Hacia un nuevo 1° de Mayo

26 Apr 2013   |   comentários

Se acerca un nuevo 1° de Mayo. Una vez más no será un día de fiesta, ya que sufrimos –por parte del gobierno y del Congreso- un renovado ataque contra nuestras conquistas laborales y la entrega de los recursos naturales y sectores estratégicos como las telecomunicaciones a los imperialistas.

Esto, mientras los salarios alcanzan para cada vez menos: aumentan el gas y los productos de la canasta básica, en tanto que los gasolinazos crean una cadena de aumentos que atacan nuestro bolsillo.

Más reformas contra los trabajadores

Al amparo del Pacto por México, el PRI pretende imponer una nueva etapa de predominio reaccionario contra la clase trabajadora. Ese es el objetivo del regreso del “nuevo” PRI. Después de la reforma educativa y laboral, el Congreso de la Unión va por la reforma energética y el IVA en alimentos y medicinas, lo que repercutirá en las familias trabajadoras.

El gobierno de EPN requiere, para avanzar en sus planes, amedrentar la resistencia obrera y popular, fortaleciendo las fuerzas represivas, cuyo incremento ya se anunció para este sexenio. Al servicio de esto, está también la amenaza que representa (para los sindicatos y demás opositores), la acción de la justicia, como se vio en el encarcelamiento de la charra asesina Elba Esther Gordillo. El mensaje es claro: quien desafíe al PRI irá a la cárcel, con una pequeña ayuda de sus amigos del PRD, como vimos el 1° de diciembre. Si ese destino le espera a sus cómplices de ayer –como era Elba Esther– ¿qué podemos esperar los luchadores obreros y populares? Por eso, lejos de confiar en esta justicia, hay que enfrentar la injerencia del estado en nuestras organizaciones.

El represor Peña Nieto, posando de “democrático”

Mientras lanza esta ofensiva, el gobierno quiere aparecer como un gobierno distinto al panismo; más autónomo respecto a los empresarios. Muchos periodistas –algunos vinculados al PRD– se hacen parte de esta campaña; después de avalar la injerencia sobre los sindicatos, saludaron la nueva ley de medios de comunicación. A coro con los priistas, no son pocos los “intelectuales” que despotrican contra los maestros que bloquean carreteras en defensa de sus derechos.

Lo que EPN pretende con esto es ampliar su base de apoyo para dar nuevos golpes a los trabajadores, y ganar margen para hacer más concesiones a los monopolios como Televisa y Slim.
Esto, mientras apela a mucha demagogia, como se ve en torno a la Ley de Medios, la cual está lejos de ser “democrática”; la presidencia tiene la última palabra en las decisiones sobre las comunicaciones, con lo cual se muestra que la llamada “transición democrática” preserva las instituciones y fortalece el autoritarismo del gobierno.

Peña Nieto cuenta a su favor con el Pacto por México y el rol cómplice del burgués y cada vez más derechizado PRD. Estamos ante un gran frente de los partidos patronales que –más allá de diferencias puntuales– se unieron para preservar la estabilidad de los planes capitalistas.

Lamentablemente, la acción de las direcciones sindicales juega a favor de estos ataques del gobierno: basta ver a la opositora UNT, que reclamó “democratizar” el pacto por México ¿Qué pueden esperar los trabajadores telefonistas, universitarios y de otros sindicatos enrolados en esta central, si su dirección –en lugar de organizar la resistencia–, ruega para que la dejen entrar al pacto de los partidos antiobreros? Los trabajadores enfrentamos la ausencia de la independencia de clase por parte de estas direcciones. Hay que recuperar a nuestras organizaciones como herramientas para la lucha y agrupar en las mismas a los millones de trabajadores precarizados.

Organizar la resistencia

EPN quiere más precarización y miseria, mientras entrega la riqueza de la nación a las transnacionales. Como decíamos los socialistas, Peña Nieto es la mejor carta para ampliar las ganancias capitalistas.

Mientras tanto, Andrés Manuel López Obrador llama a enfrentar el ataque sobre Pemex. Quiere delimitarse del PRD el cual mientras integra el Pacto por México demagógicamente dice “oponerse” a la privatización de PEMEX. Esta actitud de AMLO genera simpatías en trabajadores y jóvenes que se oponen al gobierno. Sin embargo, vimos su política cuando se trató de “defender” al sindicato del SME y evitar la liquidación de LyFC: una “resistencia civil y pacífica” impotente para derrotar el ataque, que se negó a enfrentar al régimen y a radicalizar la movilización. Si bien AMLO se diferencia del PRD, su acercamiento con los empresarios muestra los límites de su “oposicionismo”: su estrategia es “humanizar” al capitalismo.

Las organizaciones que se reclaman opositoras como la CNTE –que está enfrentando con la movilización la reforma educativa, como vimos en Guerrero y otros estados– o el SME, y la UNT tan proclives a la a la conciliación de sus direcciones deben dejar atrás esta política y ponerse al frente de esta lucha. Hay que impulsar la movilización tras un programa combativo que articule la lucha contra las contrarreformas de EPN y el Congreso, contra el IVA a alimentos y medicinas, junto a la lucha contra la represión de este régimen. Una movilización sin ninguna confianza en los partidos patronales. Este 1° de Mayo puede ser un paso adelante, si mostramos la fuerza obrera y popular tras un programa combativo.

Preparemos las condiciones para un paro nacional que le ponga un alto a Peña Nieto. Impulsemos esta lucha desde las bases, discutiendo democráticamente un programa unitario. Los trabajadores debemos encabezar un plan de lucha para frenar el ataque de Peña Nieto, sus aliados del PAN y el PRD, y el imperialismo.









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