Se realizo la VI Conferencia de la Fraccion Trotskista-Cuarta Internacional

07 Sep 2009   |   comentários

  • Fila de desempleados
  • Francia 2008

Durante más de una semana se reunieron en Buenos Aires, Argentina, delegaciones de las organizaciones hermanas de Brasil, Argentina, Bolivia, Chile, México, Costa Rica, Venezuela, Francia (incluyendo los delegados del ex Groupe CRI) y el Estado Español para participar de la VI Conferencia de la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional.

Los principales temas abordados, con una intensa y productiva discusión fueron: Situación mundial, América Latina, la lucha por la Cuarta Internacional y las vías para su reconstrucción, y la discusión sobre la situación nacional y la construcción de la FT en los distintos países (Argentina, Brasil, Francia, Venezuela, Bolivia, México, Chile, Costa Rica, etc.).

Como base para la discusión se presentaron dos documentos centrales: “A casi un año de la caída de Lehmann Brothers. Situación y perspectivas de la economía mundial”, y “La importancia del programa y el álgebra de nuestra construcción”.

Además, se presentaron documentos nacionales y de construcción por cada uno de los grupos de América Latina y Europa y se contó con aportes sobre “La coyuntura latinoamericana” y “La lucha por la IV Internacional y el internacionalismo orgánico” además de contribuciones de los camaradas de Francia. La reflexión común y las intervenciones de los delegados permitieron, no sólo profundizar la elaboración colectiva, sino constatar el dinamismo y desarrollo de los jóvenes equipos dirigentes de nuestras organizaciones. Presentamos a continuación, de forma muy condensada, algunas de las principales discusiones de esta conferencia.

El Año I de la crisis mundial

La primera sesión de la Conferencia estuvo dedicada a analizar minuciosamente la situación y perspectivas de la economía mundial, luego de transcurrido un año de la quiebra de Lehman Brothers. Lo primero que constatamos es que, durante este período, la caída en el comercio mundial, en el PBI y en la cotización de las bolsas tuvo una magnitud similar al año I de la Gran Depresión. Esto confirma nuestra caracterización, estamos viviendo una crisis histórica del capitalismo mundial.

En segundo lugar, abordamos los primeros síntomas de recuperación tanto en Francia y Alemania, a los que se agrega, en estos días, la economía japonesa. Generalizando, podríamos decir que, si la economía no está marchando tan mal como en los meses anteriores, eso se debe a la amplitud extraordinaria del apoyo estatal, sin precedentes en tiempos de paz. Para dar una idea de lo que estamos hablando, para la economía norteamericana, esto representa una inyección equivalente a 11 puntos del PBI. Esto es lo que explica los mejores resultados del segundo trimestre del 2009. Pero estas medidas, ¿son sustentables en el tiempo? Y de ocurrir una recuperación, ¿qué características tendría?

Evidentemente, el nivel de gasto estatal norteamericano no podrá sostenerse en el tiempo sin graves consecuencias para la posición del dólar. El abultadísimo déficit fiscal podría generar dudas sobre los bonos del gobierno y el dólar y llevar al retiro de capitales de Estados Unidos, una posible depreciación del dólar podría llevar a una nueva caída abrupta de la economía mundial.

A su vez, todos los elementos estructurales que llevaron a la crisis, tanto de la economía real como del sistema financiero y bancario no han cambiado sustancialmente. Enumeremos algunos: a) Varias corporaciones industriales han disminuido brutalmente los costos salariales con despidos o reducciones de horas lo que les ha permitido mejorar los balances pero no han aumentado de conjunto las ventas; b) Las ejecuciones hipotecarias van a seguir aumentando, lo que impide que se detenga la caída del precio de las viviendas, un elemento esencial para el inicio de una recuperación del mercado hipotecario; c) Cada vez más el aumento del desempleo, y no los créditos subprime, es lo que explica la incapacidad de pago de los hogares.

