Por Aldo Santos (*)

De la huelga de la UNAM a la lucha de los estudiantes chilenos: “Lo que el pueblo necesita, es educación gratuita”

28 Sep 2011   |   comentários

  • CGH UNAM 1999-2000
  • Huelga UNAM 1999-2000

Quienes hace más de 10 años fuimos parte de la histórica lucha del Consejo General de Huelga contra la imposición de cuotas en la Universidad Nacional Autónoma de México, nos sentimos hermanados con los estudiantes chilenos que llevan ya más de cuatro meses movilizándose por la gratuidad de la educación en su país.

La educación: ¿derecho o privilegio?

En México, la educación pública y gratuita es una conquista popular histórica, consagrada en el artículo 3° constitucional. La gratuidad busca garantizar que nadie deje de estudiar por sus condiciones económicas; aunque hay que reconocer que, aun así, debido a las condiciones de pobreza de la población muchos no pueden hacerlo.
No obstante, la gratuidad se ha visto constantemente socavada por las políticas neoliberales, por los recortes al presupuesto educativo, así como por la imposición de cuotas y diversos cobros –obligatorios o “voluntarios” – en la mayoría de las instituciones de educación pública; mientras el gobierno favorece a la educación privada con subsidios y exención de impuestos.
Estas medidas –que son parte de la agenda educativa de los organismos financieros internacionales, como la OCDE–, tienden a hacer de la educación un negocio, que deje de ser un derecho de la mayoría y se convierta en un privilegio de quienes la pueden pagar.

Contra esta política, cuando en el ‘99 el entonces rector, Francisco Barnés, intentó imponer las cuotas en la UNAM, los estudiantes universitarios estallamos la huelga y libramos una dura lucha en defensa de la gratuidad. Ésta culminó con la ocupación de Ciudad Universitaria por la Policía Federal, a pedido del sucesor de Barnés, Juan Ramón de la Fuente, y su segundo, el actual rector José Narro.
Muchos pagamos con la cárcel, pero tenemos el orgullo de haber logrado que la UNAM siga siendo gratuita, sentando un precedente de lo que los estudiantes somos capaces de lograr con nuestra lucha y el apoyo popular.

La lucha por la educación gratuita en Chile

En Chile, el neoliberalismo –y con él la privatización de la educación–, se impuso a sangre y fuego por la dictadura pinochetista como el modelo a seguir para toda América Latina. Modelo que continuaron, a la salida de la dictadura, los gobiernos de la “Concertación” y, ahora, el del derechista Sebastián Piñera. Debido a ello, la educación media y superior en el país andino está vedada para la mayoría. Y los que pueden acceder, gracias al sistema de “becas”-créditos, quedan endeudados por décadas.

Desde hace más de cuatro meses, los estudiantes chilenos de diferentes niveles se movilizan cuestionando este modelo educativo, bajo el grito de “se va caer, se va a caer, la educación de Pinochet”. Con marchas, mítines y tomas de colegios, reclaman “no más lucro” y educación gratuita, evidenciando el carácter reaccionario del “modelo chileno” y mostrando cuál es el camino para poner fin al ataque contra los derechos del pueblo trabajador.
En esta lucha, los estudiantes han recibido el apoyo de sus familias e importantes sectores populares: una reciente encuesta hizo constar que un 86% de la población apoya las demandas de los estudiantes en lucha. Durante el paro nacional del 24 y 25 de septiembre, convocado por la Central Única de Trabajadores (CUT), los estudiantes comenzaron a establecer lazos de unidad con el movimiento obrero. También se han ido fogueando en el enfrentamiento contra las fuerzas represivas, que se cobraron la vida de Manuel Gutiérrez, estudiante de 16 años asesinado por la policía.

Al igual que la huelga de la UNAM, los estudiantes chilenos están demostrando que es con la acción directa y la movilización en las calles como pueden enfrentarse consecuentemente los planes neoliberales.

El movimiento estudiantil contra la “transición pactada”

El CGH de la UNAM se enfrentó al proceso de auto-reforma del régimen conocido como la “transición pacífica a la democracia”: una transición pactada entre los partidos patronales para contener la crisis del priato y desviar el descontento popular hacia las elecciones, que buscaba fortalecer a las instituciones para poder continuar con los planes antiobreros y antipopulares.

