Paro, desahucios, corrupción, opresión nacional... Jaque al Rey Jaque al Régimen

11 May 2013   |   comentários

Por un proceso constituyente revolucionario

Por una salida obrera y socialista a la crisis

En los tiempos que corren es acuciante la necesidad de profundizar en los debates y reflexiones entre los trabajadores, la juventud y los sectores populares sobre qué salidas, qué alternativas y de qué herramientas nos dotamos para salir de una crisis que destruye nuestras vidas. Una minoría de capitalistas, con sus partidos políticos corruptos, deciden sobre nuestras vidas.

Desde el 15M hasta ahora el famoso cántico “que no, que no, que no nos representan” es cada vez más sentido por millones de nosotros, y no es para menos...

Porque cuando en el Congreso los políticos capitalistas votan rescates mil-millonarios a la banca o su nueva Ley Hipotecaria, están votando defender a los que se apropian de nuestro derecho a tener una vivienda, están votando mantener cientos de miles de desahucios que llevaron a muchos trabajadores al suicidio y condenar a una deuda perpetua a los que se quedan sin casa.

Porque cuando votaron la Reforma laboral, votaron que miles y miles de familias se quedasen sin trabajo, mayor precariedad, despidos baratos y liquidación de conquistas históricas de la clase trabajadora. Porque cuando se votan los planes de ajuste y recortes en la sanidad juegan con nuestra salud y con nuestras vidas, nos dejan sin hospitales, sin camillas, sin atención médica básica si estamos en paro o si no somos considerados “ciudadanos”, como a los inmigrantes.

Porque cuando votan recortes en la educación, votan dejar a más profesores en el paro, cerrar colegios, quitarles la calefacción en pleno invierno, permitir la entrada de las empresas a las universidades, aumentar las matrículas obligando a miles a abandonar los estudios. Votan restringir aún más que los hijos de la clase trabajadora pisen las facultades.

Y para colmo mientras hacen todo esto, van saliendo a la luz los casos que demuestran que esta casta política aplica todas estas medidas porque está atada por mil y un lazos de corrupción, sobornos y amiguismos, con los grandes empresarios y banqueros.

Esta minoría de capitalistas, a través de sus partidos políticos deciden sobre nuestras vidas; nosotros, la mayoría, la clase trabajadora, vivimos un presente dramático y la juventud un oscuro futuro.

¿Alguien duda para quién gobiernan ellos? ¿Qué nos puede ofrecer éste Régimen nacido de la “modélica” Transición del ‘78, heredero de Franco, y con una Monarquía parasitaria que cree que somos sus bufones? Un Régimen que niega el derecho a decidir de las nacionalidades, e impone una sacro-santa unidad de España defendida por el Ejército y la Corona. Que da vía libre y financia a otra institución reaccionaria como la Iglesia, para entrometerse en nuestras vidas, y que ahora quiere hacernos retroceder también en derechos democráticos fundamentales, como el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo. Con una Justicia que no duda en avalar desahucios o prisiones a los que luchan, pero dejan impunes a los Urdangarín y a todo político corrupto. Un Régimen represor que mantiene la impunidad de los criminales de la Dictadura, y también del terrorismo de Estado, la tortura y la represión política aplicada bajo la etapa democrática, mediante escandalosos indultos, al mismo tiempo que criminaliza y reprime a los que luchan hoy.

Somos la mayoría: la clase trabajadora, el pueblo y la juventud... la que redobla su respuesta contra los grandes problemas sociales y éste Régimen.

El sentimiento de cabreo frente a este Régimen se va intensificando y expresando de diversas formas, a través de múltiples movimientos políticos, y sociales, luchas y huelgas obreras, del movimiento estudiantil, la juventud precaria y sin futuro que empezó a perder el miedo y a rebelarse.

El 15M fue un gran movimiento que destapó este cuestionamiento. Comenzó al grito de “Lo llaman democracia y no lo es”. Luego vimos las luchas del movimiento estudiantil preanunciando procesos más profundos. Aparecieron las “Mareas” contra los recortes a los servicios públicos. Las plataformas contra los desahucios junto a las redes de solidaridad que no dudan en resistir a las fuerzas represivas cuando despojan a sus vecinos de sus casas. También vivimos la resistencia de la clase trabajadora contra los despidos, contra los cierres de sus fábricas, o a la juventud trabajadora contra la precariedad laboral, y sobre todo en las dos jornadas de huelga del 29M y el 14N. Vivimos además huelgas con gran combatividad como la de los mineros, que cuando llegaron a Madrid generaron gran simpatía entre los jóvenes del 15M que gritaban “¡que sí nos representan!”.

Aumenta el cabreo de los trabajadores, el pueblo y la juventud contra un Rey que se divierte cazando elefantes y con sus grandes negocios, y con los parlamentarios de esta democracia que vienen prestando enormes servicios a los capitalistas. Un cabreo que se alimenta además del aumento de los sufrimientos ante el paro, desahucios y recortes, ya que cada vez es más evidente quiénes son los responsables de la crisis: ¡Culpables! se oye en las calles delante de los bancos, de las sedes de los partidos, en los escraches a las casas de los políticos corruptos, y una larga lista...