En cuanto al sistema bancario, continúa descapitalizado en gran medida. Los resultados recientes no deben crear ilusiones: la presentación contable es más permisiva, las ventas excepcionales de activos mejoran los balances y lo esencial de las ganancias está proporcionado por las entradas obtenidas por las operaciones de la Bolsa reanimada. A esto se suma que los bancos están aprovechando las necesidades de financiamiento de los Estados y de las empresas, que deben pagar primas y tasas de interés cada vez más altas para conseguir fondos. Sin embargo, siguen sumando nuevos créditos incobrables y los activos tóxicos no han desaparecido de sus carteras, por lo cual no sorprende que en lo que va del año se hayan acelerado las bancarrotas bancarias en EE.UU. (77 en total), incluida la del Colonial Bank, la más espectacular desde la caída del Washington Mutual (comprado por JPMorgan Chase en 2008), y una de las veinte más importantes desde 1980. Esto sin hablar de nuevas pérdidas de gigantes como en los seguros AIG o Fannie Mae en el segmento hipotecario.

Esta situación se combina con una debilidad de liderazgo de Obama, que se está poniendo en evidencia con el fiasco de la reforma de la salud, lo que puede disipar la ilusión de que es un líder eficaz. Su política hacia el sistema bancario, esencial para la recuperación económica, está totalmente diseñada por Wall Street a través del Secretario del Tesoro Geithner y el Consejero Nacional Económico de la Casa Balanca, Larry Summers, a los que Obama les ha dado carta blanca.

En conclusión, la persistencia de los elementos de crisis estructural muestra que en cualquier momento puede ocurrir una recaída y que, en el mejor de los casos, de existir una recuperación, ésta será débil y frágil. No hay posibilidades de que la economía mundial vuelva al viejo statu quo – caracterizado por la caída del ahorro de los hogares y el sobreendeudamiento, entre otros elementos-, pero hasta el momento, tampoco parece emerger nada nuevo de la crisis, a pesar de su amplitud y violencia.

La crisis económica, las relaciones interestatales y los posibles escenarios estratégicos

La Conferencia también discutió sobre las relaciones entre los Estados y los escenarios que se empiezan a vislumbrar, en el marco de que, producto de la crisis, está cuestionado el predominio de Estados Unidos en el sistema económico mundial. El salto en la crisis de la hegemonía norteamericana que esto significa, luego de la debacle de Irak y el fracaso de la estrategia neoconservadora de “rediseñar el mundo”, abre un período histórico de fuertes convulsiones en la arena mundial donde la inestabilidad económica va azuzar las crecientes tensiones geopolíticas que ya existían con anterioridad a la crisis, como por ejemplo entre Rusia y Estados Unidos, que estuvo detrás del conflicto militar en Georgia.

Estos elementos, junto a un aumento de la lucha de clases como subproducto de la crisis, actualizan la definición marxista de la época imperialista como una época de crisis, guerras y revoluciones. Ya estamos viendo algunos pequeños adelantos: el golpe de Estado en Honduras, la huelga general semiinsurrecional en Guadalupe, el lento resurgir del proletariado industrial, aunque inicialmente sufra derrotas, como los métodos radicales de los trabajadores franceses, la heroica ocupación de 77 días de la planta de la automotriz Ssangyong en Corea del Sur, o el despertar obrero en Venezuela y en Argentina (más extendido pero aún poco radicalizado). Otros elementos que muestran el carácter convulsivo de la situación son las tensiones entre Colombia y Venezuela, las nuevas amenazas de Rusia en Georgia y la alianza de Moscú con el régimen de Irán, al que podría proveer de armamento sofisticado para contrarrestar los planes ofensivos de Estados Unidos su zona de influencia.

Uno de los debates fue contra las visiones pacifistas, socialdemócratas o centroizquierdistas, que suponen que el mundo está avanzando hacia un orden multipolar, después de décadas de hegemonía norteamericana, al que ven en marcha en las Cumbres del G20 o en las reuniones del BRIC. Estas visiones tranquilizadoras son completamente utópicas. Detrás de este maquillaje se empiezan a perfilar las tendencias más agresivas y ofensivas de las distintas potencias imperialistas. Por un lado, estamos viendo una tendencia a la concentración del capital alemán en el Este europeo, manteniendo buenas relaciones con Rusia. Esta creciente autonomía del imperialismo alemán con respecto a Estados Unidos, es un hecho nuevo con respecto al mundo de post guerra, y algo que Estados Unidos está tratando de socavar. En ese sentido, la continuidad de la política agresiva hacia Rusia de la administración Obama -expresada, por ejemplo, en el intento de instalar un escudo misilístico en Polonia- busca desestabilizar esta potencial alianza, aunque esto no significa que los EE.UU. y Alemania estén ya en un curso de choque abierto en la región.

