Hambruna en la Sierra Tarahumara

Realidad del campo y de los indígenas mexicanos

18 Feb 2012   |   comentários

El escándalo que suscitó el rumor de un suicidio masivo de indígenas rarámuris en la Sierra Tarahumara ante la desesperación del hambre, ha puesto al descubierto la miseria en la que viven las comunidades indígenas en el país. Esta región de Chihuahua es reconocida por su gran belleza natural; en la cima de sus montañas nacen los ríos que abastecen a los valles del Yaqui, Mayo y Fuerte, así como el río Conchos que desemboca en Estados Unidos; esta riqueza natural contrasta con la miseria en la que viven sus habitantes.

Enriquecimiento para los terratenientes, miseria para los indígenas
Las comunidades indígenas rarámuris, tepehuanes, pimas y guarijíos fueron desplazadas de sus tierras ancestrales desde la época colonial, y la voracidad capitalista las ha arrojado a a refugiarse en las entrañas de la sierra, teniendo como único sustento lo poco que se puede cultivar en esa tierra árida, frecuentemente azotada por las sequías.
Las políticas económicas subordinadas a los intereses del imperialismo yanqui, como el TLC, han repercutido en la profundización de la miseria que se vive en el campo mexicano y que golpea con mayor intensidad a los pueblos indígenas, oprimidos por este estado clasista y racista.
Los distintos gobiernos dejaron desde hace mucho tiempo de inyectar dinero a los programas destinados al fomento de la producción agropecuaria y ha facilitado el camino de las empresas trasnacionales para adueñarse de grandes extensiones territoriales.
La hambruna y miseria que se vive en la Sierra Tarahumara no es un fenómeno reciente o aislado: sus habitantes por décadas han vivido con la incertidumbre de si van a poder comer al día siguiente, así, las comunidades indígenas de la sierra del norte viven en carne propia las consecuencias del despojo, la rapiña y la indiferencia oficial.
Olvidados, a kilómetros de distancia de cualquier tipo de servicio médico, sin escuelas, y en comunidades en las que existe una choza de adobe destinada para esta función y sin maestros, los niños de la sierra tarahumara tienen muy pocas expectativas de vida. Y los que sobrevivan a los parásitos, a la neumonía, al hambre y llegan a la edad adulta, están condenados a llevar una vida de miseria, sin otro techo más que las cavernas que puedan habitar para refugiarse de la lluvia y el viento.
La desesperanza de estas etnias trajo consigo la descomposición social ante el olvido del Estado; el alcoholismo es un problema que se ha agudizado dentro de estas comunidades, sin nada que comer, pues las sequías, las heladas y la indiferencia del gobierno no han permitido que se cultive nada; por días lo único que llena los estómagos de niños y adultos es el tesgüino, bebida alcohólica de maíz fermentado.

Los programas del campo, una burla criminal

La pobreza de estas comunidades es explotada recurrentemente por los políticos de la burguesía que, en tiempos de campaña electoral, mediante discursos en los que los candidatos y funcionarios prometen erradicar la pobreza y el hambre, cuando que la implementación de sus políticas anti-populares son las que tienen condenadas a las comunidades indígenas al hambruna y al despojo.
En la Tarahumara no conocen el programa Oportunidades ni Procampo que, según Calderón, asisten a millones de mexicanos; a esas tierras no llegan las migajas del régimen.
En octubre de 2007, los indígenas de la sierra fueron llamados a la cabecera municipal, Batopilas, para recibir una “ayuda” del programa de Procampo, y hubo quien tuvo que caminar hasta nueve horas por la sierra para llegar; al llegar, llenaron por cientos el centro cívico del municipio para darse cuenta que el gobierno se había burlado una vez más de ellos. Los requisitos para obtener la “ayuda” eran tener acta de nacimiento y credencial de elector, cuando la realidad es que la mayoría de los indígenas de la tarahumara no cuenta con ningún documento oficial.
La mayoría de los que llegaron a Batopilas ese día, regresaron a sus tierras con las manos vacías, los pocos que contaban con documentos recibieron “un cheque” por mil 160 pesos; y estando a cientos de kilómetros de un banco, no tuvieron más remedio que cambiarlos en las tiendas aledañas en donde les cobraron 300 pesos por la transacción, además fueron obligados a dar cien pesos al funcionario que entregó los cheques para “el gasto de su gasolina”.

Miseria generalizada en el campo mexicano

El problema de la miseria y el hambre no es exclusivo de la Sierra Tarahumara: el campo mexicano de conjunto es azotado por una pauperización del campesino y sobre todo de los indígenas a condiciones extremas. En la sierra huasteca en Hidalgo, es mucha la miseria que padecen las familias jornaleras en el municipio de Huejutla, en donde, a cambio de su jornada de trabajo les dan las hojas de maíz como pago, para que las sequen y las vendan. Tan solo en el estado de Guanajuato en 2011 se reportaron mil muertes de adultos mayores por desnutrición.
La crisis económica internacional tiene efectos catastróficos sobre los países semicoloniales como México, donde las políticas económicas han sido impuestas con más fuerza en contra de los trabajadores del campo y la ciudad. Las reformas estructurales de Calderón (que en lo que respecta al campo tiene su base en la reforma salinista al artículo 27 en 1991) son un esfuerzo de los políticos patronales para continuar con las políticas neoliberales, que le garanticen un buen negocio a la burguesía nativa y extranjera a costa del remate de los recursos naturales y la mano de obra barata.
Es una burla la idea de que con las migajas que arroja el Estado en sus precarios programas cambiará la realidad de los indígenas y de los campesinos pobres, es muy difícil pensar que con la asistencia dada por las fundaciones tendrán la posibilidad de cambiar sus condiciones de vida.
La única vía para que su realidad se transforme, es la lucha hombro con hombro entre trabajadores, campesinos, la juventud y los sectores pobres de la sociedad, que peleen sus demandas y exigiendo un reparto agrario radical; que las tierras entregadas a las trasnacionales para el agrobussines (que son las mejores tierras) sean expropiadas para su reparto entre los campesinos pobres.
Sólo la alianza de los campesinos con los trabajadores urbanos en la búsqueda de su emancipación, puede hacer que lleguen créditos baratos, maquinaria y tecnología al campo para trabajar la tierra y hacerla producir para todos, solo esta alianza entre los sectores más explotados y precarizados del país puede defender y hacer real la autonomía y la autodeterminación de los pueblos indígenas contra la opresión del Estado racista y capitalista.

 De cada mil niños nacidos muere el 12.5% de ellos, dos terceras partes de ellos por desnutrición.  Debido a la sequía sólo se han sembrado 45 mil hectáreas de maíz de las 120 mil establecidas.  La siembra de frijol disminuyó de 145 mil hectáreas a 38 mil 600, de las cuales aproximadamente 15 mil se dañaron.  En 2009 estaban registrados 7 médicos para atender a la población de Batopilas de más de 14 mil habitantes.  50% de la población de los municipios de la sierra padece la pobreza alimentaria.









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