Frenemos el ataque al movimiento obrero y popular

31 Jan 2008   |   comentários

Con la llegada de los empresarios panistas al poder, se profundizó la pobreza de la clase trabajadora y la pérdida de derechos laborales y sindicales conquistados en el pasado mediante fuertes luchas. Son casi ya 30 años de esta ofensiva iniciada por el priato y profundizada por el «gobierno del cambio»; medidas impulsadas en contubernio con organismos patronales como la Coparmex y la pro-patronal Secretaría del Trabajo. Así, se profundizó el desempleo a niveles históricos para abaratar más la mano de obra; se impusieron topes salariales; se escamotean los aguinaldos y el reparto de utilidades a los trabajadores (prestaciones ya de por sí mermadas), además, prima el trabajo precarizado y la subcontratación («terciarización») que deja sin derechos a este tipo de trabajadores. La clase trabajadora enfrenta una caída drástica en su nivel de vida, pues mientras los salarios bajan escandalosamente, suben los precios de los artículos de primera necesidad, las tarifas de los servicios, el alquiler de la vivienda, etc.

En tanto, los patrones y el gobierno negocian con la Cámara de Diputados, la aprobación de una reforma laboral netamente patronal que, si las organizaciones obreras y populares no frenamos, será uno de los golpes más duros de las últimas décadas, pues limitarán más el derecho de huelga, el reconocimiento a las direcciones sindicales democráticamente elegidas; se negará todavía más la planta a los trabajadores mediante «tiempos de prueba» y se eximirá a los patrones de muchas obligaciones. Al mismo tiempo, en los sindicatos crece la intromisión del gobierno en su vida interna. La persecución al sindicato minero, no busca acabar con la corrupción -como dice la STyPS- sino violar la autonomía sindical para someter a las organizaciones a la política al servicio de los patrones. Esta política empresarial contra el movimiento obrero vulnera los contratos colectivos de trabajo (y sobre todo, el derecho de huelga, como en Mexicana de Aviación y en Cananea), y ataca a las direcciones sindicales antiburocráticas como en General Tire y Vidriera San Luis -que enfrentan despidos significativos- para poner en su lugar a dirigentes pro-patronales. ¡Fuera manos del gobierno de los sindicatos!

Mientras tanto, Calderón, el PAN y el PRI preparan la «reforma energética», para entregar PEMEX a las grandes trasnacionales.

El ataque del TLC en el campo

Este ataque se profundiza por las repercusiones del TLC sobre los pequeños productores del campo, y la miseria de los campesinos pobres y jornaleros agrícolas. Esta desventajosa apertura en el agro a los productos agrícolas extranjeros, provocó, desde su aplicación, la pérdida de dos millones de empleos (agravando el fenómeno de la emigración hacia los EE.UU.), además de una crisis productiva en el sector agricultor (cañeros, frijol, maíz, aumento del precio de los forrajes, etc.) con un déficit de 4 mil millones de pesos anuales ante el mercado norteamericano. El campo mexicano está siendo entregado a las transnacionales del agro y a los grandes exportadores mexicanos (varios de ellos vinculados al poder), de acuerdo a los pactos del gobierno con Washington, por lo que Calderón y las autoridades de la SAGARPA (así como el gobierno de EEUU y Canadá) negaron toda posibilidad de revisar el capítulo agropecuario del TLC; revisión que, aunque se lograra, no atacaría de fondo la desigualdad en el intercambio comercial de un país semicolonial y otro imperialista. La entrada en vigor de la desgravación de una serie de productos agropecuarios, someterá más al país a la economía norteamericana mediante las políticas agrarias proteccionistas del gobierno yanqui, y llevará a la ruina a miles de pequeños productores, con lo que el país se convertirá en importador de los granos que antes exportaba.

Por eso es importante la movilización que distintas organizaciones del campo realizan a nivel nacional, la gran marcha de este 31 de enero contra el TLC (aunque algunas de sus direcciones aprobaron el TLC y la reforma al artículo 27), así como la huelga nacional anunciada para marzo. Y es que, la situación de «los de abajo» se agravará más en los siguientes meses debido a las repercusiones de la dependencia de la economía mexicana respecto de la norteamericana, que ya entró en recesión. Pues la caída en las exportaciones mexicanas a los EE.UU. recaerá sobre la clase trabajadora debido a los despidos, paros patronales y bajas salariales con que las empresas acostumbran reducir los costos de producción durante las crisis capitalistas Esto, aunado a la inflación, aumentará la pobreza de la clase y trabajadora. ¡Enfrentemos el TLC y el ataque sobre las condiciones de vida y de trabajo de obreros y campesinos! ¡Que la crisis la paguen los patrones!

