Historia

Parte I

La revolución cubana, una lectura alternativa

15 Nov 2007   |   comentários

La penetración capitalista en Cuba se baso en el control de la tierra con el surgimiento de las grandes haciendas y la gran burguesía terrateniente dedicada al ganado y al cultivo de azúcar. Para el siglo XX los propietarios azucareros serán dueños de los más avanzados ingenios, lo que posibilitaría que Cuba se convirtiera en el principal productor mundial de azúcar, primero bajo la égida del dominio español y, después de la guerra de independencia, del imperialismo norteamericano.

La Cuba del siglo XX se encontraría poblada por negros esclavos, blancos propietarios y una naciente pequeño burguesía de blancos que son pequeños propietarios de tierra que se colocan alrededor de los latifundios o en las urbes. Muchos, sin posibilidad de explotar su pequeña parcela de tierra o de convertirse en comerciantes ingresan como asalariados en diversas manufacturas o se integran al cada vez más nutrido campo de asalariados de los ingenios. El desarrollo de estos últimos es motorizado por la revolución industrial desplazada a la isla, con la "tecnologización de los ingenios": la caldera de vapor, el ferrocarril como medio de transporte. El esclavo deja de ser esclavo para convertirse en asalariado; cesa la importación de esclavos y se abren las puertas de la inmigración, preservándose algunas formas precapitalistas como el latifundio y las relaciones sociales entre el campesino y el señor de la tierra.

En las cercanías del siglo XX, La Habana comienza a ser el centro del tráfico comercial y el control político, bastión de los grandes jefes militares, la burguesía azucarera y el turismo norteamericano. La guerra de independencia motoriza el surgimiento de la Cuba moderna que desde su génesis nace subordinada a Estados Unidos. El proyecto político de la naciente burguesía nacional (El Partido Revolucionario Cubano) termina subordinándose al imperialismo y abandonando el antiimperialismo martiano.

La clase trabajadora en Cuba y la revolución de 1933

El desarrollo capitalista en Cuba, motorizado por la penetración imperialista configuró a un proletariado diversificado en tres sectores, los obreros del cañaveral abocados a la zafra, los trabajadores de los ingenios y los obreros tabacaleros.

Desde la guerra de independencia la clase obrera comenzaba a jugar un rol destacado en la lucha. [1]

Será en 1933 que las masas trabajadoras cubanas entren en la escena política como sujeto y actor, contra la sangrienta dictadura de Machado que se caracterizó por la persecución y represión contra las organizaciones de la clase obrera y el asesinato de activistas y trabajadores. Ya para este año había surgido en Cuba la primera central sindical, que en su fundación adhirió al programa de la Tercera Internacional inspirado por el partido bolchevique. Había ya en el joven movimiento obrero una importante gimnasia de lucha y organización que se forjó al calor de movimientos reivindicativos, lucha por salario, por reducción de la jornada laboral, donde se tendieron puentes de unidad con el campesinado cubano.

Para 1933 estalla la huelga general que abarcó a los tabacaleros, los obreros del papel, del cañaveral y en primer lugar a los trabajadores de los ingenios. Estos últimos habían expulsado a los dirigentes traidores y se comenzaron a organizar en asambleas democráticas con representantes rotativos y revocables que llevaban mandato a una asamblea general. La huelga general del ’33 deviene en insurrección y gracias al proletariado cubano (cuyas organizaciones eran influidas por los trotskistas) cae una de las dictaduras más sanguinarias de la primera mitad del siglo XX. Lamentablemente la revolución del 33 fue capitalizada por sectores de la burguesía nacionalista cubana en alianza con las organizaciones de izquierda como el joven y estalinizado partido comunista y no por un poder de los trabajadores. Pero este primer embate sería un hito en la experiencia y organización de la clase obrera cubana.

Cuba en el centro de la lucha de clases latinoamericana: la revolución del 59

La revolución cubana generó una amplísima simpatía en las masas latinoamericanas, y desde su triunfo estuvo franqueada por el acoso imperialista. La revolución de 1959 tiró a Fulgencio Batista, el dictador militar que profundizó la dominación imperialista sobre la isla y fustigó con el terror la resistencia de las masas cubanas. Además, en su dinámica terminó expropiando a los capitalistas y terratenientes e instauró un Estado Obrero deformado [2]. De esta forma, la isla caribeña le demostró al mundo que el fin de la opresión imperialista, sólo puede venir de la mano de la expropiación del capital.

