Una vez más, miles de jóvenes rechazados de la educación superior

26 Apr 2015   |   comentários

Una vez más, miles de jóvenes rechazados de la educación superior

Nancy Cázares

En días pasados se llevó a cabo la primera vuelta del examen de ingreso a la licenciatura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Como todos los años, decenas de miles de jóvenes quedaron excluidos. Mientras en México los partidos gastarán millones de pesos en las próximas elecciones, la falta de presupuesto sigue siendo el argumento para no garantizar el derecho de nuestra juventud a acceder a la educación.

Oculto tras un discurso de competencia, el examen de selección aplicado por el Centro Nacional de Evaluación (CENEVAL) pone a cientos de miles de jóvenes a pelear anualmente para obtener uno de los escasos lugares en alguna de las universidades. Año con año la verdad se hace evidente: cada vez más estudiantes con “alto puntaje” se quedan fuera.

El Estado se lava las manos

Así pues, ¿si no es el puntaje, qué es? La falta de inversión en la educación es lo que hace no sólo que no se construyan más universidades públicas y se optimicen las existentes, sino también que los lugares que ofrecen las escuelas sean menos de los necesarios para satisfacer la gran demanda. La educación se convierte así en un privilegio por el que hay que competir y la responsabilidad de no acceder a ella recae únicamente en los alumnos bajo la lógica de “hay que estudiar más”.

Las escuelas de paga o “patito” que ofrecen una formación técnica, han tenido un auge importante en los últimos años y no es un fenómeno aislado. La universidad está convirtiéndose en un espacio elitizado y elitizador que anualmente forma, por la modificación a los planes y programas de estudio bajo el mando de la OCDE, a miles y miles de obreros altamente calificados quienes al salir al mercado laboral, no tendrán más opción que ejercer en condiciones precarias con tal de tener un trabajo. La dinámica de competencia continúa y el Estado se lava las manos.

¿No que no hay dinero?

Recientemente la familia de Enrique Peña Nieto fue captada adquiriendo productos en uno de los paseos más costosos de Beverly Hills (que viene a sumarse, con “la casa blanca”, a los tropiezos de la familia presidencial). Este es sólo uno de los casos en que la clase política mexicana se exhibe haciendo gastos que son una bofetada para un país con altos índices de pobreza (más allá de lo que con programas sociales se ha querido ocultar) y en los que el argumento para no invertir en educación, el campo y la salud es la falta de presupuesto debido a la baja en el precio del petróleo y al alza del costo del dólar. No sólo no se invierte, sino que se recorta el presupuesto asignado.

Los lujos de los políticos, sin embargo, son sólo la parte más visible de su condición parasitaria. Al aproximarse las elecciones, basta echar una mirada al presupuesto que se le asignará a cada uno de los diputados (casi 149 mil pesos). Las dádivas con las que los partidos pretenden ornamentar la farsa electoral provienen de nuestros impuestos. Aludiendo al dicho de que “se da con la izquierda lo que con la derecha se arrebata”, se da con míseras despensas lo que con impuestos se quita.

De esta forma, los partidos patronales buscan mantenerse en el poder invisibilizando que durante todos los años que lo han detentado jamás ha sido en beneficio del pueblo pobre y trabajador que los vota, sino que, por el contrario, se mantienen a expensas de su explotación y de su empobrecimiento.

Educación para los sectores populares

Frente al despilfarro de los poderosos y el recorte al sector educativo, es necesario que los estudiantes rechazados, junto a quienes están matriculados, se unan en un gran movimiento para luchar por el aumento del presupuesto educativo en base al no pago de la deuda externa e impuestos progresivos a las grandes fortunas, como las de los magnates Carlos Slim y Germán Larrea. Estos fondos deben garantizar el pleno acceso a la educación media y superior para los hijos de los trabajadores, los campesinos y los pueblos originarios, que tengan acceso a libros y comedores gratuitos y dinero para viáticos. Sólo este camino puede llevar la lucha por una educación superior al servicio de los trabajadores, los campesinos y el pueblo.









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