Por la unidad obrera campesina y popular

En los últimos meses, ante las medidas del gobierno, los patrones y los partidos del Congreso, sectores de trabajadores comienzan a movilizarse, retomando el camino de lucha marcado por la comuna de Oaxaca y las luchas obreras del 2006.

Como la movilización de los trabajadores mineros (que inició con la lucha de Sicartsa en el 2006 que enfrentó las balas de la policía del perredista Lázaro Cárdenas Batel), y su reciente paro nacional de más de 100 mil trabajadores, así como las huelgas de las minas de «La Caridad» y «Cananea», que son un indicativo del potencial combativo de la clase obrera. Igual papel desempeña el magisterio de la CNTE en el rechazo a la ley del ISSSTE y contra el charrismo de la oficialista Elba Esther. Junto con el paro de seis meses de la sección 22 contra el gobierno de Ulises Ruiz en Oaxaca, expresan el punto más alto de respuesta a los planes del gobierno y el viejo aparato charro.

Por su parte, los campesinos (que el 1° de enero bloquearon la frontera con los EE.UU. en Ciudad Juárez contra el TLC), hoy están a la cabeza del descontento popular, preanunciando que este año la lucha campesina mostrará la fuerza de los millones que demandan no sólo el freno a la miseria provocada en el campo, sino también la solución a la falta de tierras, demanda por la que sus abuelos se alzaron en armas en 1910.

Hace años que el descontento campesino no empalmaba con los trabajadores de la ciudad, originando tendencias a la unidad y mostrando que existe una recomposición y disposición a la lucha entre los trabajadores y el pueblo. Esto muestra que hay condiciones para una lucha unitaria contra el gobierno de Calderón.

COORDINEMOS LAS LUCHAS PARA PREPARAR LA HUELGA

Es necesario lograr la mayor unidad de los trabajadores del campo y la ciudad, y unificar las demandas de todas las fuerzas que luchan contra los planes y la entrega del país al imperialismo, o contra la violación a sus derechos (comunales, ambientales, servicios, etc.) para potenciar la fuerza de millones de trabajadores. Pero esta unidad puede ser efectiva, si se da de manera independiente de las negociaciones que comprometan la movilización y de cualquier pacto que pretenda desactivar el descontento. Tampoco deben ser las demandas de los trabajadores, usadas para fines electorales, ni subordinadas a partidos como el PRD, que llaman a confiar en la acción de instituciones como el Congreso (el que prepara la entrega de PEMEX y la nueva ley laboral, y aprobó el alza a la gasolina). La independencia de clase es la base para la reorganización de la clase trabajadora.

Hay que unir y coordinar todas las luchas, haciendo crecer la movilización y la organización. Para que pueda triunfar, ninguna lucha debe quedar aislada. Varios sindicatos han emplazado a huelga por revisión salarial; entre ellos están los universitarios como STUNAM, SITUAM y CHAPINGO; o el mexicano de electricistas. Igualmente, trabajadores de Industrias Ocotlán y Vidriera del Potosí, están en el DF para exigir solución a sus justas demandas.

Tenemos que rodear de solidaridad de clase a estos sindicatos. Es hora de pasar de los pronunciamientos a las acciones efectivas que fortalezcan estas luchas. Para eso, es necesario impulsar una coordinación nacional que agrupe a los sindicatos, organizaciones campesinas y populares y movimientos sociales, que vote - en base a delegados representativos y elegidos democráticamente en sus sectores-, audaces planes de lucha anticapitalistas. Para poner en pie y hacer real esa coordinación, las organizaciones campesinas que se están movilizando, junto a sindicatos como el SME, la CNTE y los demás que se movilizan este 31/1, deben convocar a un gran Encuentro Nacional de Organizaciones.

En ese Encuentro, los trabajadores del campo y la ciudad podemos discutir un programa común y un plan de lucha, que tenga como primeros puntos la lucha contra la entrega de PEMEX y por echar abajo el TLC, y que avance hasta la preparación de la huelga nacional que pare la ofensiva patronal y pro-imperialista. El paro de un día del sindicato minero, y la huelga convocada para marzo puede ser un ensayo de la huelga nacional que hace muchas décadas no realiza la clase trabajadora mexicana.









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