Calderon y la CNDH: impunidad y encubrimiento a los asesinos

01 Apr 2007   |   comentários

Casi dos meses han transcurrido de la violación sexual de la indígena
nahua Ernestina Ascencio Rosario, y las contradicciones en las declaraciones de las instituciones inmiscuidas no dejaron
de presentarse, ante el evidente ataque sexual a una mujer de más de
70 años por militares, en la sierra Zongolica. Lo asentado desde el primer peritaje, pasando por las primeras declaraciones de la Sedena, de Felipe Calderón y del presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, José Luis Soberanes, no son más que la evidencia de la enorme complicidad para que siga reinando la impunidad y no se castigue a los culpables de semejantes crímenes que podríamos catalogar de lesa humanidad, por su grado de crueldad y sus secuelas.
Hoy los crímenes de estado, que vienen desde los años 1968-71,
pasando por la «guerra sucia», las masacres de Acteal, Aguas Blancas, los homicidios de obreros, ecologistas, periodistas y defensores de los
derechos humanos, son muestra de que éste gobierno «de mano dura», no dejara de aplicar y solapar estos métodos, siguiendo las enseñanzas del antiguo gobierno priísta. Sus actores no tendrán nada que temer, ya que gozarán de impunidad porque tienen a los intocables a sus espaldas para protegerlos.

La CNDH no ha hecho más que seguir la línea de encubrimiento de los
delitos cometidos por el aparato policial y militar, vimos por ejemplo su
desarrollo en el caso de los campesinos de San Salvador Atenco, donde
«tardó» seis meses en reconocer que los llamados «excesos» cometidos por policías municipales, estatales y la PFP, «pudieron haber incurrido en violaciones de los derechos humanos». Vimos
también su rol en Oaxaca donde integrantes y simpatizantes de la APPO
y el pueblo en general, fueron violentados en sus más elementales
derechos democráticos y humanos. Y éste organismo, después de que la
CIODH emitiera los resultados de su visita reconociendo que efectivamente «se habían violentado los derechos humanos en el Estado de Oaxaca», y después de una larga polémica nacional, se vio obligada a decir que entregaban su recomendación en el sentido de que «se pudo haber incurrido en violaciones a los derechos humanos».
No se puede confiar en esta CNDH, que solapa las políticas de un gobierno inspirado en la ultraderecha yunquista. Se muestra el carácter de estos organismos, creados desde arriba para cubrirle las espaldas a los regímenes burgueses, con puestos burocráticos y salarios altísimos; muy distintos a organismos independientes y vinculados a los trabajadores y los sectores populares.

Hoy vemos que no son respetados los mínimos derechos elementales,
como, por ejemplo, el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo. La
violación de los derechos humanos en este gobierno parece que será el pan nuestro de cada día; y será encubierta por este organismo «defensor y promotor de los derechos humanos».
En base a esta situación vemos la importancia de plantear la defensa de
todos aquellos sectores (trabajadores, campesinos, estudiantes e indígenas) atacados en sus derechos al trabajo digno, la educación y la salud; en su derecho a la libertad de expresión y la información, coartados por este gobierno y sus instituciones. Opinamos
que conformando una Coordinadora Nacional contra la Represión, nos
permitirá defender nuestros derechos elementales y defendernos de la
represión de este régimen.









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