La ofensiva reaccionaria contra los trabajadores del SME

30 Oct 2009   |   comentários

El 10 de octubre, Calderón lanzó un duro ataque contra el Sindicato Mexicano de Electricistas, ocupando militarmente las instalaciones de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y decretando su extinción. Inicia así una nueva etapa en la ofensiva contra los trabajadores, contando para ello con la complicidad del PRI, con el cual ha fraguado distintos acuerdos en el Congreso.

La finalidad de Calderón es doble. Por una parte, obedeciendo a los compromisos con el gobierno de los EE. UU., las transnacionales y la burguesía nativa, quiere liberar el camino hacia la privatización completa de la industria eléctrica, como parte de un plan orientado hacia el conjunto de los recursos energéticos y la “joya de la corona”: PEMEX. En el caso de la industria eléctrica, un importante porcentaje de la generación ya se encuentra en manos de capitales privados y lo que se pretende es avanzar sobre las áreas aun no concesionadas. El ataque actual es el resultado de la subordinación a las transnacionales y muestra la intensificación de la ofensiva imperialista sobre nuestro país. A la vez, Calderón pretende –por la vía del despido masivo– profundizar una ofensiva sobre el salario y el empleo. No es casual la campaña, difundida por los medios de comunicación, que sostiene que los trabajadores del SME son “privilegiados” por su Contrato Colectivo, discurso que hace años fuera utilizado en la privatización de Telmex y contra los trabajadores de la salud. La ofensiva sobre el SME es la punta de lanza de un plan para acrecentar la explotación y para liquidar las conquistas de los trabajadores, descargando sobre sus espaldas los costos de la crisis económica.

Junto a esto, el gobierno persigue un claro objetivo político: cambiar bruscamente la relación de fuerzas con el movimiento obrero y de masas. La liquidación de una de las principales organizaciones sindicales, de gran historia y tradición, es una operación minuciosamente planificada para sentar un precedente para todo el movimiento obrero, poniendo a la ofensiva al gobierno, e intimidar y evitar el desarrollo de cualquier acción de protesta.

Emerge la resistencia obrera y popular

La medida gubernamental despertó una inmediata reacción de los electricistas. A las pocas horas, en la mañana del domingo 11, decenas de miles de trabajadores se movilizaron, y en los días siguientes se multiplicaron las brigadas y las actividades de protesta en distintos estados del centro del país.

El 15 de octubre, se realizó una de las movilizaciones obreras más multitudinarias de los últimos 10 años. Cientos de miles de manifestantes, encabezados por los electricistas y sus familias, acompañados de trabajadores universitarios, telefonistas, maestros, entre otros, se movilizaron con gran combatividad. La participación de nutridos contingentes estudiantiles mostró la emergencia de una nueva vanguardia universitaria que simpatiza con la lucha de los trabajadores. La importancia de la movilización del 15 de octubre radica en que se vio la centralidad de los trabajadores, en una acción política de enfrentamiento al gobierno y sus planes, realizada además en el centro político, económico y administrativo del país, así como en otros estados.

Se muestra cómo, ante el ataque, sectores de trabajadores pueden salir a luchar. Es lo que indican tanto la huelga del Sindicato del Colegio de Bachilleres, como las movilizaciones de la CNTE o la destacada participación de trabajadores de la salud en la marcha del 15/10, a pesar de que la dirección traidora de Valdemar colabora abiertamente con el gobierno y persigue a quienes se solidarizan con el SME. Aunque en los días siguientes no hubo convocatoria a ninguna acción similar a la movilización del 15 ni a la realización de una huelga en solidaridad, los trabajadores electricistas continuaron realizando mítines, asambleas y un constante brigadeo junto a organizaciones solidarias, estudiantes y trabajadores de otros sindicatos.
El gobierno se juega a quebrar por cansancio y hambre el conflicto. El tiempo corre y se están perdiendo días fundamentales en los cuales se fortalecen las posiciones del gobierno y puede cundir la desmoralización en sectores de los trabajadores. Esto sólo puede evitarse con una política clara y contundente, donde el SME y todas las organizaciones obreras muestren su disposición a luchar hasta el final. Eso pasa, en primer lugar, por una huelga nacional en solidaridad, y por la organización, desde las asambleas de base de los electricistas, junto a otros sectores obreros y populares, de un plan de acción tendiente a recuperar las instalaciones para los trabajadores.









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