La otra cara de la política agresiva norteamericana contra Rusia, y por esa vía hacia el imperialismo alemán, es el cortejo de EE.UU. a China y a la burocracia restauracionista de Pekín, con quien ha iniciado un “diálogo estratégico”. Esta política, que comenzó durante la presidencia de Bush, tiene un doble objetivo: defensivamente, busca evitar que China se alinee en un bloque asiático junto con Rusia y ofensivamente, busca las vías de avanzar en transformar a China en una semicolonia, liquidando los márgenes de autonomía estatal que ésta ha gozado en los últimos años, subordinándola a sus intereses, con el objetivo de encontrar quizás un nuevo respiro para el capitalismo. Este ambicioso objetivo estratégico del imperialismo norteamericano, supone que los próximos años estarán plagados de enfrentamientos y conflictos de clases agudos.

Las perspectivas de China

Lejos de aquellos que ven en China una potencia en ascenso, la verdad es que su economía dependiente enfrenta serios problemas, terminado el ciclo en el que Estados Unidos actuaba de consumidor en última instancia de la economía mundial y en particular de la producción excedente china. Esta realidad obliga a China a reducir drásticamente su capacidad de producción y llevar adelante una serie de medidas como la liberalización del sector servicios, una profunda reforma de su sistema financiero, así como ampliar las oportunidades de negocios capitalistas en el campo donde aún viven unos 900 millones de personas gracias a una economía de subsistencia (y a los ingresos que revivían los migrantes a las ciudades), en el marco de que aún no está permitido la comercialización de la tierra.

Si por el contrario China decide mantener su capacidad de producción y seguir exportando sus excedentes, arriesga una guerra comercial no sólo en el Este asiático sino también con EE.UU. y Europa. Además, ninguna economía semicolonial a la que ahora se están volcando creciente las mercancías chinas, por más importante que sea, puede reemplazar el mercado norteamericano.

Estados Unidos busca disminuir el ritmo de la contracción de la demanda por medio de la expansión fiscal, pero el enorme déficit fiscal lo obliga a buscar nuevos mercados y fuentes de dinamismo. Esto lleva a redoblar la presión sobre China para que abandone su actual modelo de desarrollo exportador, lo que implicaría no sólo quebrar los intereses creados de este fuerte sector interno, sino también que la burocracia restauracionista acepte implementar medidas que implicarían un salto en la desocupación, arriesgando la estabilidad del régimen. Este destino de una suerte de “latinoamericanización” que Estados Unidos pretende para China, puede despertar a la lucha a los millones de trabajadores y campesinos chinos, transformándola en un epicentro de la lucha de clases.

Honduras y las tendencias en América latina

En Estrategia Obrera 73 presentamos algunas conclusiones sobre la situación regional y el significado que el golpe de Honduras y otros hechos tienen, mostrando cómo frente a la crisis las burguesías y el imperialismo buscan imponer un giro político a derecha, poniendo límites a la extensión del populismo y presionando por planes económicos y políticos que les permitan descargar sus costos sobre los trabajadores y el pueblo, disciplinar a las masas y alinearse o al menos reducir las fricciones con Estados Unidos. Si bien esto alienta una recuperación de la derecha y tendencias al bonapartismo de distinto signo (que también se expresan en el curso de los gobiernos de Chávez y Evo Morales), lo que genera es mayor polarización regional y procesos de resistencia obrera, campesina y popular como los que hemos visto en Honduras y Perú. Es un elemento a destacar que el movimiento obrero esté mostrando tendencias a una mayor actividad como en Venezuela o en Argentina, donde la lucha contra los ataques patronales se une a un creciente componente antiburocrático. Hay también un despertar del movimiento estudiantil y la juventud, como muestran las recientes luchas universitarias en Brasil o en Bolivia. El problema político que se plantea ante los sectores avanzados es cómo superar al nacionalismo y populismo de Chávez, Evo Morales, Correa, entre otros, que no sólo no pueden llevar a la liberación nacional, y mucho menos a un “socialismo del Siglo XXI” de la mano de los empresarios nacionales, sino que muestran su completa impotencia para enfrentar los zarpazos de la reacción y el imperialismo, como en Honduras. Para ello es preciso redoblar el combate por la organización política independiente de los trabajadores, levantando un programa transicional, en el que ganan importancia las consignas democráticas y antiimperialistas, articuladas con el programa para que la crisis la paguen los capitalistas y el imperialismo, y las demandas que permitan soldar la alianza obrera, campesina y popular.