¿Qué proceso constituyente necesitamos?

La utopía de una democracia capitalista que resuelva los grandes problemas sociales y democráticos

El fuerte descrédito del régimen y sus instituciones hace que empiece a ganar peso en diferentes sectores la idea de abrir un nuevo “proceso constituyente”. Por un lado desde la izquierda y la juventud indignada. Pero también desde el mismo PSOE, con el objetivo de salvarlo, e incluso desde la derecha más reaccionaria, que habla de proyectos de “regeneración” para imponer más centralismo, más orden, más represión.

Para importantes sectores de la juventud y los trabajadores este proceso debería llevar adelante una ruptura con el Régimen del ‘78, tirando abajo algunos de sus pilares fundamentales como la Monarquía o la opresión nacional, y poner en pie una más amplia democracia, mientras algunos sectores se empiezan a cuestionar incipientemente el capitalismo como un sistema de explotación del que la clase trabajadora y el pueblo no tienen nada que esperar.

Al mismo tiempo en la discusión sobre el proceso constituyente, comienzan a intervenir con fuerza distintas organizaciones de la izquierda defendiendo procesos de cambio mucho más limitados. Una de las más activas es IU. Desde esta formación se habla de la necesidad de una rebelión democrática, pero cuando se proponen concretarla se queda sólo en medidas de reformas cosméticas de este Régimen. Como orientación general proponen llevar el malestar de las calles al Parlamento y desde ahí impulsar un proceso constituyente que parta de las actuales instituciones. Quieren emular por un lado a Suárez, que como él mismo se vanagloriaba transitó de la Dictadura a la Democracia “de la ley a la ley”, y por el otro a Santiago Carrillo, que estando al frente del PCE logró desviar el ascenso de luchas obreras y juveniles contra la Dictadura a la llamada “ruptura pactada” que dio origen al actual Régimen. Para ello exigen la dimisión del Gobierno y la convocatoria de nuevas elecciones, apoyándose en el crecimiento electoral que le otorgan las encuestas y en la esperanza de poder formar un Gobierno de izquierdas -con el PSOE y el apoyo de los movimientos sociales- que encabece las reformas políticas y sociales necesarias para dicha regeneración. Una regeneración que debería conducir a una III República equiparable en lo político a la francesa o la estadounidense, y con algunas medidas “sociales” de intervención estatal limitada en la economía.

Otros grupos ubicados a la izquierda de IU plantean la idea de proceso constituyente de una forma casi idéntica, es decir por medio de una combinación entre la presión de la calle y la conquista de posiciones electorales de algún tipo de frente de izquierdas plural. Es el caso de Izquierda Anticapitalista (Revolta Global en Catalunya) que habla cada vez más de un proceso constituyente planteando como tarea para abrirlo la necesidad de la confluencia de toda la izquierda en la contienda electoral. El modelo alentado es la coalición griega Syriza, y su objetivo sería conseguir un Gobierno de izquierda con un programa mínimo que incluyera la renegociación de la deuda (formulado como no pago de la deuda “ilegítima”, sin especificar cuál es la legítima), la nacionalización de la banca quebrada y rescatada y el inicio de un proceso constituyente desde las actuales instituciones. Incluso le han brindado apoyo al llamamiento realizado por la monja benedictina Teresa Forcades y el economista neokeynesiano del grupo jesuita Pax Christi Arcadi Oliveras, en favor de un proceso constituyente catalán, que -y en esto no se diferencia de la vía de IU- debería ser impulsado a partir de una candidatura electoral que incluya desde las CUP y la izquierda anti-capitalista, hasta ICEUiA y los sectores más de izquierda del mismo PSC. Claro está, en este llamamiento de tan “piadosos” impulsores, cuestiones democráticas pendientes tan importantes como la separación de la Iglesia y el Estado están completamente ausentes, entre muchas otras.

¡¡ Abajo el Régimen del ‘78!! ¡¡Por una Asamblea Constituyente Revolucionaria!!

Las aspiraciones en un proceso constituyente por parte de un número cada día mayor de jóvenes y trabajadores, no podrán resolverse si éste se concibe como algo conquistado por medio de una estrategia institucional o meramente electoral, con la movilización social como un mero complemento de “presión”. Por más que el terreno electoral puede ser un terreno que la izquierda anticapitalista puede utilizar para agitar y propagandizar las denuncias y demandas de los trabajadores y el pueblo. Pero para que un proceso constituyente pueda realmente poner en discusión y resolver las demandas fundamentales del pueblo trabajador, no podemos esperar que este se desarrolle en los marcos del actual Régimen y sus instituciones, sino que tendrá que ser sobre sus ruinas.

¿Discutir el fin de los Borbones? ¿Si es necesaria la nacionalización de todo el sistema financiero? ¿De todas las empresas que están cerrando y dejando a miles en la calle? ¿La expropiación de los 3,4 millones de pisos vacíos en manos de especuladores? ¿La autodeterminación de las nacionalidades? Ni la Corona, ni el PP, ni el PSOE, ni el Tribunal Constitucional o el Ejército van a permitir algo semejante. Y sin abordar esas cuestiones y muchas otras, las grandes aspiraciones democráticas y los grandes problemas sociales que azotan a millones, es imposible solucionarlos.

