Los rechazados y la lucha por el derecho a la educación

Los rechazados y la lucha por el derecho a la educación

25 Aug 2012 | Año con año y cada vez más, en nuestro país cientos de miles de jóvenes son excluidos de la educación superior y media superior. Tan sólo para el próximo ciclo escolar, fueron rechazados más de 500 mil aspirantes a ingresar a las universidades públicas (cerca de 300 mil en el Área Metropolitana) (1). De éstos, un importante sector se ha organizado y salido a las calles para exigir su derecho a la educación, logrando con su lucha que la SEP y algunas instituciones, como la UNAM y el IPN, les ofrezcan alternativas de ingreso.   |   comentários

“Ahí para la otra…”

Ya de salida, el gobierno panista minimiza las cifras y entrega cuentas alegres, negando la magnitud del problema. Cínicamente, los burócratas de la SEP argumentan que durante el sexenio la matrícula en educación superior se incrementó y alcanzó una cobertura de 32%, superando sus metas.

Lo que no dicen es que la mayoría de esos lugares se crearon en instituciones tecnológicas (algunas de las cuales ni siquiera cuentan con infraestructura), subordinadas a las necesidades de empresas locales o trasnacionales. Convertirse en técnicos calificados para terminar siendo súper explotados o como capataces del patrón, no representa una opción deseable para muchos jóvenes que insisten en exigir una formación universitaria, misma que les es negada.

Mientras han proliferado las “universidades” politécnicas y tecnológicas, hace más de 30 años que en nuestro país no se crea una institución que siga el modelo de la UNAM, el Poli o la UAM (salvo la UACM) (2). De igual forma, el gobierno favorece la educación privada, haciendo deducible de impuestos el pago de colegiaturas y otorgándole todo tipo de subsidios para promover el negocio educativo, mediante “becas”, “créditos” y “cuotas preferenciales”.

Aun así, 7 de cada 10 jóvenes en edad de acceder a la educación superior este año quedaron fuera, a los que el Secretario de Educación, José Ángel Córdova, sólo atinó a decirles: “ahí para la otra”.

Exámenes estandarizados: excluyentes y discriminatorios

Si bien las autoridades e instituciones educativas han tenido que reconocer que los exámenes de ingreso no definen “aprobados” o “reprobados”, sino que son mecanismos de “selección” y “ordenamiento” ante la falta de lugares disponibles, la realidad es que con ellos siguen justificando la exclusión de miles, bajo el falso supuesto de que quedan “sólo los mejores”.

Refiriéndose a la alta concentración de la demanda en determinadas carreras e instituciones, las autoridades recomiendan a los jóvenes “prepararse mejor”, “saber elegir” y “conocer más opciones”, endilgándoles la responsabilidad por haber sido excluidos, como si esto obedeciera a una decisión individual.
La realidad es que la preferencia de algunas profesiones responde a una percepción que el mismo mercado de trabajo impone; pero además también hay rechazados en carreras de baja demanda donde tampoco hay suficientes lugares.

Por otra parte, siendo ya de por sí muy cuestionable que un examen estandarizado pueda definir quién es “más apto” para entrar a una universidad –negando con ello todo el esfuerzo de la formación académica previa–, los resultados de este tipo de exámenes han demostrado que favorecen a ciertos sectores sobre otros.

Así, con este mecanismo, la proporción de mujeres que ingresan es menor que la de hombres, con respecto al mismo número de aspirantes de cada grupo. Lo mismo sucede con quienes tienen origen indígena, provienen de bachilleratos tecnológicos o de familias de escasos recursos. Si partimos de considerar que ninguno de estos grupos es más o menos capaz intelectualmente que los otros, hay que reconocer que los exámenes de selección son francamente discriminatorios.

Por el acceso libre e irrestricto a la educación
El problema de los cientos de miles de estudiantes excluidos de la educación superior, no responde –como ha quedado claro– a su falta de capacidad o esfuerzo, sino a que el Estado se desentiende cada vez más de su responsabilidad en materia educativa, para dejarla como otros rubros sociales en manos del “mercado”, siguiendo los dictados de los organismos financieros internacionales.
Así, mientras millones de jóvenes son condenados a engrosar las filas del desempleo o del trabajo precario, a convertirse en carne de cañón del narcotráfico o las fuerzas represivas, el Estado gasta millones en la militarización del país, el fortalecimiento de las policías, el subsidio al FMI y el pago puntual de la deuda externa, al tiempo que mantiene regímenes impositivos privilegiados para los grandes empresarios y la educación privada.
Desde hace algunos años, han surgido movimientos como el MAES que organizan la lucha de los excluidos por un lugar para estudiar y buscan alternativas de ingreso en las instituciones de educación superior, levantando al mismo tiempo demandas progresivas para solucionar el problema de fondo como son el aumento al presupuesto y la matrícula, la creación de nuevas universidades, la cancelación de los exámenes estandarizados y otras.

Estos movimientos han logrado establecer una mesa de diálogo con la SEP e instituciones de educación superior como la UNAM y el Poli, gracias a la cual cientos de jóvenes pueden ingresar a las mismas después de cursar el primer año becados, parcial o totalmente, en escuelas privadas incorporadas. En esta ocasión, gracias a la lucha –que incluyó un plantón de casi una semana en la Plaza de Santo Domingo–, la mesa tuvo avances importantes como la integración de la UPN y la UAM a los acuerdos, una mesa alterna para discutir la situación de la Normal Superior y cierta apertura para flexibilizar el programa de becas de la SEP.
Políticamente, estos movimientos han sensibilizado a la opinión pública sobre la situación de los rechazados, discutiendo contra la visión elitista de las autoridades y demostrando que vale la pena luchar por el derecho a estudiar. Sin embargo, a pesar de sus logros, el problema cada vez es más grave.

En la LTS pensamos que hay que luchar por el acceso libre e irrestricto a todos los niveles de la educación, exigiendo el aumento al presupuesto educativo para crear nuevas escuelas y lugares que permitan cubrir la totalidad de la demanda. Este aumento debe estar basado en el no pago de la deuda externa, en abolir el subsidio al FMI y en imponer impuestos progresivos a las grandes fortunas. Acabar con la militarización del país y luchar por disolver las fuerzas represivas del Estado, podría liberar recursos para la educación, salud, alimentación, vivienda, etc.
Para lograr estas demandas, es necesaria la más amplia unidad entre los rechazados del nivel medio superior y superior, entre éstos y los estudiantes matriculados, así como entre los estudiantes y los trabajadores de la educación, muchos organizados en sindicatos que se reclaman opositores como el STUNAM, el SITUAM, el SUTIEMS y organizaciones sindicales como la CNTE.

Se perfila acuerdo para que ingresen decenas de rechazados a la ENSM

Al cierre de esta edición, se perfila un acuerdo entre el Consejo Estudiantil y el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Normal Superior con las autoridades de esta Escuela, de la Dirección General de Normales y la SEP, para lograr el ingreso de 141 aspirantes rechazados en el reciente proceso de selección, a los que se sumarían compañeros excluidos de otras normales que quieran ingresar hasta cubrir la totalidad de los lugares ofrecidos para primer ingreso. De concretarse este acuerdo, representaría un importante paso en la defensa de la ENSM y el normalismo en el área metropolitana. Desde la LTS nos sentimos orgullosos de haber sido parte de esta lucha, junto a compañeros independientes del Consejo Estudiantil de la ENSM y aspirantes a ingresar a la misma.









  • No hay comentarios para este artículo