Historia

SEGUNDA PARTE

UNA REINTERPRETACION DE LA REVOLUCION CUBANA

18 Feb 2008   |   comentários

El artículo anterior sobre la revolución cubana, como parte del ciclo de revoluciones del siglo XX en Estrategia Obrera, abordamos las condiciones que posibilitaron el inicio de la primera revolución socialista triunfante en América Latina, definiendo las características principales del los sujetos sociales actuantes (sobre todo el movimiento obrero) hasta 1959. Presentamos ahora la segunda parte de esta lectura alternativa donde explicamos la relación existente entre la dirección Movimiento 26 de julio -M26- y las fuerzas motrices de la revolución.

El programa desarrollista del M26

Es importante analizar brevemente el programa de la dirección pequeño burguesa 1 de la revolución cubana de 1959 que buscaba el desarrollo del capitalismo nacional en los marcos democráticos y de justicia social.
En la introducción a las tesis del M26 puede observarse cómo el proyecto político, apelaba al apoyo económico de los sectores industriales y empresariales cubanos para las transformaciones de la isla caribeña. Puede leerse lo siguiente: «Lo primordial es el acento de la política gubernamental: si distributivo o el productivo. El gobierno democrático del M26 cuidara celosamente por altos salarios para el obrero y altos ingresos para el ciudadano. Junto a esa política distributiva, de justicia social estará obligado a hacer crecer la economía, desarrollarla, poner la técnica en la producción nueva: los núcleos beneficiados de trabajadores, campesinos, comerciantes e industriales, buscamos como lo primero en la orden del día crecer»2
El M26 proponía un desarrollo nacionalista burgués armónico en el que todas las clases estarían empeñadas, una vez eliminada la dictadura, en realizar el desarrollo del capitalismo cubano uniendo a las clases explotadas y la burguesía nacional.

La ofensiva imperialista y la respuesta obrera y campesina.

Después de instaurado el gobierno provisional en manos del M26 y de sectores de la burguesía entreguista, en 1959 se siguió estimulando a los industriales buscando el pago de salarios altos. Sin embargo el empuje revolucionario de las masas, obligó al gobierno a tomar medidas cada vez más radicales contra la burguesía. Se confiscaron bienes (por medio del Ministerio de Recuperación de bienes Malversados), se implementó una reforma agraria (al estilo del reparto agrario nacionalista burgués), se construyeron viviendas, escuelas, hospitales, se realizaron medidas de redistribución del ingreso, etc.
EL gobierno del M26 intentó mantener relaciones con el gobierno de EUA: «El gobierno de Cuba esta en la mejor disposición para discutir sin reservas y con absoluta amplitud todas las diferencias y declara que no existen imposiciones para la realización de negociaciones, manteniendo las relaciones diplomáticas y económicas profundizando la tradicional amistad entre los pueblos cubano y norteamericano»3
Sin embargo el imperialismo norteamericano, temeroso de perder sus principales inversiones en la isla caribeña, emprendió una campaña militar y de boicot contra el nuevo gobierno. En 1959, la Habana es bombardeada por aviones procedentes de EUA, la OEA (Organizaciones de Estados Americanos) desconocen al gobierno. Se la compra de azúcar cubano y la burguesía nacional comienza el boicot empresarial (por ejemplo en la industria petrolera como Texaco).
Mientras el imperialismo incrementaba su ataque militar, el movimiento obrero organizado y el pueblo pobre respondió con una ofensiva política y económica, que presionó por izquierda al gobierno nacido de la revolución.
Se crearon milicias obreras contra la reacción imperialista, cuando se realizaban los boicots norteamericanos el Congreso Obrero Nacional, luchaba más radicalmente contra el mujalismo4, e impuso el control obrero en fábricas, que después el Gobierno del M26 nacionalizaría.
En tanto, el gobierno propuso la indemnización por 20 años de las tierras latifundistas, que según la ley agraria propuesta por el M26 el campesinado las confiscaría.
El M26 fue rebasado rápidamente por los acontecimientos. Y se inaugura la etapa de «la revolución a contragolpe»: a cada medida contrarrevolucianaria propiciada por el imperialismo el movimiento obrero y de masas empuja al M26 a asumir medidas de carácter socialista.
Debido a la radicalización del movimiento obrero y el campesinado pobre (así como la ofensiva imperialista) el gobierno del M26 se vio obligado a la creación del Ministerio de Comercio Exterior, la Junta Central de Planificación, el Ministerio de Industria que institucionalizaron las medidas socializantes que los trabajadores ya habían tomado por la vía de los hechos, radicalizando a una dirección pequeño burguesa a tomar medidas .5
Para octubre de 1960 se decreta la nacionalización de los bancos nacionales y extranjeros, se nacionalizan 382 grandes empresas (105 azucareras, 50 fábricas textiles, 8 empresas de ferrocarriles, etc) que estuvieron resguardadas por las milicias revolucionarias contra el boicot. Finalmente esta dinámica revolucionaria de «contragolpe» culminó en 1961 (año en que el gobierno norteamericano realiza un bombardeo en la área conocida como bahía de cochinos en la batalla de Playa Girón) tras la declaración socialista de la revolución cubana, decretando la nacionalización de los industriales capitalistas nacionales y extranjeros, el monopolio del comercio exterior así como el respeto a las tomas de tierras de los campesinos radicalizados. Surge así el primer Estado Obrero latinoamericano, que realizó importantes medidas de carácter social pero surgió con la enorme contradicción de tener a su cabeza una dirección no revolucionaria y profundamente burocrática.