Así pues derribar el Régimen del ‘78 y la Monarquía es una tarea ineludible. Y para ello será necesaria la movilización revolucionaria de la clase trabajadora junto con el resto de los sectores populares. En este camino es clave liquidar el gran obstáculo que representa la burocracia sindical, que mantiene encorsetada a la clase trabajadora, impidiendo que pueda salir a escena y coger en sus manos el conjunto de demandas obreras y populares. A los sindicatos también les ha llegado el “¡que no nos representan!”, por eso necesitamos “revolucionarlos” y pelear por recuperar la democracia obrera, la asamblea, la unidad de todos los sectores de trabajadores (parados, fijos, temporales, extranjeros...), la coordinación de las luchas... y construir así alas revolucionarias en los sindicatos que terminen expulsando a los burócratas vividores que hoy los manejan. Pero iniciar un proceso constituyente para instaurar una III República inspirada en las “democracias imperialistas” europeas o de Estados Unidos es “cambiar algo para que nada cambie”. Porque seguirán gobernando los mismos que lo hacen ahora: la casta de políticos corruptos al servicio de los que verdaderamente tienen el poder, los grandes bancos y los empresarios. No hay más que ver cómo al calor de la crisis capitalista en los diferentes países, sean monarquías constitucionales o repúblicas parlamentarias, se están aplicando los mismos planes de rescate de los bancos, austeridad y recortes para los trabajadores. Como plantearon desde el movimiento Ocuppy Wall Street, ellos son el 1% contra el 99%, más allá de la forma de Estado, con monarquía o república burguesa.

Desde Clase contra Clase defendemos la necesidad de luchar por una República de los trabajadores, que a la vez que resuelva las grandes aspiraciones democráticas, dé solución a los grandes dramas sociales del paro, los desahucios, la pobreza… llevando adelante la expropiación de los capitalistas. Sin embargo, somos conscientes que los que luchamos por esta salida estratégica aún somos una minoría. Son miles los jóvenes y trabajadores que cuestionan al Régimen del ‘78 y quieren tirar a los Borbones al basurero de la historia, pero que al mismo tiempo siguen teniendo expectativas en los mecanismos de la democracia burguesa, y por ello reclaman “una democracia real”, o “más democracia”, sin ver aún la perspectiva del poder obrero.

Por ello planteamos que es necesario un proceso constituyente revolucionario, que sea abierto por la lucha de los trabajadores y el pueblo, poniendo en pie organismos de auto-organización desde los cuales poder derribar el Régimen e imponer la convocatoria de una Asamblea Constituyente Revolucionaria, elegida por sufragio universal de todos los mayores de 16 años, nativos o extranjeros y en una sola circunscripción estatal que garantice que todos los votos valen lo mismo. Una asamblea de este tipo será la única capacitada para discutir y resolver sobre todas las grandes demandas democráticas y sociales.

Estamos convencidos que la lucha por esta Asamblea y por un programa de demandas democráticas profundas y radicales, junto con un programa de salida obrero y popular a la crisis, permitirá pasar de la crítica a la Monarquía y el Régimen del ‘78 al cuestionamiento al sistema capitalista de conjunto.

Por una alternativa de los trabajadores, la juventud y el pueblo contra la crisis y esta democracia capitalista

¡¡Contra esta democracia para ricos, corrupta y heredera de la Dictadura!!

A esta democracia cada vez se le cae más la careta, y se muestra como lo que siempre ha sido, una democracia para ricos. Es necesario acabar con toda la casta de políticos profesionales comprados por los capitalistas que aplican todos sus planes sin rechistar.

Eliminar la Monarquía y permitir el ejercicio del derecho de autodeterminación de las nacionalidades debe ser el punto de partida, pero que debe ser seguido por una serie de otras medidas de democratización radical de la sociedad, como la eliminación de la institución presidencial (¡un hombre con poder de veto sobre millones!) y la disolución del reaccionario Senado, imponiendo una sola cámara con funciones legislativas y ejecutivas, donde todos los diputados puedan ser revocables y su salario sea el mismo que el de un maestro o un obrero. Terminar con la casta de jueces puestos a dedo, y reemplazarlos por juicios por jurado y jueces elegidos por sufragio universal.

También con las instituciones reaccionarias y la legislación de excepción existente, como la ley de partidos y la Audiencia Nacional. Y acabar con el silencio, olvido e impunidad que brinda la Ley de Amnistía para los criminales de la Dictadura, imponer el juicio y castigo de todos los ellos, también de los que han seguido torturando bajo la “democracia”, así como la anulación de todas las causas y procesos judiciales contra los luchadores, la libertad de los presos políticos y la anulación de las sentencias contra los presos políticos del franquismo que esta “democracia” sigue dando por válidas. El caso de Yolanda González, asesinada por Emilio Hellín en 1980, quien ha seguido actuando como “asesor” de las fuerzas represivas los últimos años, es otra muestra de esta impunidad. Por último hay que acabar con otra injusticia democrática elemental: la existencia de ciudadanos de segunda y sin derechos, y por lo tanto es necesario derogar todas las leyes de extranjería y garantizar todos los derechos a los inmigrantes.

