayoritario entre mujeres (sobre todo solteras), jóvenes, minorías (afroamericanos, latinos), quienes tienen ingresos más bajos y la elite intelectual, tradicionalmente progresista y liberal, vemos que esos sectores no encontraron razones válidas para ir a votar y se quedaron en sus casas.

Es que los cinco años de recuperación han beneficiado solo al “1%” más rico. Mientras, las ganancias corporativas llegaron a su punto más alto en los últimos 85 años (1,7 billones de dólares en 2013, o el equivalente a 10% del PBI), pero el salario está en su nivel más bajo de los últimos 65 años. Millones de asalariados cobran un salario mínimo miserable, fijado en U$ 7,5 la hora. Hay 45,3 millones de estadounidenses, 14,5% de la población, viviendo bajo la línea de pobreza –establecida en un ingreso de 23.834 dólares anuales para una familia de 4 personas (1)–, y la comunidad afroamericana tiene la tasa de desempleo nacional más alta, de 11%, seguida por los latinos, 6.9% (2).

Estas condiciones de salarios bajos, empleos precarios y leyes antisindicales dieron lugar a fenómenos nuevos, como la organización AltLabor que expresa tendencias a la organización de los sectores más precarizados como los trabajadores de fast food, y la campaña por la subida del salario mínimo a 15 dólares la hora. Incluso varios estados que votaron a los republicanos también votaron por la subida del salario mínimo que se había puesto a referéndum (junto con otras cuestiones, como la legalización de la marihuana).

No menos importante es que su gran promesa de poner fin a las guerras de Bush, se transformó en lo contrario, ya que durante sus dos mandatos en el poder, aumentó la presencia militar en Afganistán, de donde aún no pueden retirarse, y terminará su presidencia con EE.UU. peleando una guerra, por ahora solo aérea, en Irak y en Siria, contra el Estado Islámico, un grupo surgido en Irak producto del caos y la exacerbación de conflictos producidos durante los años de la ocupación estadounidense.

En este nuevo escenario no se puede descartar que se repitan situaciones de crisis interna, sobre todo teniendo en cuenta que ya ha comenzado la campaña para las elecciones presidenciales de 2016. Esto tendría consecuencias no sólo en la política doméstica, sino también en el plano externo, porque complicaría aún más la administración por parte del gobierno estadounidense de la sostenida decadencia de su liderazgo como principal potencia imperialista del mundo.

(1) Según la Oficina de Censos.
(2) Economic Policy Institute.









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