Características del Estado Obrero cubano.

Trotsky definió a los Estados Obreros que habían realizado las tareas de la revolución socialista, pero que sufrían el yugo de la burocracia que había expropiado el poder político a los trabajadores, como Estados Obreros burocratizados. En el caso cubano, la ola revolucionaria puso en su cresta al M26 que era un partido-ejército de estrategia guerrillera con programa de reformas políticas del capitalismo.
Como dijimos antes, el empuje de las masas obligó a esta dirección a ir mas allá de sus propios intereses pero el problema del gobierno se resolvió a favor de esta nueva burocracia, ya que no fueron los obreros y campesinos cubanos y sus organismos de autodeterminación los que tomaron el poder político. A falta de un partido revolucionario, las masas cubanas vieron en el M26, el instrumento para llevar a cabo sus reivindicaciones. Se instauró así un gobierno que avanzó en la transformación del régimen de propiedad y el carácter del Estado y que, a pesar de apoyarse en las clases explotadas estableció sobre ellas un férreo control (que los marxistas llamamos de tipo bonapartista 6) con métodos burocráticos y paternalistas. El contenido social de este gobierno estuvo flanqueado por múltiples contradicciones: la presión imperialista y la contrarrevolución interna por un lado, la presión de las masas y el ala izquierda del propio M26 por el otro, y la emergencia cada vez más decisiva de «un ala centro» ligada a la burocracia de Moscú y el estalinismo cubano. Estas características son las que le dieron al Estado obrero cubano su carácter deformado, que luego del aplacamiento de la dinámica revolucionaria y el acercamiento con burocracia del Kremlin, devino en la estalinización del régimen político. La consecuencia de que no surgiera un gobierno de los obreros y campesinos fue que el régimen burocrático promovió la desigualdad social (privilegios, jerarquías, etc.), así como el mantenimiento de un régimen de partido único que impedía la organización de obreros, campesinos y otras fuerzas revolucionarias (como los trotskistas), en tanto que la propia dirigencia cubana actuó activamente para evitar que el auge revolucionario en Centroamérica por ejemplo – inspirado en la propia revolución cubana- no desemboque en nuevas revoluciones, respetando la máxima castrista de «ni una cuba más en América Latina»7.
Para el marxismo revolucionario, la tarea era y sigue siendo la defensa irrestricta de las conquistas de la revolución frente al ataque imperialista y la contrarrevolución interna, que hoy son minadas por medidas que apuntan en un sentido restauracionista. Esto va de la mano de la lucha contra la burocracia cubana, y por una revolución política que le otorgue el poder a los organismos democráticos de la clase obrera y el resto del pueblo, para que surja un gobierno de obreros y campesinos que defienda las conquistas de la revolución y sirva como avanzada de la revolución latinoamericana.

NOTAS

1 La búsqueda de una revolución democrática burguesa por parte del M26 es evidente por al carácter de su programa económico votados por la propia dirección del movimiento. Estos fueron elaborados por Felipe Pazos y Regino Boti, este ultimo funcionario de la CEPAL (Comisión Económica Para América Latina) Organismo institucional creado por La ONU en 1949 principalmente para el análisis y desarrollo social «dinámico de la región». Su apuesta política es el desarrollo capitalista nacional autónomo, apelando a la dirección de las burguesías nacionales a la industrialización, siendo el estado el principal impulsor del desarrollo industrial.
2 «Pensamiento Económico (Tesis del movimiento Revolucionario 26 de julio») Pensamiento Político Económico y Social de Fidel Castro, Edit, Lex, La Habana, 1959, P. 78.
3 Vania Bambirra, La revolución cubana una reinterpretación» Nuevo Tiempo, 1987 P. 143.
4 El mujalismo es la corriente burocrática que mantenía la dirección de los sindicatos desde época de Batista.
5 Trotsky dice en el Programa de Transición: «Es muy improbable, pero no puede de antemano la posibilidad de que en circunstancias excepcionales (guerra, derrota, quiebra financiera, ofensiva revolucionaria de las masas, etc.) los partidos pequeño burgueses , stalinistas incluidos, puedan ser empujados mas allá de ,lo que desearían por la vía de la ruptura con la burguesía»
6 De tipo específico o sui generis. Llamamos bonapartismo sui generis, según Trotsky define a ciertos gobiernos de la periferia semicolonial que oscilan «entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. (...) Se eleva, por así decirlo, por encima de las clases»
. El caso cubano, específico porque al estar ausente la burguesía del estado, el gobierno solo descansa sobre las clases explotadas, impedidas de conquistar instituciones de democracia directa que expresen su autodeterminación.
7 La postura del Che difería en esto diferente de Castro, proponía la extensión de la revolución y definía a todas las burguesías latinoamericanas como reaccionarias. Pero partidario del «foco», era opuesto de la estrategia marxista revolucionaria basada en la autoorganización democrática de las masas y que ve en la insurrección de masas el método para derrotar al capital e instaurar un estado obrero.

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