Es decir proponemos no imitar las formas políticas de las democracias imperialistas europeas sino inspirarnos en las tradiciones revolucionarias de los comuneros de la Comuna de Paris de 1871, una gesta heroica de los trabajadores que, si bien no fue hasta el final en cuanto a tocar los resortes centrales del poder de la burguesía basado en la economía y que fue luego masacrada a sangre y fuego por la reacción, sus cambios profundos en relación a la reorganización puramente política de la sociedad podemos tomar inspiración.

¡Basta de represión y criminalización de la protesta social!

En los últimos años hemos visto incrementarse la represión ante cada protesta social. Desde los Mossos d´Escuadra en el 15M o en las huelgas generales, hasta la Policía Nacional contra los estudiantes valencianos o la juventud y sectores populares que se manifiestan contra el Congreso. Hoy aparecen los “azules” actuando como antes lo hacían los “grises”. A esto se suma una campaña de identificaciones y multas masivas que ya afecta a miles de personas en todo el Estado, y detenciones en manifestaciones. Los casos de Alfon (en prisión preventiva después del 14N), Laura Gómez de CGT (prisión preventiva después del 29M), y muchos otros, muestran cuál es la función de las fuerzas represivas.

Contra esta ofensiva es necesaria la mayor unidad entre las organizaciones de la izquierda, el movimiento obrero, de derechos humanos... para conseguir la anulación de los cargos y judiciales a todos los luchadores, el fin de la persecución y criminalización de la protesta. Además, contra la aceptación como “natural” que Mossos, Ertzainas y Nacionales carguen brutalmente contra nuestras protestas, es necesario pelear por recuperar tradiciones elementales de auto-defensa, como los servicios de orden y comités de autodefensa, que además pueden ser necesarios también contra matones o seguratas privados contratados por la patronal o grupos de extrema derecha, como ya hoy se empieza a dar de forma creciente en países como Grecia. Y lo mismo para garantizar nuestro derecho de huelga debemos defender los piquetes, la única herramienta con la que contamos los trabajadores y estudiantes para hacer efectivo este derecho y una herramienta de lucha fundamental.

Estas medidas son parte de la lucha por una tarea imprescindible para preservar la vida de la juventud y la seguridad de los trabajadores y sectores populares, la disolución de todas la policías, ejecutoras de la voluntad del capitalismo, del Estado burgués y de sus pandillas de políticos corruptos y expresión de las instituciones más reaccionarias de este régimen político y social. Las tareas de seguridad deberían ser organizadas por las organizaciones obreras y populares.

¡¡Por la separación de Iglesia y el Estado!! ¡¡Fuera la tutela eclesiástica de nuestras vidas y cuerpos!!

Una de las “reliquias” que conservamos de la Dictadura nacional-católica de Franco son los privilegios de los que disfruta la Iglesia Católica en el Estado español, y que se traduce en que esta oscurantista y reaccionaria institución conserve aún un poderío económico y gran influencia educativa y social. Debemos luchar por la anulación inmediata del Concordato con el Vaticano que consagra esta situación. ¡Hay que terminar con todos los subsidios y privilegios fiscales de la Iglesia, que los curas y las monjas vayan a trabajar! Unos gastos que rondan los 10.000 millones de euros anuales. Debemos avanzar en la expropiación de los bienes eclesiásticos, acumulados durante siglos de asociación con las clases explotadoras, empezando por los centros de enseñanza, para que sean integrados en una red educativa pública única. Esta pelea contra el peso de la Iglesia pasa también por enfrentar toda la ofensiva contra derechos democráticos básicos como el derecho al aborto, o el matrimonio gay que se quiere llevar adelante a “petición papal”, y luchar por la ampliación radical de éstos, como sería la inclusión definitiva y real del aborto en el sistema público de salud. En este sentido la lucha por la separación de la Iglesia del Estado se encuentra íntimamente ligada a la lucha por los derechos de las mujeres y los sectores LGTB.

¡¡Que la crisis la paguen los capitalistas!! Por un programa obrero y popular ante la crisis, contra los grandes problemas de paro, vivienda, precariedad y en defensa de la educación y la sanidad

Este Régimen es el que permite la ola de EREs, la congelación de salarios, la precariedad laboral, la temporalidad, el no aumento de la cuantía de las prestaciones del desempleo, ni de las pensiones, la reforma laboral... Mientras tanto continúan las rebajas de impuestos y ayudas fiscales a los empresarios. Los trabajadores y el pueblo debemos imponer nuestra propia salida a esta crisis peleando por un programa obrero frente a la crisis que plantee medidas cómo:

 Contra el drama del paro de millones de trabajadores: Distribución de las horas de trabajo sin reducción salarial entre todas las manos hasta acabar con el desempleo. Prohibición inmediata de los despidos y anulación de todos los ERE’s. Por la nacionalización sin indemnización de toda empresa que cierre o despida, para su puesta a producir bajo control de los trabajadores. Aumento urgente del Salario Mínimo a 1200€.