En el ´52, Batista encabeza un golpe de Estado auspiciado por Estados Unidos conocido como el madrugazo. Se apoyaba también en la burguesía y el ejército que querían evitar un alzamiento popular producto de la crisis económica, el hambre y el brutal desempleo. La izquierda organizada, por ejemplo el PSP [3], se restringió a condenar de palabra al nuevo régimen sin plantear ninguna alternativa de hecho para las masas obreras y campesinas. Serán los estudiantes los que tomen la estafeta y protagonicen las primeras manifestaciones contra la dictadura y los primeros enfrentamientos contra el ejército. El Partido Ortodoxo y su dirigente Fidel Castro tendrán en ese descontento la base social para el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. El asalto es derrotado y sus protagonistas encarcelados, de ahí el famoso alegato de La historia me absolverá del propio Castro. Ya liberado, iniciará la formación del Movimiento 26 de julio que concita el apoyo y entusiasmo en sectores de la juventud. [4]

Por su parte, el movimiento obrero cubano estaba dirigido por una burocracia encabezada por Eusebio Mujal, que era adicto a Batista. Aún con esta camisa de fuerza, los trabajadores inician, desde 1955, una férrea resistencia contra la dictadura, mediante la huelga en Santiago, Camagüey y otras ciudades. Los zafreros, de demandas reivindicativas pasan a corear la consigna de ¡abajo el gobierno criminal! después de que la huelga fuera reprimida.

En 1957 los obreros de la ciudad de Santiago vuelven a la escena con la huelga general, repudiando el asesinato de Frank Pais. [5]

La acción obrera obliga al movimiento 26 de julio a ver hacia los trabajadores como agentes de la resistencia contra la dictadura. [6]
Luego del desembarco del barco Granma, el M26 de julio se instalan en la Sierra Maestra con el apoyo de sectores del campesinado y una red de apoyo urbana. El programa de esta organización pretendía volver a la Constitución de 1940, convocando a un frente antidictadura que restaurara la democracia. A finales de 1958, el M26 derrota al ejército de Batista en Santa Clara y para el 1° de enero de 1959 la huelga general permite la entrada de la insurgencia a la ciudad de La Habana y la instauración del gobierno provisional de Manuel Urrutia Lleó. La acción del movimiento obrero fue fundamental para la caída de la dictadura y el triunfo del M26.

Si bien el imperialismo al principio, dio su venia al M26 de julio, una vez consumada al primera parte de la revolución, los Estados Unidos van a comenzar un intenso boicot contra el nuevo gobierno.

Aunque los planes iniciales de Fidel Castro y del M26 se limitaban a la democratización del régimen político, los acontecimientos los obligan a ir más allá. Las masas imponen medidas que atentan contra la propiedad burguesa al gobierno del M26 (al que consideran su propio gobierno), toman en sus manos el "ajuste de cuentas" con los explotadores, ocupando ingenios y refinerías, mientras los campesinos efectivizan la reforma agraria. Ante el embate de las masas y la creciente hostilidad burguesa e imperialista, " Castro y el M26 inaugura una dinámica de contragolpe, oponiendo a cada medida del imperialismo y la burguesía, una contramedida revolucionaria" [7].

La proclamación del carácter socialista de la revolución en 1961, convierten a Cuba en la esperanza de los oprimidos y explotados de toda América Latina. En el siguiente artículo de esta sección abordaremos las tareas que comenzaron a realizar los trabajadores cubanos, las contradicciones que la propia revolución y el carácter de su dirección engendraron, así como las lecciones de esta gesta histórica, patrimonio de los pueblos latinoamericanos.

NOTAS
[1] Esta frase de José Martí los resume elocuentemente: "Lo que hacemos el silencio lo sabe. Pero eso es lo que debemos hacer todos juntos, los de mañana y los de ayer, los convencidos de siempre y los que se vayan convenciendo, los que se preparan y los que se rematan, los trabajadores del libro y los trabajadores del tabaco: ¡juntos pues, de una vez, para hoy pare el porvenir, todos los trabajadores!".

[2] Le llamamos deformado, retomando las definiciones de Trotsky, en relación a que por medio de la conquista del poder político se logró la expropiación de la burguesía y los terratenientes, se nacionalizó la propiedad, se logró el monopolio del comercio exterior, así como la planificación centralizada de la economía etc. Sin embargo este estado obtuvo características deformadas debido a que el poder fue tomado por una organización político-militar de origen pequeño burgués y no por las organizaciones democráticas de las masas trabajadoras, así como también por la aparición de una burocracia que al ponerse al frente de la organización estatal impide el ejercicio directo del poder y de la organización del estado por parte de los trabajadores y el campesinado pobre.

[3] Partido Socialista Popular de filiación estalinista.

[4] Cabe señalar que el asalto al cuartel Moncada fue repudiado por el estalinismo cubano (haciéndole juego a la dictadura) que condenó a los jóvenes de "aventureros y pequeño burgueses".

[5] Frank País fue un organizador urbano del movimiento 26 de julio, vinculado con la clase obrera y el estudiantado.

[6] El propio Guevara planteará a propósito de la huelga del 57 que la misma "… sirvió para que nos diésemos cuenta que era necesario incorporar a la lucha por la liberación de Cuba al factor social de los trabajadores e inmediatamente comenzaron las labores clandestinas en los centros obreros para preparar una huelga general que ayudara al Ejército Rebelde a conquistar el poder"

[7] Estrategia Internacional Nro.20, Pág. 194.

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