PTR desde Chile

Inestabilidad en el régimen y lucha de clases

03 Jan 2014   |   comentários

Nicolás Miranda

Los resultados de las elecciones hacen imposible ocultar los escenarios de inestabilidad que se acercar para el régimen. Bachelet en segunda vuelta fue elegida presidenta con solo el 25% del total de habilitados para votar, a Matthei le correspondió apenas el 15%, senadores como Allamand fueron elegidos con el 8%, Girardi el 13%; en total, los parlamentarios de la Nueva Mayoría representan al 23% del electorado, y los de la Alianza, tan sólo al 17,6%.

La derecha, fracturada como veníamos planteando, se desgrana. La Nueva Mayoría ya está cruzada por tensiones. En el fondo, se trata de la pérdida de sus bases sociales, que quedan en disponibilidad. Las 9 candidaturas de la primera vuelta ya lo anunciaban, los nuevos movimientos políticos lo confirman. Pero todos carecen de raíces en las clases sociales y sus fracciones. Sus intentos de controlar o canalizar los procesos de lucha de clases serán dificultosos. Y en este escenario, siguen su tendencia a intensificarse. Ahora mismo, un nuevo paro portuario, como en marzo y abril también en Mejillones, comienza.

La pérdida de las raíces sociales de los partidos del régimen

Las acusaciones cruzadas sobre la responsabilidad de la derrota electoral de la derecha, arrecian: Allamand y Ossandon de RN, Hernán Larraín de la UDI apuntan al gobierno, que responde con ataques personales.
Tres figuras de RN, el senador Horvath, Carmen Ibañez, Hernán Larraín Matte, ya renunciaron a su partido. En la UDI se pide refundarla, se acusan de caudillismos y favoritismos. La fundación de Piñera por fuera de RN, su anuncio de que no retomaría la militancia en su partido, al igual que su vicera Cecilia Pérez, debilitará a los partidos de la derecha. Lo mismo que el movimiento Evópolis de Kast, que además ficha a jóvenes funcionarios que Piñera quería militando en su Fundación.

Es el fin de la derecha tal como la conocíamos en estos casi 25 años. Qué nueva forma tomará, aún no está dicho.

Lo importante, es que es expresión no tan solo de la derrota electoral, ni siquiera de la derrota cultural como algunos la llaman (por no haber sintonizado con las nuevas demandas sociales para desde allí reafirmar sus ideas). Si no, de algo más importante aún: refleja el inicio de la pérdida de raíces sociales. Un columnista de un diario decía al pasar, que la UDI había perdido su “voto popular”. Y no se fue a la Nueva Mayoría.
Que también pierde sus raíces sociales. Que no se fueron evidentemente a la derecha. Las clases sociales quedan en disponibilidad. De aquí es que se abre un período de inestabilidad política, de vaivenes, de intensificación de la lucha de clases, y del surgimiento –y no en acuerdos en salones- de nuevos partidos. Y no sólo patronales.

Los partidos del régimen empiezan a quedar en el aire. Lo expresa patéticamente El Mercurio: ante el triunfo de la Nueva Mayoría, plantea recurrir a “contrapesos” institucionales: la Contraloría, el Tribunal Constitucional, etc. También, al “sentido de responsabilidad” de Bachelet, alertando que de no hacerlo, vendrán choques sociales: “todas las áreas citadas son de alta sensibilidad: nada lo es más que la Constitución, y por la elección del sistema educacional de sus hijos la gente está dispuesta a movilizarse, como históricamente se ha demostrado. Si en estas y otras materias, mediante su mayoría circunstancial en las cámaras la Nueva Mayoría desoye en la práctica el sentir del 38% de los chilenos, en vez de convencer de las bondades de sus propuestas, buscando los grandes acuerdos que han sido habituales en toda la legislación chilena trascendental, se puede llegar a una polarización que nadie desea, y que sería un franco retroceso. Es evidente que aquellos que eligen un curso de polarización pueden lograr resultados de control político en el corto plazo, pero eso pronto deviene en deterioro nacional, reveses económicos, incertidumbre y choques sociales” (Editorial, 16/12). Esperan la conformación del Gabinete para ver el rumbo que tomará el Gobierno. Bachelet ya adelantó algo.

Bachelet, los empresarios y los trabajadores

Bachelet tranquiliza a los empresarios, entre sus primeras declaraciones, afirmó que las reformas que se propone llevar adelante no suponen una amenaza para el sector privado “ni para nadie en el país”.

Al movimiento estudiantil, le anuncia reformas, pero cosméticas. No habrá que quedarse sentados en las comisiones parlamentarias y las mesas de diálogo.