 Contra la precariedad laboral y la división de las y los trabajadores: ¡Basta de precariedad laboral! Todos a la plantilla fija y con los mismos derechos. Por la prohibición de los contratos temporales y las ETTs. Contra la división entre trabajadores nativos o extranjeros, “papeles para todos” y abajo la Ley de Extranjería y los CIES.

 Ante el problema de la vivienda y los desahucios: ¡Basta de Desahucios y familias en la calle! Expropiación sin indemnización de la banca bajo control de los trabajadores, y de los millones de viviendas vacías de los especuladores. Por una entidad de crédito estatal única que respete a los pequeños ahorristas y anule las hipotecas usureras que esquilman a las familias trabajadoras.

 Ante los recortes a la salud y educación: ¡Basta de recortes! ¡Ni un Euro más para pagar su deuda y salvar a los Bancos! Por el aumento del presupuesto educativo en base al fin de los conciertos con la educación católica y privada, al fin las contrataciones y cesiones con la sanidad privada y a grandes impuestos sobre las grandes fortunas y los beneficios de la banca y la patronal. Por la nacionalización de todos los colegios religiosos y privados para su inclusión en una red pública única y laica, y de todos los centros sanitarios privados para su ingreso en el sistema público. Abajo la LOMCE y las contrarreformas educativas de Wert. Fuera todas las empresas de la universidad, por un gobierno de estudiantes, PAS y PDI, con mayoría estudiantil, que garanticen una universidad gratuita y al servicio de los trabajadores y el pueblo. Para pelear por este programa es clave lograr la unidad obrero estudiantil y un movimiento dirigido desde asambleas de base democráticamente coordinadas.

¿Reparto de la riqueza o expropiación de los expropiadores?

Como vemos un programa obrero y popular que se plantee resolver estos grandes problemas, no puede hacerlo respetando la ganancia y las grandes propiedades de los capitalistas. Una de las ideas planteadas por diversos grupos de izquierda, sindicatos y algunos movimientos es la de otro “reparto de la riqueza”.

La idea del “reparto” apunta hacia otro tipo de medidas de carácter redistributivo, pero esconde la causa profunda de la desigualdad económica y social, el hambre y la pobreza. Y es que el problema del tipo de reparto está íntimamente ligado a las decisiones sobre la inversión y la orientación de la producción. Porque antes de que la riqueza pueda ser “repartida” - entre los beneficiarios de las rentas del capital (beneficios, dividendos e intereses) y los asalariados, entre activos y no activos (jóvenes y jubilados), entre fracciones de la renta nacional sometidas a los impuestos o no, etc- primero debe haber sido producida. Y este control de las decisiones de inversión está a su vez estrechamente relacionado con la forma de propiedad de los medios de producción, distribución y comunicación, así como las formas de financiación. En otras palabras, no podrá haber “otro reparto de la riqueza” sin ir de raíz contra el régimen económico de “propiedad privada” y de explotación capitalista, en el que los empresarios y los banqueros son los “dueños” de los principales medios de producción por lo que se apropian de las riquezas que todos los trabajadores producimos. Por tanto, organizar y dirigir las riquezas que producimos entre todos, pasa necesariamente por expropiar las ramas vitales de la industria, del comercio y de la banca, las grandes fortunas y los grupos parasitarios de la burguesía de este Estado imperialista español, como los latifundios en manos de unas pocas familias, muchas de ellas nobles, las grandes constructoras e inmobiliarias, las grandes empresas, los sectores estratégicos como el agua, la energía y los transportes y el conjunto del sistema financiero. Sólo así podremos resolver las grandes demandas obreras y populares, garantizar una educación, sanidad y servicios públicos gratuitos y de calidad y también dar respuesta a las necesidades de otros sectores populares golpeados por la crisis, como los autónomos o pequeños comerciantes. Es decir, este es un programa para soldar la unidad de la clase trabajadora con el resto de los sectores populares y los movimientos sociales, enfrentando la crisis desde una perspectiva anticapitalista.

Por una salida obrera y socialista a la crisis del Régimen del ‘78

Terminar con los Borbones…¿para instaurar una III República o una República de los trabajadores?

Hay que acabar definitivamente con el reinado de los Borbones. Más de tres siglos en los que esta institución feudal ha sabido sobrevivir, gracias a su alianza histórica con la burguesía española, que la ha convertido en la gran abogada y arbitro de los intereses de los grandes capitalistas españoles. Es necesario echar abajo esta institución reaccionaria, herencia directa de la Dictadura, de auténticos vagos y vividores a costa nuestra.