La lucha por la Cuarta Internacional y la vanguardia obrera

En este punto partimos de considerar que el nuevo período de crisis histórica del capitalismo pone en primer plano el problema de cómo avanzar hacia un partido mundial de la revolución socialista. Es decir, cómo encarar la necesidad de unir por sobre las fronteras a la vanguardia obrera con un programa y una estrategia para triunfar contra el ataque de los capitalistas, de las transnacionales y el imperialismo, en la perspectiva de construir una dirección revolucionaria internacional que pueda ponerse al frente de los grandes combates de la lucha de clases y dirigir a los trabajadores hacia el triunfo hasta derrotar al capitalismo imperialista y construir el socialismo internacional.

Hemos considerado siempre que la reconstrucción de la Internacional será producto de la unificación con sectores de la vanguardia obrera que se radicalicen y con alas izquierda de corrientes políticas que se reclaman trotskistas, y hemos puesto el acento en la importancia de extraer lecciones comunes de los grandes acontecimientos de la lucha de clases para converger con sectores que avancen a posiciones revolucionarias. El nuevo escenario mundial y sus perspectivas colocan como eje a discutir los problemas del programa y la política con que nos preparamos a intervenir los trotskistas.

En la Conferencia, reflexionando sobre la importancia del programa y el álgebra de las tareas de construcción internacionalista en la actual situación preparatoria, hemos podido avanzar en cómo tener una política más activa hacia la reconstrucción de la IV Internacional.

Esta tarea debe ser concebida como un proceso de fusión no sólo con aquellas corrientes o grupos que coincidan en el programa sino que además tiene una dimensión clave en la práctica política, es decir, en la forma en que nos proponemos incidir en el reagrupamiento de la vanguardia obrera, combatiendo el rutinarismo centrista de adaptaciones al sindicalismo y la democracia burguesa que han permeado mucho la práctica de corrientes que se reclaman trotskistas.

En efecto, siendo clave el programa no basta la letra, sino que es fundamental la práctica política que de él se desprenda. La mayoría de las corrientes que dicen reivindicar el Programa de Transición, en los hechos lo abandonan en su actividad en el movimiento obrero, para limitarse a un sindicalismo de izquierda que sólo levanta en forma aislada algunas consignas y se adapta a las direcciones burocráticas (aunque critique sus métodos más antidemocráticos y presione por una línea más combativa). Esta es la práctica que vemos, por ejemplo, en corrientes como Lutte Ouvriere o el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) en Francia, incapaces de luchar por una perspectiva superior ante grandes luchas en las cuales contaban con responsabilidad dirigente, como la de los obreros de Continental o frente al levantamiento en la colonia francesa de Guadalupe. Es también la práctica del PSTU en Brasil que, aunque dirige sindicatos como el de los metalúrgicos de San José dos Campos, se mostró completamente impotente para enfrentar el despido de más de 4.000 trabajadores en EMBRAER, con lo que se llegó a “una derrota producto de una lucha no dada”, como dicen nuestros compañeros de la LER-QI.

Por nuestra parte, creemos que ante la crisis y las penurias con que amenaza a los trabajadores, es fundamental agitar (y no sólo hacer propaganda) un programa transicional para que la crisis la paguen los capitalistas, que incluya el control obrero de la producción, el reparto de las horas de trabajo y la expropiación bajo gestión obrera de toda empresa que cierre o despida.

Esta agitación debe preparar las condiciones para tratar de pasar a la acción allí donde los socialistas revolucionarios ganemos influencia. Desde el apoyo a las acciones obreras y la generalización de sus experiencias más avanzadas a la exigencia de frente único a las direcciones sindicales para la lucha unificada y en fin, todo el arsenal de tácticas que sea necesario articular para intervenir de forma revolucionaria y avanzar en la fusión con lo más perspicaz de la vanguardia obrera en torno al programa de los trotskistas.

Esta preparación, aunque todavía sea a nivel de las pequeñas ligas de propaganda en el terreno nacional, es esencial para educar y moldear en una disposición a la acción revolucionaria en función del Programa de Transición diametralmente distinta a la práctica de los centristas y de esa manera, ubicarse de una manera mucho más concreta ante lo que significa combatir por reconstruir la Cuarta Internacional como un partido mundial de la revolución socialista, tarea histórica que la vanguardia obrera internacional debe tomar en sus manos para prepararse de cara a los futuros combates de la lucha de clases a nivel mundial.

