Es necesaria una estrategia política para triunfar

24 Oct 2013   |   comentários

Pablo Oprinari

Como planteamos en estas páginas, la lucha magisterial se mantiene, enfrentando la reforma reaccionaria del gobierno y sus aliados del Pacto por México, e incorporando a sectores como los padres de familia. La decisión de la sección 22 de dejar una representación en el plantón generó importantes discusiones y polémicas. Pero lo importante es evaluar los límites y debilidades que explican que, después de meses de heroica lucha, no se le torció el brazo al gobierno. Esto es fundamental ya que el movimiento tiene que buscar las vías para lograr la abrogación de la reforma educativa.

Organizar desde las bases un plan de lucha unificado

El magisterio mostró una tendencia a la acción coordinada y sincronizada entre los sectores que salieron a la lucha. La protesta se nacionalizó y el descontento –resultado de años de hartazgo con las políticas priistas y panistas– se expresó en las calles. A diferencia de pasadas movilizaciones magisteriales, las acciones de lucha no se dieron sólo en donde tradicionalmente es más fuerte la CNTE, sino que se extendieron a la mayor parte del país. Junto a esto, contó con gran fuerza en la Ciudad de México, con un plantón de miles de profesores, que enfrentó al PRI y a su socio en el Pacto por México, el PRD y el superpolicía Mancera.

Esta tendencia a la unidad surgió desde abajo. Y planteaba la necesidad de unificar orgánicamente a los sectores en lucha y de contar con un plan de acción común. Era la oportunidad para asestar un golpe de proporciones a los charros del SNTE. Bajo esa perspectiva, desde la LTS, junto a los maestros y maestras del Boletín Nuestra Clase, planteamos propuestas concretas a los Encuentros realizados en la Sección IX. En primer lugar, la necesidad de un gran Congreso Nacional Magisterial, con delegados con mandato de base, que aglutinase a las secciones de la CNTE pero también a las bases del SNTE que en los estados se rebelaron contra los charros, así como a los padres de familia democráticamente organizados. Allí discutiríamos un plan de acción que culminase en el Paro Nacional. Además, eso fortalecería el reclamo de que toda negociación local se subordinase a la demanda nacional de Abrogación de la reforma educativa. Impulsar la organización desde abajo, al servicio de centralizar la lucha contra la reforma, fortalecería la pelea por recuperar el sindicato.

Sin embargo, la dirección de la CNTE se negó a esto. Apostaron la suerte del movimiento a combinar la movilización en las calles, sostenida por las bases en lucha, con la presión sobre el gobierno. Una vez más, la dirección del magisterio democrático apostó a una política de presión más negociación, pero careció de una clara estrategia política para triunfar. Apostó a mesas de negociación por separado, como fue el caso de Oaxaca, y concurrió a la Segob mientras había manifestantes presos en las cárceles. La política de la dirección se mostró impotente; y el gobierno logró mantener, hasta hoy, su reforma educativa.

Ante eso, la discusión en torno al plantón terminó polarizándose entre regresar a los estados o mantener la fuerte presencia en el DF. Y varios grupos de izquierda, que actúan en el magisterio, reprodujeron esta polarización, expresada entre quienes querían hacer acciones más “radicales” y aquellos que llamaban a retirar el plantón para “pasar a una nueva etapa de la lucha”. Sin embargo, esto no era la clave. Los métodos de lucha y los plantones son decisiones tácticas, y de lo que se trata es de dotar al movimiento de una orientación para triunfar. Para derrotar a Peña Nieto y echar a los charros del SNTE hay que, como planteamos en estas páginas, organizar desde las bases la resistencia, extender y sumar a la organización unificada de la lucha a las distintas secciones y votar un plan de acción escalonado hasta torcerle el brazo a Peña Nieto.

Exigir a las direcciones “opositoras” un Paro Nacional

Sin embargo, para estar en mejores condiciones de derrotar la reforma, era fundamental la coordinación y la acción unificada con otros sectores del movimiento obrero y popular. Durante los meses previos vimos a cientos de miles manifestándose contra la entrega de Pemex y en solidaridad con el magisterio. Lamentablemente, los sindicatos que se reclaman opositores se limitaron a declarar su solidaridad y participar en algunas manifestaciones. Era imprescindible que la CNTE llamara concretamente a las organizaciones obreras a convocar a un paro nacional contra las reformas estructurales y en solidaridad con el magisterio. Esto lo planteamos repetidamente en los Encuentros magisteriales. Nuevamente, la dirección de la CNTE hizo oídos sordos, y evitó un llamado explícito a la UNT y otros sindicatos. De esta forma le cubrió las espaldas a estos dirigentes, quienes en años previos prefirieron negociar la aplicación de los planes a impulsar una lucha contra el régimen y el gobierno. Aunque Hernández Juárez y Agustín Rodríguez no hubieran llamado al Paro, la exigencia del magisterio –con la autoridad que la lucha le daba–, evidenciaría el conservadurismo de los dirigentes de la UNT ante sus propios trabajadores, dándole fuerza a quienes dentro de la UNT pugnaban por el Paro Nacional. Y, sin duda, hubiera fortalecido la lucha de los maestros. Pero la dirección del magisterio estaba más preocupada en no incomodar a las direcciones opositoras que en fortalecer la lucha. Y se limitó a los llamados generales al “paro cívico nacional”, donde, más allá del magisterio y el movimiento estudiantil, muy pocos sectores se sumaron al paro.

Todavía no es demasiado tarde. Es posible extender y generalizar la lucha del magisterio, organizando un gran Congreso Nacional de las bases magisteriales para discutir el plan de acción, y llamar a los sindicatos que se reclaman opositores, junto al movimiento estudiantil y a todos aquellos que luchan contra la entrega de Pemex, a preparar un gran Paro Nacional contra los planes de Peña Nieto y el Pacto por México. Llamamos a las bases magisteriales a impulsar asambleas de base para discutir esta propuesta, y a organizarse en el Boletín de trabajadores/as de la Educación Nuestra Clase para luchar por esta perspectiva.









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