En San Quintín… Mujeres trabajando: ¡rompamos las cadenas!

26 Apr 2015   |   comentários

En San Quintín…

Mujeres trabajando: ¡rompamos las cadenas!

Francisca Daniela

“¡Si no cumplen, yo no respondo!”, dice una indígena jornalera de San Quintín detrás de una de las barricadas, y deja en claro que van a luchar hasta las últimas consecuencias. “El patrón por nosotras levantó sus riquezas… Me pagan una miseria, hoy me dieron 50 pesos, me prometieron que me van a dar luz, que me van a dar agua, pero nadie me ha hecho justicia.”

Bajos salarios, jornadas extenuantes, sin contrato, ni seguridad social, expuestas a los agroquímicos (sustancias que les generan abortos espontáneos e intoxicaciones) y al acoso sexual, viven inhumanamente las jornaleras de San Quintín procedentes de los sectores más empobrecidos de nuestro país; mujeres mestizas e indígenas, en su mayoría mixtecas y triquis. Ellas son quienes dan vida a uno de los sectores de la producción más precarizados, entregan su fuerza de trabajo a grandes empresas agrícolas.

Pero estas mujeres rebeldes, junto a sus compañeros, tomaron en sus manos la lucha contra esta terrible situación que padecen desde hace décadas en ranchos de empresarios nacionales y extranjeros, de los que son partícipes varios funcionarios y políticos de este régimen asesino.

Iniciaron una huelga el pasado 17 de marzo para exigir mejores condiciones de trabajo y denunciar los malos tratos, violaciones, abuso sexual por parte de los patrones y de los capataces. Como respuesta vienen sufriendo una dura represión pero se han mantenido en pie de lucha sin quebrarse, tratando de que su voz se escuche en todo el país.

Cuando abrimos los ojos no los podemos volver a cerrar

La mayoría de las trabajadoras padecemos esta abrumadora realidad. Las mujeres ingresamos al mercado laboral con las peores condiciones y sin derecho a organizarnos. Nos sancionan por interrumpir un embarazo no deseado, pero nadie condena a las empresas que, por sus ritmos extenuantes y las condiciones insalubres, provocan abortos espontáneos o enfermedades crónicas en las trabajadoras. Al mismo tiempo muchas son despedidas cuando quedan embarazadas o son forzadas a ocultar a sus hijos en las entrevistas de trabajo. La Iglesia también nos condena si tenemos relaciones sexuales que no están destinadas a la procreación y si somos madres solteras, pero el Estado no nos garantiza nuestro derecho a ejercer la maternidad plenamente, ni el acceso a guarderías gratuitas. Las extenuantes jornadas laborales, los altos ritmos de productividad y las malas condiciones de trabajo reducen al mínimo el tiempo que podemos dedicar a nuestros hijos e hijas.

Esto se viene agudizando a raíz de la aprobación del paquete de reformas estructurales. En lo que va del gobierno de Peña Nieto son ya decenas de miles las trabajadoras y los trabajadores que se han quedado sin empleo o han visto reducidos sus derechos laborales.

Si una mujer avanza, ningún hombre retrocede...

Para acabar con la opresión y explotación es indispensable organizarnos de forma independiente junto a nuestros compañeros de trabajo. ¡Exijamos salarios equivalentes a la canasta familiar! ¡Basta de acoso sexual y laboral! Este 1 de mayo salgamos a las calles retomando la fuerza de las aguerridas mujeres de San Quintín contra este gobierno patronal y machista ¡Paso a la mujer trabajadora!









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