Bolivia

Y despues del referendum, que?

29 Aug 2008   |   comentários

El 10/8 gobierno y prensa celebraron la «fiesta democrática» a la que se sumaron hasta los opositores más recalcitrantes. Aquí un primer análisis, cuando aún se decantan los realineamientos en la escena política boliviana.

Evo se ratifica en la presidencia con un 67% de los votos a nivel nacional, arrasando en el Altiplano y las áreas rurales y elevando su votación en el Oriente, mientras empató en Chuquisaca. El gran apoyo en el departamento de La Paz y la ciudad de El Alto contribuyeron mucho a un respaldo que le da nuevo aire al gobierno luego de los varios traspiés políticos en las consultas departamentales autonomistas de la primera mitad del año.

El resultado y la amplia participación (83% del padrón) reflejan que en amplios sectores populares, en el campo y en los pueblos originarios, pero también entre los trabajadores y capas medias empobrecidas, hay amplias expectativas en Evo, al que sienten como «su» presidente, por su extracción sindical e indígena, con ilusiones renovadas por los planes sociales, las promesas democráticas y nacionalistas y canalizando el rechazo a la derecha abiertamente burguesa, terrateniente y proimperialista.

La derrota de «Pepelucho» Paredes (La Paz) y Reyes Villa (Cochabamba) favorece al MAS y sus aliados, que pueden jugarse a lograr el control de dos prefecturas claves en las futuras elecciones. Pero al mismo tiempo otros prefectos opositores se «plebiscitaron» envueltos en la bandera autonomista, mientras que en las ánforas urbanas se expresó el ánimo conservador de la pequeña burguesía.

La aritmética electoral refleja de manera distorsionada la enorme polarización social y política sobre líneas territoriales que caracteriza el proceso boliviano. El triunfo del MAS no es suficiente para allanar el camino a sus reformas mientras que las victorias autonomistas muestran los límites de la derecha a nivel nacional.

Otra vez llamando al diálogo

Al calor de los festejos, Evo renovó las ofertas de diálogo y concesiones a los autonomistas : «‘Estamos convencidos de que es importante unir a los bolivianos, y la participación del pueblo con su voto es para unir a los distintos sectores del campo y la ciudad, del oriente y del occidente, y esa unidad se hará juntando la nueva Constitución Política del Estado boliviano con los estatutos autonómicos’, afirmó Morales» (ABI, 11/8/08).
Por su parte, los prefectos opositores agrupados en el CONALDE llamaron al «desarme espiritual». Rubén Costas había reiterado ante la TV la necesidad de un «gran acuerdo nacional».

Y a esto se suma un coro que va desde la Iglesia a la fuerte presión internacional de la ONU, la OEA , Lula, Cristina Fernández, etc., reclamando se abran negociaciones y poniendo un límite a los sectores más exaltados del autonomismo.

Posiblemente se irán perfilando los canales de un nuevo proceso de negociaciones, siendo ya dos ejes de confrontación la «compatibilización» de la nueva Constitución y los estatutos autonomistas y la demanda departamental por el Impuesto Directo a los Hidrocarburos.

Un horizonte cargado de nubarrones

Sin embargo, el revocatorio no resolvió la crisis política y reafirmó la polarización. Se abre un momento de esfuerzos por negociar y refuerza el camino de las urnas para encauzar la crisis, pero es difícil un «gran acuerdo nacional» que permita asentar un nuevo régimen político reconocido por todos, acuerdo reaccionario que sólo podría consumarse a costas de las más elementales demandas populares.

La clase dominante, a pesar de su irritación, necesita del MAS como única fuerza de contención ante un movimiento de masas explosivo, y su principal estrategia probablemente seguirá siendo el desgaste y bloqueo a las iniciativas del gobierno.

Al mismo tiempo, los vientos reaccionarios que soplan en la coyuntura sudamericana también se hacen sentir en Bolivia y esto impulsa a la derecha a presionar y al MAS a hacer mayores concesiones, aunque sin poder desentenderse de un expectante movimiento de masas. En medio de las contradicciones que alimentan la crisis política, no puede descartarse que nuevos factores reactualicen la posibilidad de conspiraciones golpistas «para poner orden», pasos hacia la secesión o el espectro de la guerra civil, en suma, enfrentamientos más abiertos entre la contrarrevolución y la revolución.

La vanguardia obrera y popular necesita superar los límites que le impone el MAS y dotarse de un programa a la altura de los desafíos y amenazas que la etapa plantea.









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