A la vez, a los trabajadores les ofrece migajas: La agenda laboral no fue incluida como un eje del programa, limitándose a compromisos como la eliminación del multi RUT, el fortalecimiento de sindicatos y la negociación colectiva. Y respecto al decisivo problema del derecho efectivo a huelga, lo dejó en el aire: tan sólo que se “avanzará” en una eventual eliminación del reemplazo de trabajadores en huelga. Y nada del despido por necesidad de la empresa” (otra de las armas de la patronal para impedir la sindicalización y el derecho a huelga efectivo).

No será de su mano que los trabajadores también obtengan la “tranquilidad” que les asegura a los empresarios. ¿Será entonces de la mano de los parlamentarios de la Nueva Mayoría?

El rol de la DC y del PC
El Gobierno deberá avanzar en reformas, no solo por ser promesas de campaña. Sino porque el pueblo trabajador, el movimiento estudiantil, se las cobrará en las calles, y las planteó, para sacarnos de las calles, y que sean satisfechas por su Gobierno mediante el Parlamento. Pero serán un Gobierno y un Parlamento cruzado por tensiones.

La DC buscará matizar las promesas de campaña. Ya se impone que la reforma constitucional, sea en el Parlamento binominal de parlamentarios que representan apenas el 23% y menos. Su rol de moderador, de freno, ya se prepara.

Por otro lado, el PC actúa como modo de darle legitimidad a la Nueva Mayoría, ampliando su base social, dándole una cobertura por izquierda. En las palabras de Ignacio Walker, el presidente de la DC: “Más allá de las diferencias con el PC, que son archiconocidas, tal vez uno debe preguntarse si existe un bien superior, y el bien superior es que son tan ambiciosos los compromisos programáticos y tan altas las expectativas, que el gobierno de Bachelet, con toda la legitimidad que tiene, va a necesitar una base de apoyo social y política muy amplia”. El PC dice que sólo busca el cumplimiento del programa: ¿el mismo, como vimos, que no integra muchas de las demandas más sentidas de los trabajadores?
Así, el régimen perdiendo raíces sociales, con fuertes tensiones, será fuente de choques. La lucha de clases, atravesando momento de flujo y reflujo, se intensifica.

Patrones y trabajadores
La clase patronal se prepara. La Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), el gremio que los agrupa, ya anuncia que hará oír su voz. Que a cada propuesta, “colaborará” con una contrapropuesta. Y no solo gremialmente. También a través de sus partidos: la UDI ya anunció su rechazo a casi todas las medidas que se tomen, la DC que las moderará, el PPD que las canalizará con los “diálogos ciudadanos”, etc.
Los trabajadores continúan sus procesos de huelgas, paros y movilizaciones. Al momento de escribir estas líneas, se inicia un nuevo paro portuario en Mejillones. No sólo por demandas salariales, también en defensa de su sindicato, y por el derecho a la negociación conjunta de trabajadores contratados y eventuales. Objetivamente, embisten contra el Código Laboral de la dictadura.
Pero, a diferencia de los patrones, con su única voz gremial en la CPC y sus partidos del régimen, la clase trabajadora está dividida sindicalmente y sin un partido propio, revolucionario, para ir hasta el final con sus métodos de lucha sin quedar atrapados en el pantano parlamentario.

Poner en pie un partido revolucionario de la clase trabajadora para la lucha de clases
Hay que prepararse para el período que se avecina. La principal tarea, en cada paro, huelga y movilización, será unificar las filas de los trabajadores bajo las banderas de una política de la clase trabajadora independiente de toda variante patronal, con los métodos de la lucha de clases, y basado en la democracia directa de los trabajadores. Sólo con los métodos de la lucha de clases podremos arrancar nuestras demandas.
Al ponerse en discusión de los anuncios de las reformas, habrá que organizarse para luchar por quitar todo maquillaje, impedir todos los “matices”, no encandilarse con la arena de la disputa parlamentaria. Y eso sólo será posible con los métodos de la lucha de clases.
Para esto, hay que poner en pie un partido revolucionario de la clase trabajadora para la lucha de clases, como el que lucha por construir nuestra joven liga el Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR).
Que se prepare para luchar -removiendo todos los obstáculos como el PC, sus direcciones burocráticas y los antineoliberales que sólo echan polvo sobre sus ojos-, para que la clase trabajadora, capaz de paralizar y poner en jaque a la clase patronal, una detrás de sus fuerzas, a todas las fuerzas de los estudiantes, pobladores y mapuche. Y abra el camino de una salida de los trabajadores a las contradicciones del conjunto del régimen, y terminar con toda la herencia de la dictadura, que sigue en pie, independiente de toda variante patronal, y uniendo detrás de sus fuerzas, las del movimiento estudiantil, el pueblo- nación mapuche, los pobladores, y todos los explotados y oprimidos.









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