El Congreso y las transnacionales

Preparan el saqueo de PEMEX

29 Aug 2008   |   comentários

México es un país semi-colonial cada vez más dependiente de los planes económicos y políticos de las potencias imperialistas -fundamentalmente de los Estados Unidos-.
El gobierno avanza en una profunda e inédita recolonización del país, que ha entregado la industria estratégica a las grandes transnacionales, cediendo soberanía, particularmente en la economía y los servicios (como la minería, la banca, las telecomunicaciones) y permitiendo una importante inversión de capital privado en la industria eléctrica, gas y petróleo.
Desde los ´80, los gobiernos del priato sujetaron la economía, la política laboral y las leyes sobre inversión extranjera a los dictados del FMI, mediante las «cartas de intención» que pagamos los trabajadores con bajos salarios y desempleo. Con el TLC, firmado con los EE.UU. y Canadá, la planta industrial mexicana se reconvirtió en función de la producción de los EE.UU., y las transnacionales alimenticias dominaron desde entonces el mercado de agro, volviendo a México un país importador de granos. Esto muestra el carácter de la burguesía nativa como de sus representantes ¿en el Congreso de la Unión, profundamente subordinados al imperialismo.
En años recientes, los gobiernos del PAN –muy ligado ideológicamente a la derecha española-, trabajaron acuerdos con las transnacionales de ese país, para consumar la «reconquista» de México y garantizar las inversiones de la burguesía ibérica en la banca, telefonía, petróleo, gas y hotelería, donde ocupan el segundo lugar después de los EE.UU. La reciente visita de Calderón al Estado español, donde ofreció la industria petrolera, además de amarrar una inversión en infraestructura en México por 160,000 millones de euros para los próximos seis años, apuntó también a reforzar la cooperación política con Rodríguez Zapatero, para entregar a miembros de la ETA. Asimismo, por este acuerdo viajó a México la vicepresidenta del Estado Español, junto con 300 de sus más importantes empresarios.
Hoy no son Colón y sus carabelas, sino la gran burguesía de Repsol y la ex paraestatal «Compañía Logística de Hidrocarburos» los que vienen por el petróleo mexicano.

El Congreso legitima la entrega

Los debates en el Senado para discutir la reforma calderonista para PEMEX mostraron el carácter pro-imperialista del Congreso de la Unión. Allí el PRI y el PAN no solamente consensuan una propuesta privatizadora intermedia, sino que preparan nuevos ataques contra la clase trabajadora y el pueblo, como la reforma laboral. Ese rol también lo juegan los congresos estatales, donde se aprueban las reaccionarias reformas ¿sobre «Seguridad Publica» (ver artículo). Los trabajadores y el pueblo tenemos que ser concientes de que -si en el 2006 fueron las instituciones como el IFE las que legitimaron el fraude electoral-, hoy es el Congreso el que legitima el saqueo del petróleo impulsado por los Calderón, los Beltrones y los Mouriño.
Lamentablemente, la aspiración de lucha de amplios sectores movilizados contra la reforma, choca con la política de la fracción que hoy dirige el PRD («Nueva Izquierda», de los «chuchos») cómplice de los planes del gobierno panista. El objetivo de su acercamiento al PAN y al PRI, disfrazado bajo la propuesta de «modernizar» PEMEX, es asociarse a los intereses privatizadores de la clase dominante. Y es que, en última instancia, «Nueva Izquierda» es la derecha de un partido que en muchos estados administra los negocios capitalistas, y que ha llamado a «respetar» a las instituciones como el Congreso.
Frente a esto, AMLO planteo impulsar una propuesta alterna elaborada por «especialistas» en temas energéticos. Esto fue saludado por el gobierno y la Secretaria de Energía, ya que, para los privatizadores, la participación del PRD puede ser utilizada para legitimar una imagen «democrática» del Congreso, mientras el PRI y el PAN se preparan para aprobar su propuesta por mayoriteo.

Ante el ataque y el rol entreguista de las instituciones, es necesario explicar el rol del Congreso de la Unión y retomar las calles enfrentando de manera independiente la entrega del petróleo.

Luchemos contra la entrega al imperialismo

Solamente los trabajadores, junto a los sectores explotados y oprimidos de la población, pueden rechazar, con sus métodos de lucha, esta ofensiva imperialista.
Eso requiere que los sindicatos opositores cambien su política de apostar a que el voto de los diputados y senadores del PRD frene los planes privatizadores. La lucha contra la recolonización del país requiere que retomemos la ofensiva, con la movilización obrera y popular, ya que es en las calles -y no en el Congreso de la Unión-, donde construiremos una real oposición a la reforma energética. Por ello el SME, la UNT, la CNTE y otros tienen que llamar a la huelga nacional.
Está en juego la entrega del país a las empresas transnacionales, y la dependencia energética, económica y financiera de los países imperialistas, que tendrán una mayor injerencia al considerar como asuntos de seguridad nacional sus negocios en México. Para lograrlo, los trabajadores y los oprimidos del campo y la ciudad tendríamos que llamar a romper con el TLC y los demás pactos con el imperialismo, pues sólo así se avanzará en la lucha por la independencia económica de la nación.
En última instancia, la soberanía nacional no reside en los debates en el Congreso de la Unión como «representante del pueblo». La misma sólo puede ser conquistada con la fuerza movilizada de los trabajadores, acaudillando a los sectores explotados y oprimidos por los pactos con el imperialismo y las clases medias arruinadas, apuntando contra las bases del régimen entreguista y hacia la lucha revolucionaria por un gobierno de los obreros y campesinos que expropie a los capitalistas, terratenientes y transnacionales.









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