En un principio, en la huelga se expresaron dos tendencias: la de los “moderados” y la de los “ultras”, como los llamó la prensa. Mientras que los primeros querían limitar el movimiento a reivindicaciones meramente estudiantiles y terminaron boicoteando la huelga; el sector “ultra” que se mantuvo hasta el final (del que la LTS-Contracorriente fue parte), puso en cuestión la antidemocrática estructura de gobierno de la Universidad y el sentido social de la misma. Así, la lucha del CGH contra los planes imperialistas para la educación y por la democratización de la Universidad, actuó como “caja de resonancia” de profundas contradicciones sociales.

Manifestando en reiteradas ocasiones su independencia de todos los partidos patronales y su negativa a abandonar la lucha a cambio de promesas institucionales, el CGH se ganó el odio de toda la “clase política”, incluyendo al PRD y los “moderados” que, afines a este partido, actuaban en el movimiento estudiantil. Desde la LTS y Contracorriente, apostamos a que, desde una perspectiva independiente, el movimiento estudiantil se convirtiera en catalizador del descontento popular, convocando a la movilización de los trabajadores y el resto de los sectores populares, contra el priato y la transición pactada. Aunque esta perspectiva no se concretó, por la represión al movimiento y el accionar de los líderes charros en el movimiento obrero, que impidieron forjar la necesaria unidad obrero-estudiantil, la lucha del CGH dejó sentado un enorme precedente combativo para las generaciones y luchas venideras.

En los ‘90’, en Chile también hubo una transición política que contuvo el descontento popular contra la dictadura militar e instauró la democracia, llamada “concertación”. Una “democracia” para ricos que conserva la herencia pinochetista, negándole educación, salud, vivienda y otros derechos a la mayoría.
Una “democracia” que sirvió para continuar aplicando a rajatabla los planes neoliberales, por los que hoy el gobierno del derechista Sebastián Piñera se encuentra desgastado. Lamentablemente, las direcciones del movimiento estudiantil y obrero, como la CONFECH y la CUT, respectivamente, encabezadas por el Partido Comunista, pretenden desviar el descontento hacia las elecciones municipales del próximo año y evitar que detone una gran crisis del régimen heredero del pinochetismo.
Para ello necesitan desactivar la movilización de los estudiantes. Al servicio de esta política está la “mesa de diálogo” que estableció la CONFECH con el gobierno sin consultar a la base y que no parte del reclamo de educación gratuita. Esta política comienza a ser repudiada por diversos sectores de la base estudiantil, que han comenzado a decir: “¡ningún diálogo que no parta de la exigencia de educación gratuita!”. Porque la demanda de educación gratuita, cuestiona el carácter clasista de la educación.

Nuestros compañeros del Partido de Trabajadores Revolucionario en Chile, vienen luchando porque el movimiento estudiantil asuma una clara postura independiente de las instituciones, los partidos patronales y las direcciones, como el PC, que le hacen el juego al régimen.
Sólo así, el movimiento podrá convertirse en un referente que incentive la lucha de todos los sectores oprimidos y explotados contra la privatización, no sólo de la educación, sino también de la salud, de la vivienda y de los recursos naturales (como el cobre); en apoyo a las demandas largamente postergadas de los pueblos originarios (como los mapuches); contra la represión y el autoritarismo del régimen; para acabar con esa “democracia” para ricos y abrir una nueva etapa de la lucha de clases en aquel país.

El CGH, un ejemplo de auto-organización

Si el CGH de la UNAM pudo sostenerse durante más de diez meses en huelga, rechazar las migajas que ofrecieron las autoridades y evitar la traición de los “moderados” perredistas, es gracias a que se constituyó como un organismo de auto-organización, basado en delegados revocables, rotativos y con mandato de las asambleas de cada una de las escuelas.

Hoy, los estudiantes chilenos comienzan a cuestionar, con la consigna de “ni dirigentes de barrios altos, ni faranduleros”, a los voceros y líderes de las federaciones burocráticas que se muestran dispuestos a negociar por migajas.
El movimiento estudiantil en Chile tiene el reto de poner en pie una organización que lo represente democráticamente, basada en delegados revocables, rotativos y con mandato de base, como fue el CGH, como un paso elemental para llevar adelante la lucha y acabar con la dirigencia burocrática de las federaciones.
Desde la LTS, llamamos a todas las organizaciones estudiantiles, obreras y de izquierda, a solidarizarnos con la lucha de los estudiantes chilenos y a poner en pie un gran movimiento de apoyo internacional que retome el ejemplo y las lecciones de esta lucha.

* Aldo Santos. Integrante del Comité de Huelga de la Facultad de Filosofía y Letras durante la huelga de la UNAM de 1999-2000, detenido por la Policía Federal Preventiva en el Auditorio Che Guevara junto a más de mil estudiantes, incluyendo a muchos integrantes de la LTS y de Contracorriente.









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