La situación y las tareas de la FT-CI

Nos consideramos un destacamento avanzado de este combate. Aunque todavía somos una corriente esencialmente latinoamericana, el desarrollo de varios de los grupos con avances en la ligazón al movimiento obrero y en la elaboración de programas nacionales, junto al desarrollo teórico-político, permiten constatar que la FT se ha comenzado a convertir en un polo trotskista en lucha por la reconstrucción de la Cuarta Internacional ya no sólo de propaganda sino también de acción. Esto lo muestran ya no sólo el PTS de Argentina, con su acumulación militante y su inserción en la vanguardia obrera y juvenil en aquel pais –rica experiencia de la que dieron cuenta los camaradas obreros que expusieron sobre la expropiación de Zanon y los procesos que se viven en distintos sectores industriales y de los servicios-, sino también, aunque en menor escala en otras secciones.

Pudimos escuchar a los compañeros de Brasil explicando la participación dirigente de la LER-QI en la huelga de más de 50 días en la Universidad de San Pablo, con piquetes y una fuerte represión policial que la transformó en el más importante conflicto del país del primer semestre, siendo uno de sus referentes nuestro camarada Claudionor Brandao, dirigente del SINTUSP (Sindicato de los Trabajadores No Docentes). Los jóvenes dirigentes de Chile expusieron el dinamismo y los desafíos que se plantea Clase contra Clase. Compartimos las posibilidades políticas que se abren en México para la LTS y los desafíos que para los revolucionarios implica la situación centroamericana, asumiendo, junto a la joven LRS de Costa Rica, el desafío de extender la FT en esta región del continente. Los camaradas de Venezuela informaron de la pelea por una política obrera independiente junto a trabajadores de SIDOR. Los compañeros de Bolivia expusieron sobre la intervención en varios procesos de organización y lucha obrera en El Alto que nos ha puesto bajo los ataques de las empresas, de la burocracia sindical y del gobierno. Con la activa intervención de los camaradas militantes y simpatizantes de Francia se desarrolló una importante discusión sobre la forma y los criterios para avanzar hacia la reconstrucción de la Cuarta Internacional ante el curso cada vez más oportunista de las corrientes tradicionales del movimiento trotskista y habiendo procesos como el NPA que, más allá de su carácter centrista y su programa semi-reformista, atraen a sectores de trabajadores y la juventud. También están dando pasos en esa dirección nuestros compañeros militantes y simpatizantes en el Estado Español y Alemania, cuya labor, a pesar de su carácter inicial, es de la mayor importancia para avanzar en una construcción no sólo latinoamericana sino verdaderamente internacional.

Así, reflexionando sobre las experiencias realizadas en el último período y las oportunidades políticas que se abren, la Conferencia dedicó varias sesiones a la discusión sobre la situación y las perspectivas de los grupos de la FT en los distintos países.

Una resolución importante es la de elaborar y publicar un Manifiesto Internacional, que planteando la necesidad de la Cuarta Internacional y llamando a la vanguardia obrera a tomar parte en esa lucha, reivindique la gran tradición proletaria y revolucionaria que se sintetiza en sus banderas, explique el papel e importancia del Programa de Transición para las luchas actuales, plantee los métodos que hay que recuperar, desde la acción directa y la autoorganización al frente único obrero, señalando además cuales son las vías para avanzar en la reconstrucción de la Internacional, fusionando en torno al programa y las lecciones de la lucha de clases a la vanguardia obrera y a los sectores que evolucionen a izquierda del movimiento que se reclama trotskista.

Se decidió constituir un Comité Ejecutivo Internacional para coordinar la elaboración política y actividades de nuestra corriente internacional. Las compañeras de los distintos grupos que están desarrollando Pan y Rosas realizaron también reuniones para discutir aspectos políticos y programáticos de la cuestión de la mujer y coordinar planes y actividades.

Finalmente, entre otras resoluciones, la Conferencia adoptó la de redoblar la fuerte campaña internacional por la derrota de los golpistas en Honduras que ya hemos iniciado, llamando a las organizaciones obreras, estudiantiles y populares y a la izquierda a impulsarla sumando nuevas fuerzas. En este nuevo impulso de la campaña incluye viajes para hacer presente nuestra solidaridad en Honduras y profundizar las relaciones ya iniciadas con sectores de la resistencia hondureña.









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