Organizar ya la huelga nacional

27 Nov 2009   |   comentários

Convocado por el SME y la Asamblea Nacional de la Resistencia Popular, el 11 de noviembre se realizó el paro cívico nacional de 12 horas. Desde las 6 de la mañana, el SME y distintas organizaciones sindicales, populares y colectivos estudiantiles, empezaron a manifestarse en la Ciudad de México y otras ciudades del centro del país, contándose por miles los trabajadores que participaron en estas acciones.
Por bloqueos en las autopistas, las filas de transportes varados fueron inmensas; inútilmente la policía federal gaseó a los contingentes para intentar desalojarlos. En algunos lugares los manifestantes se enfrentaron a la policía; once trabajadores fueron detenidos y, de éstos, quedaron dos recluidos acusados de intento de homicidio. En Necaxa, los trabajadores hicieron acciones más radicales. Ante el creciente descontento, muchos quieren tomar medidas más contundentes que las realizadas hasta ahora.

El paro del 11: un avance en la lucha
A pesar de que el paro cívico se demoró en ser convocado –perdiéndose un valioso tiempo que envalentonó el gobierno para redoblar su campaña en pos de las liquidaciones- y, pese a la limitación de que solamente algunos sindicatos paralizaron sus actividades laborales, la del 11/11 fue una acción significativa y de carácter político que enervó al gobierno y a los patrones que, saben bien del potencial del descontento organizado. Y, a las 16 horas, centenares de miles de manifestantes, encabezados por los trabajadores del SME, colmaron el Zócalo y las calles aledañas, al grito de huelga, mostrando que la lucha que inició el 10 de octubre se mantiene en pie.
La del 11/11 fue la jornada de lucha, con centralidad obrera, más importante de las últimas décadas. Mostró además una fuerte tendencia a la unidad obrero estudiantil. Fue la más importante también porque se vieron acciones radicalizadas en las calles, después de décadas de movilizaciones bonachonas convocadas por los sindicatos opositores. El paro mostró la potencialidad de la clase trabajadora; la posibilidad de un salto en la unidad de los trabajadores, y nos prepara para profundizar esta batalla contra los planes anti-obreros, para lo cual es necesaria una política combativa e independiente.
Sí. Durante 12 horas, la ciudad fue “un caos vial” para el orden institucional y la clase dominante. El paso siguiente, es que vean el caos que puede producir a las ganancias capitalistas y al orden institucional, la paralización de la industria y los servicios a nivel nacional por parte de los trabajadores. Por eso es que ahora más que nunca hay que preparar y hacer realidad la huelga nacional.

Del paro parcial, a la Huelga Nacional
Lejos de cambiar su política, el gobierno muestra su cerrazón y desestima la huelga que anunció el secretario general del SME, Martín Esparza. No cree que las organizaciones que hicieron el paro convoquen seriamente a una huelga. Y es que las constantes declaraciones de la dirección sindical del SME, acompañada por los diputados del PRD y los dirigentes del movimiento encabezado por AMLO, de que esta lucha es “legal y pacífica”, sólo le dan confianza al gobierno de que su ofensiva no encontrará una respuesta de igual calibre por parte de los trabajadores y sus aliados del campo y la ciudad.
El paro mostró la radicalización de las bases electricistas y, que están a favor de acciones más contundentes. Por lo que la movilización debe mantener su combatividad y avanzar hacia formas superiores, de organización para no perder la fuerza y la capacidad demostrada. Para eso es necesario superar cualquier confianza en las instituciones y la justicia de la clase dominante. Tenemos que ser conscientes de que, si se han logrado algunas concesiones en el terreno legal, esto es resultado de nuestra acción en las calles, pues estas instituciones siempre actúan en contra de los trabajadores. No es el producto mágico de la acción de los abogados, ni de que éstos puedan “convencer” a los jueces de la justeza de nuestras demandas. La idea de que, debemos depositar todas nuestras expectativas en la acción legal - considerándola como el camino principal para obtener nuestras reivindicaciones-, es perjudicial para el movimiento obrero, porque siembra confianza en la acción “legal y pacifica” y nos desmoviliza. Cuando decimos que “son ellos o somos nosotros”, significa que sólo mediante la lucha junto al resto de los oprimidos y explotados podemos triunfar. Significa que tenemos que desarrollar una lucha con independencia de clase: esto es, que sólo debemos confiar en nuestras fuerzas y en nuestros propios métodos (como la movilización en las calles y la huelga nacional), y desconfiar de las instituciones de esta democracia para ricos y de los partidos patronales. No podemos atender el llamado a que seamos respetuosos de las instituciones y actuemos “legal y pacíficamente”, como nos proponen desde el PRD y AMLO. Porque las instituciones (que son de ellos), son para perpetuar la explotación de los capitalistas y sojuzgar a la clase trabajadora (como a los compañeros electricistas presos, rehenes de esta democracia para ricos). No puede ser una exigencia combativa exigirle al gobierno el “regreso a la constitucionalidad”: a esa constitucionalidad que viene privatizando los sectores claves de la economía y liquidando la seguridad social y los regímenes de pensiones en el IMSS y el ISSSTE, legitimadas por el Congreso y sus reformas reaccionarias constitucionales.
Y es que las instituciones capitalistas están para defender los intereses de la clase dominante (la explotadora). Las grandes luchas del movimiento obrero como Cananea y Sonora a inicios del siglo 20, no confiaron en la constitucionalidad..Las luchas contra los gobiernos neoliberales y anti.-obreros es contra esa constitucionalidad. ¡Ninguna confianza en las instituciones del régimen! ¡Solo la fuerza de la clase trabajadora y nuestros métodos de lucha puede darnos el triunfo!

