BOLIVIA: TRIUNFO DE EVO Y RATIFICACIÓN DE LOS AUTONOMISTAS

¿Y después del referendum, qué?

14 Aug 2008   |   comentários

El 10/8 el gobierno y la prensa celebraron la “fiesta democrática” a la que se sumaron hasta los opositores más recalcitrantes. En las vísperas, el acuerdo entre el gobierno, la CNE y las cortes electorales departamentales pro-autonomistas había “interpretado” la ley adoptando el criterio del 50% +1 de los votos para la ratificación o no de los prefectos, allanando el camino a las urnas. La OEA (Organización de Estados Americanos) desplazó 120 observadores para supervisar el evento, mientras la ONU y los gobiernos del MERCOSUR reafirmaban su “preocupación por la democracia”. Presentamos un primer análisis, cuando todavía están decantando los realineamientos en la escena política boliviana.

Un triunfo importante para el MAS en el marco de la polarización

Evo se ratifica en la presidencia con un 67% de los votos a nivel nacional (en 2005 había logrado un 53,7%), arrasando en el Altiplano y las áreas rurales y elevando su votación en el Oriente (en Pando ganó y en Santa Cruz y Tarija logró un 40%) mientras empató en Chuquisaca. El gran apoyo en el departamento de La Paz y la ciudad de El Alto contribuyeron mucho a un respaldo que le da nuevo aire al gobierno luego de los varios traspiés políticos en las consultas departamentales autonomistas de la primera mitad del año.

El resultado y la amplia participación (83% del padrón) reflejan que en amplios sectores populares, en el campo y en los pueblos originarios, pero también entre los trabajadores y capas medias empobrecidas, hay amplias expectativas en Evo, al que sienten como “su” presidente, por su extracción sindical e indígena, con ilusiones renovadas por los planes sociales, las promesas democráticas y nacionalistas y canalizando el rechazo a la derecha abiertamente burguesa, terrateniente y proimperialista.

La derrota de “Pepelucho” Paredes (La Paz) y Reyes Villa (Cochabamba) favorece al MAS y sus aliados, que pueden jugarse a lograr el control de dos prefecturas claves en las futuras elecciones. Posiblemente, el gran perdedor sea la derecha parlamentaria (PODEMOS, UN, MNR), que queda desdibujada, con los autonomistas de Oriente consolidados como la “oposición real”.

Pero al mismo tiempo los prefectos opositores de la “media luna” -Rubén Costas, Mario Cossio, Fernández y Suárez- se “plebiscitaron” envueltos en la bandera autonomista (aunque los resultados departamentales muestran que su control no es tan contundente como pretenden), mientras que en las ánforas urbanas se expresó el ánimo conservador de la pequeña burguesía.

La aritmética electoral refleja de manera distorsionada la enorme polarización social y política sobre líneas territoriales que caracteriza el proceso boliviano. El triunfo del MAS no es suficiente para allanar el camino a sus reformas mientras que las victorias autonomistas muestran los límites de la derecha a nivel nacional.

Otra vez llamando al diálogo

Al calor de los festejos, Evo renovó las ofertas de diálogo y concesiones a los autonomistas: “‘Estamos convencidos de que es importante unir a los bolivianos, y la participación del pueblo con su voto es para unir a los distintos sectores del campo y la ciudad, del oriente y del occidente, y esa unidad se hará juntando la nueva Constitución Política del Estado boliviano con los estatutos autonómicos’, afirmó Morales” (ABI, 11/8/08).

Por su parte, los prefectos opositores agrupados en el CONALDE llamaron al “desarme espiritual” (Cossio), a hacer “todos los esfuerzos por un reencuentro” (Fernández) y a un “acuerdo con el diálogo” (Suárez) (La Razón , 11/8/08).

Rubén Costas había reiterado ante la TV la necesidad de un “gran acuerdo nacional”, aunque tras la votación se mostró más reacio diciendo que avanzará en la “autonomía de hecho” con elecciones a asambleístas y “subgobernadores”, impulsando una “policía departamental” y una “agencia tributaria” propia. Esto parece ser más un intento para negociar desde posiciones de fuerza, condicionado por la extrema derecha local que llegó a gritar “independencia”. En efecto, al mismo tiempo Gabriel Dabdoub, fuerte empresario cruceño que encabeza a la CEPB (central patronal boliviana) declaró que “El pueblo quiere paz y se deben deponer las actitudes contrarias a ésta y sentarse a dialogar y alcanzar la concertación a través de un mecanismo que permita encontrar estas semejanzas, porque sin duda hay más afinidades que divergencias (…) pero éstas deben ser rescatadas y buscadas con el diálogo’ (ABI, 11/8/08).

Y a esto se suma un coro que va desde la Iglesia a la fuerte presión internacional de la ONU, la OEA , Lula, Cristina Fernández, etc., reclamando se abran negociaciones y poniendo un límite a los sectores más exaltados del autonomismo.

Posiblemente en los próximos días y semanas se irán perfilando los canales de un nuevo proceso de negociaciones, entre forcejeos y condicionamientos para hacer pesar las respectivas posiciones validadas en las urnas, siendo ya dos ejes de confrontación la “compatibilización” de la nueva Constitución y los estatutos autonomistas y la demanda departamental por el Impuesto Directo a los Hidrocarburos.

Un horizonte cargado de nubarrones

Sin embargo, el revocatorio no resolvió la crisis política y reafirmó la polarización. Se abre un momento de esfuerzos por negociar y refuerza el camino de las urnas para encauzar la crisis (ya se perfila un calendario de nuevas elecciones departamentales, municipales, posible referéndum por la nueva CPE), pero es difícil lograr un “gran acuerdo nacional” que permita asentar un nuevo régimen político reconocido por todos, acuerdo reaccionario que sólo podría consumarse a costas de las más elementales demandas populares.

La clase dominante, a pesar de su irritación, necesita del MAS como única fuerza de contención ante un movimiento de masas explosivo, y su principal estrategia probablemente seguirá siendo el desgaste y bloqueo a las iniciativas del gobierno, como la nueva Constitución, esperando al 2010.

Al mismo tiempo, los vientos reaccionarios que soplan en la coyuntura sudamericana también se hacen sentir en Bolivia y esto impulsa a la derecha a presionar y al MAS a hacer mayores concesiones, aunque sin poder desentenderse de un expectante movimiento de masas. Por ello, en medio de las profundas contradicciones que alimentan una crisis política ya crónica, no puede descartarse que nuevos factores -una crisis económica severa, “cortocircuitos” políticos, provocaciones autonomistas o un estallido de masas-, reactualicen la posibilidad de conspiraciones golpistas “para poner orden”, pasos hacia la secesión o el espectro de la guerra civil, en suma, de enfrentamientos más abiertos entre la contrarrevolución y la revolución.

La vanguardia obrera y popular necesita superar los límites que le impone el MAS y dotarse de un programa a la altura de los desafíos y amenazas que la etapa plantea.

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