En el marco de la gran crisis del régimen político y el desprestigio de la Monarquía, hoy miles de jóvenes y trabajadores enarbolan la tricolor. Para muchos la caída de la Monarquía y la lucha por una III República está asociada a una sociedad más justa, enfrentada a los grandes capitalistas y la Iglesia, ligada a los ideales de la izquierda, el socialismo e incluso para algunos la revolución social de julio de 1936. La tricolor recoge un imaginario muy amplio, que en ocasiones no coincide con la verdadera naturaleza de la II República: un régimen democrático burgués que se inspiraba en las democracias imperialistas de Francia o Gran Bretaña, como alternativa y freno a la revolución obrera que terminó desatándose en la guerra civil y fue sofocada en la misma retaguardia republicana. Aquellos sectores que ven en la lucha por la III República una vía para derrocar el actual Régimen y llevar adelante un proceso de ruptura con la Monarquía y el propio sistema capitalista, deben separarse de los que adoptan la lucha por la III República como una re-edición del verdadero carácter de la II, es decir como canalización del malestar popular hacia un cambio de Régimen político que salvaguarde los “muebles” del capitalismo español.

El desarrollo histórico particular dela burguesía española, con una gran diferenciación y competencia interna, con gran parte de sus negocios ligados a los buenos favores del Estado, con un atraso histórico en la carrera de velocidades de las grandes potencias capitalistas... la ha convertido en una clase “necesitada” de instituciones árbitro como es la Corona o lo fue el antecesor de Juan Carlos I, el Caudillo.

Esto no descarta la posibilidad de que vuelva a haber “cambios de chaqueta”, de monárquica a republicana, en las clases dirigentes, como pasara ya en 1871 o en 1931. Sin embargo estas “conversiones” siempre buscaron una estabilización social rápida y dejaron las puertas abiertas a la restauración de los Borbones en el trono. El definitivo fin de la Monarquía borbónica es una tarea histórica que nos corresponde a los trabajadores y las clases populares llevar adelante, por medio de una lucha revolucionaria contra este Régimen. La pelea por un programa de demandas democráticas profundas y radicales, junto a un programa de salida obrero y popular a la crisis, como el que señalábamos antes, socavará las bases de la Monarquía y el Régimen del ‘78. Este combate puede demostrar ante los ojos de millones de jóvenes y trabajadores que para resolver integra y efectivamente todas las demandas democráticas y sociales insatisfechas, es necesario el cuestionamiento del sistema capitalista de conjunto.

En este sentido desde Clase contra Clase somos parte de la lucha contra la Monarquía Borbónica desde esta perspectiva, la lucha por una República, pero no de patrones y banqueros sino una República de los trabajadores. Porque con Juan Carlos I y su familia tiene que caer también la clase para la que su dinastía lleva décadas trabajando: la burguesía española, la clase que ha mantenido a su familia en el trono durante casi dos siglos.

¡Por el derecho de las nacionalidades a la autodeterminación! ¡Por una Federación de Repúblicas Obreras de la Península Ibérica!

Conquistar el derecho de autodeterminación de todas las nacionalidades es una tarea común de todos los trabajadores y sectores populares del Estado español. En esta tarea nada se puede esperar de las burguesías periféricas. Éstas han estado integradas en el Régimen del ‘78, aceptando la opresión nacional a cambio de poder hacer buenos negocios como parte del imperialismo español. Hoy algunas, como CiU, enarbolan demagógicamente los derechos democráticos nacionales, para contener la lucha popular por el derecho de autodeterminación y capitalizarla en sus negociaciones con el Estado central. Los trabajadores catalanes, vascos, andaluces, aragoneses, madrileños... tenemos un enemigo en común. El mismo que niega los derechos democráticos de las nacionalidades es el que está descargando sobre nosotros la crisis en forma de paro, liquidación de conquistas históricas, desahucios y miseria.

Hay que trabajar por la alianza de los trabajadores y sectores populares de Catalunya o Euskadi con los del resto del Estado, para derribar al Régimen que niega el derecho de autodeterminación con una lucha dada desde la total independencia política y en combate contra la burguesía española y todas las alas de la burguesía catalana y vasca. Para ello resulta indispensable que los trabajadores del resto del Estado español tomen como suya la lucha por el derecho de autodeterminación de vascos y catalanes, incluyendo la independencia si una mayoría así lo decidiera, y suelden así la unidad necesaria para poder construir conjuntamente una Federación libre y voluntaria, la cual para nosotros sólo puede concebirse como una Federación de Repúblicas Socialistas Ibéricas.

Frente a la bancarrota de la Europa del Capital, luchemos por los Estados Unidos Socialistas de Europa!

Hoy la UE se desnuda ante los ojos de millones como lo que siempre fue, un gran proyecto anti-obrero y anti popular de las diferentes burguesías imperialistas del continente. Las medidas de austeridad de la Troika (La Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI) y los diferentes Gobiernos nacionales, han dejado atrás la confianza que antes reinaba en la Unión y el euro como garantía de prosperidad. Este rechazo popular a la UE se da al mismo tiempo que ésta entra en barrena como proyecto inter-burgués. Por ello, la lucha por quién paga los costos de la crisis no solo a nivel de cada estado nacional sino entre los distintos países de la UE, está rompiendo todo atisbo de “cooperación” entre los estados y queda al descubierto el intento los países más poderosos, en especial el imperialismo alemán, imponer el grueso de la carga sobre los imperialismos más débiles como Grecia o Portugal, en incluso Italia y el Estado Español. Esta es la base profunda del resurgir del cáncer nacionalista xenófobo en muchos Estados. Aunque éste está en sus etapas iniciales, ha comenzado el proceso de acumulación de agravios y de odios que pueden reabrir nuevamente una de las páginas más oscuras de la historia europea.