Desde la LTS, que estamos hombro con hombro con los compañeros electricistas impulsando comités de solidaridad con su lucha (lo que implica en primer lugar fortalecer el fondo de resistencia), consideramos que la tarea inmediata es profundizar las acciones y preparar una huelga nacional de 24 horas, que incorpore a todos los sindicatos opositores a la medida del gobierno, llamando a que se sumen a los trabajadores de la industria y los servicios organizados o no en los sindicatos oficialistas.
Hay que ponerle fecha a la huelga y organizar desde las bases medidas concretas y un plan de acción, para lograr que seamos millones los que paralicemos el país.

Asambleas de base para organizar la lucha y triunfar

Hace décadas que no se veía en México una movilización obrera y popular tan grande en defensa de una organización sindical, como la que actualmente está encabezando el Sindicato Mexicano de Electricistas, a pesar de la furibunda campaña del gobierno contra los trabajadores sindicalizados acusándolos de “privilegiados”.
Esto se debe a que en otros momentos de su historia, éste sindicato protagonizó importantes luchas; en los últimos sexenios se ubicó en la oposición al gobierno, solidarizándose con diversas causas obreras y populares; es considerado como más combativo y democrático que los sindicatos afiliados a la CTM o la UNT; además de que está defendiendo una empresa pública y uno de los mejores contratos colectivos del país, expresión de las conquistas obreras del último siglo.
Desde que inició esta lucha, hace más de un mes, decenas de miles de trabajadores electricistas se volvieron verdaderos activistas en defensa de su fuente de trabajo, su contrato colectivo y su sindicato, nutriendo masivamente las marchas, los mítines, las brigadas y las asambleas en cada una de las divisiones del SME. El gobierno no pudo, con su oferta de liquidaciones y bonos adicionales, comprar la dignidad ni quebrar la unidad de los sindicalizados, que reivindican su derecho al trabajo, mientras el índice de desempleo a nivel nacional está en un máximo histórico.
En ese marco, un importante sector de la vanguardia electricista opina que hay que realizar acciones más radicales para derrotar el decreto del gobierno. Éste sector alentó las “tomas” de las instalaciones el 5 de noviembre, así como los bloqueos de carreteras y calles el 11 del mismo mes, acciones en las que participaron miles, de las que lamentablemente se deslindó la dirigencia del SME.
En la LTS opinamos que -ahora que está en juego la existencia de éste sindicato y, más aun, de los derechos laborales en México-, no es momento de mediatizar la voluntad combativa de los trabajadores, sino de desarrollarla conciente y organizadamente. Para ello, recuperando la mejor tradición democrática del SME, hay que fortalecer los mecanismos al interior del sindicato para que la base participe y tome sus propias decisiones. En este momento crítico no es suficiente la antigua estructura sindical, que hay que revolucionar.
Las asambleas, que se declararon permanentes al inicio del conflicto, no pueden seguir siendo sólo informativas o para avalar las “directrices” del Comité Central. En ellas deben respetarse y retomarse, si son avaladas por la mayoría, todas las propuestas para impulsar la lucha, aunque difieran de la línea trazada por el Comité Central. A la asamblea general deben asistir representantes de cada división con mandato de asamblea, rotativos y revocables, elegidos democráticamente por la base. Lo mismo a nivel local, en lugar de los plenos cerrados de cada subcomité divisional, deben realizarse plenos de delegados de base, elegidos por sector o brigada, para organizar y dirigir al movimiento.

Desarrollar la alianza obrera y popular

Esta lucha ha expresado también fuertes tendencias a la alianza obrera, campesina y popular, como mostró el “paro cívico” del 11/11 y, organizativamente, la Asamblea Nacional de la Resistencia, a la que asistieron cientos de organizaciones. Para que esta alianza se desarrolle, no basta con reuniones donde sólo se discuta la postura de los dirigentes sindicales. Y mucho menos que se imponga la postura de algunos diputados “opositores”, que temen como a la peste que la lucha se radicalice.
Por el contrario, después del paro cívico del 11, hay que redoblar la movilización, poniendo el norte en la Huelga General. Para prepararla, hay que impulsar asambleas en los centros de trabajo, escuelas y barrios, donde se unan los electricistas con los demás sectores obreros y populares. Hay que ganar a la base de los sindicatos charros para la lucha, demostrándoles que es posible organizarse democráticamente para defender nuestros derechos.
El Consejo Nacional de Huelga al que ha convocado el SME, o las próximas Asambleas Nacionales, deberían funcionar con el método de la democracia obrera, ejercida de manera directa con delegados rotativos y revocables que se atengan al mandato de las bases. En estas asambleas se debería discutir un plan de lucha unificado y un programa contra la crisis, que contemple las principales demandas de los sectores afectados por los planes del gobierno y, en primer lugar, cómo recuperar la Compañía de Luz y Fuerza.
Esta puede ser la base para que, al calor de esta lucha, emerja un verdadero poder obrero, campesino y popular, que confronte al gobierno y a las instituciones del régimen político, que quieren liquidar nuestros derechos, organizaciones y la industria nacionalizada, a favor de los capitalistas.









  • No hay comentarios para este artículo