Para parar de cuajo ésta dinámica, es central que los trabajadores levantemos una perspectiva y un programa claro frente a la crisis de la Europa del Capital. No podemos compartir la idea de fortalecer las instituciones de la UE para “salvar a Europa”, ni reformar la UE profundizando la unificación y dándole un contenido más social, como defiende Syriza en Grecia. Pero tampoco los planteamientos de salir de la UE y volver a las monedas nacionales sin vincularlo con un programa de expropiación de los capitalistas y avanzar en la unidad continental encabezada por los trabajadores -como hacen los estalinistas el KKE en Grecia o el PCPE aquí-, que abonan “por izquierda” el camino a salidas nacionalistas que más adelante pueden llegar a ser levantada por sectores burgueses de extrema derecha populista.

Los Estados Unidos Socialistas de Europa es la única salida progresista. Es decir, el derrocamiento por parte de los trabajadores de los diferentes regímenes políticos de los distintos Estados, y sobre sus ruinas poder llevar adelante la expropiación de los capitalistas y una unión verdadera y voluntaria de los diferentes países donde la burguesía que nos quiere llevar a nuevas catástrofes como las vividas en el Siglo XX haya sido derrotada. trabajadores de los diferentes países, sin capitalistas.

Un pueblo que oprime a otro pueblo nunca podrá ser libre, ¡Abajo el imperialismo español!

El Estado español ejerce una opresión imperialista, junto con el resto de potencias , sobre cientos de pueblos en África, Asia, América Latina y Europa del Este. Hay que poner fin inmediato a las misiones militares en el extranjero, que en países como Afganistán o Líbano son parte de tropas de ocupación. Devolución de los dos enclaves coloniales de Ceuta y Melilla a Marruecos. Y debe ponerse fin al apoyo y sostén de regímenes reaccionarios como los del mundo árabe y otros países, que suele encabezar el mismo Monarca, gran amigo de dictadores asesinos como Mohamed VI o los emires del Golfo.

Alto al expolio económico de las multinacionales españolas como Repsol, Telefónica, Endesa, el Santander o el BBVA en los países semicoloniales. Mientras algunas de estas empresas están llevando despidos de miles en el Estado español, como los últimos 7.000 de Telefónica, llenan sus arcas con los beneficios obtenidos en aquellos países. La lucha contra estas empresas aquí, pasa por pelear por la devolución de sus posesiones a los diferentes países donde operan.

De la indignación a la lucha por una revolución socialista

A día de hoy aún somos pocos los que defendemos esta perspectiva y programa revolucionarios para enfrentar la actual situación. Pero la crisis social y política se agrava a cada momento. Por eso más que nunca, desde Clase contra Clase creemos que es urgente y necesario que aquellos grupos e individuos que nos proponemos derribar al Régimen del ‘78 y al capitalismo español empecemos a dar pasos para poder defender y pelear en común por aquellos puntos de los que señalamos en este programa con los que estemos de acuerdo. Hacerlo en el interior de los sindicatos, en las luchas obreras, en el movimiento estudiantil, el movimiento por los derechos democráticos de las nacionalidades, contra la Monarquía... Al mismo tiempo que tratamos de luchar codo con codo por aquello en que estamos de acuerdo, creemos que debemos ir avanzando en clarificar con qué programa y con qué estrategia podremos lograr la victoria en los combates decisivos que se avecinan. Por ello vemos también urgente que toda la izquierda anti capitalista comencemos a abordar públicamente estas discusiones, en nuestra prensa, web,por medio de charlas y debates... sobre todo de cara a los miles de jóvenes y trabajadores que se están sumando a la lucha. Esto permitirá ir clarificando acuerdos y diferencias, y poder ir sumando fuerzas y agrupándonos en común todas aquellas organizaciones, activistas, sectores de trabajadores... que estemos de acuerdo en pelear por una estrategia obrera, socialista, revolucionaria e internacionalista. Se trata de dar pasos en una tarea que consideramos imprescindible, la necesidad de construir un gran partido revolucionario de trabajadores que se prepare para intervenir en las próximas batallas de clase que la crisis del Régimen del ‘78 y el capitalismo preparan. Una tarea que excede por completo a nuestro pequeño grupo o la sumatoria de otros pequeños grupos que se reclaman o provienen del trotskismo, y que sólo podrá ser resuelta por medio de la fusión con algunos de los miles de jóvenes y trabajadores que están saliendo a luchar y avancen en conclusiones revolucionarias. Un partido que no debemos concebir y construir solamente a nivel nacional, sino como parte de la necesidad de construir un gran partido internacional por la revolución socialista, que retome el legado y el programa histórico de la última Internacional revolucionaria, la IV Internacional, fusionándolo con los sectores de la juventud y la clase trabajadora que en distintos lugares del mundo están y van a salir a luchar contra el capitalismo y por un mundo sin explotación ni opresión. Un partido que pelee porque la clase trabajadora levante con fuerza todas estas demandas que históricamente hizo suyas el movimiento obrero mundial, como las que responden a los graves problemas sociales producidos por el capitalismo y sus crisis.

Algo que tiene hoy una importancia crucial para acompañar las aspiraciones de millones desde una perspectiva que se proponga derrotar y superar el Estado capitalista. En el transcurso de esta lucha, para que esta pueda lograr una victoria, será necesario pelear por el surgimiento de organismos de democracia directa de los trabajadores, como fueron los soviets en la Revolución Rusa o los comités revolucionarios de la Revolución española. Estos organismos deben convertirse en la base sobre la que se construya un nuevo tipo de democracia, una democracia obrera o de los explotados, que termine definitivamente con la explotación capitalista y de respuesta a las demandas del conjunto de los trabajadores y los sectores populares. Un régimen social y político opuesto por el vértice al existente que sólo puede concebirse bajo la forma de una República obrera y un gobierno de los trabajadores y el pueblo auto-organizado, que solo puede ser el resultado de una revolución social.

Esta es la perspectiva por la que peleamos los trotskistas de Clase contra Clase. Aprovechar las crisis revolucionarias que puede abrir la actual crisis como nuevas oportunidades históricas para que los trabajadores podamos derrotar el sistema capitalista que solamente nos conduce a la barbarie. Por el triunfo de una revolución que abra el camino, por medio de su extensión al conjunto del mundo, la más amplia democracia obrera, el avance en el desarrollo de las fuerzas productivas que permitan reducir considerablemente la jornada laboral… a una sociedad donde no existan más las clases sociales en las que llevamos siglos divididos. Una nueva sociedad donde la explotación de unos seres humanos por otros pueda ser sólo contemplada en los libros de historia, y con ella el resto de opresiones de género, raciales, nacionales, culturales y de todo tipo que le son funcionales. Una sociedad comunista en el sentido marxista y revolucionario del término, y por lo tanto irreconciliablemente opuesto al significado asociado a los monstruosos regímenes estalinistas del Siglo XX, es decir una sociedad sin Estado, sin clases y sin dinero, basada en la asociación libre de todos los productores.

Los Toxo y Méndez “no nos representan”: transformemos el modelo sindical burocrático actual

Un gran debate, o más bien encrucijada para la clase trabajadora, es sobre el rol de los sindicatos. Éstos, producto de cientos de traiciones y pactos de los dirigentes de CCOO y UGT, se encuentran cada vez más desprestigiados en sectores obreros y sobre todo en la juventud precaria.

Es por ello que también se hace necesario cambiar el modelo sindical impuesto en la Transición. En este modelo se ha fortalecido el papel que juegan unas direcciones sindicales llamadas “mayoritarias” aunque sólo afilian al 10% de la clase trabajadora española. Están totalmente adaptadas al sistema y “viven” de él; y han convertido nuestros sindicatos en aparatos totalmente antidemocráticos, en los que a los afiliados no se les tiene en cuenta para nada: ¿O acaso fueron las bases las que decidieron perpetuar una “paz social”, mientras avanzan con nuestras conquistas históricas?¿Quienes dieron luz verde a alargar la edad de jubilación a los 67?. La figura del Comité de Empresa como órgano de representación de los trabajadores también ha sufrido una burocratización muy fuerte. La institucionalizaron como órganos irrevocables, elegidos cada 4 años, lo que ha facilitado provocado un divorcio de los representantes y los representados, permitiendo que en muchas ocasiones firmen pactos y traiciones a espaldas y en contra de los trabajadores. La lucha contra los ataques actuales implica una pelear por un modelo sindical democrático, controlado y al servicio de los trabajadores. Los Comités de Empresa deberían ser revocables, elegidos cada año desde las asambleas de base donde los trabajadores decidan; y así recuperarlos como instrumentos de organización y de lucha para el conjunto de los trabajadores, la juventud precaria y la gran masa de parados; a la vez que avanzamos en reconquistar los propios sindicatos. Es imprescindible la lucha por unificar todas las filas obreras: trabajadores de las fábricas, de servicios, precarios, inmigrantes... es una pieza clave para conseguir arrebatar la dirección del movimiento obrero a los dirigentes sindicales vendidos; organizando a los sectores que ellos no defienden y desarrollando formas de representación y decisión de democracia obrera. Reimplantar las asambleas generales decisorias por encima de las divisiones en categorías o siglas sindicales, la máxima coordinación de las luchas y construir así alas revolucionarias en los sindicatos que terminen expulsando a los burócratas vividores que hoy los manejan y acabar con el verticalismo creciente.

¡Los dirigentes de CCOO y UGT no nos representan! Transformemos los sindicatos en armas para la lucha.

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