Reforma a telecomunicaciones

Ni democrática ni anti monopolios

04 Apr 2013   |   comentários

Sofía Andrade

Esta reforma, pendiente de ratificación o modificación en el Senado, implica una serie de medidas que lejos de abonar en la “democratización” de la industria o de romper con los monopolios plantea nuevas reglas (acordadas con los magnates del sector) para preservar y redoblar las millonarias ganancias que obtienen los grandes grupos empresariales, al mismo tiempo que fortalecerá el poder presidencial, que definirá el otorgamiento de las concesiones, a favor de los patrones y las transnacionales.

El gobierno de Peña Nieto planteó como parte del ‘Pacto por México’ la reforma a nivel constitucional para que sus políticas no tengan vuelta atrás. Entre otras cosas, se contempla la inclusión de medidas que ‘obligan’ a televisoras y telefónicas a compartir infraestructura y señales (con sus respectivos contenidos), la licitación de dos nuevas señales abiertas de televisión y la apertura al capital extranjero en un 100 % en telecomunicaciones y 49 % en radio: una reforma ‘al gusto’ del capital extranjero.
También prevé la creación de un supuesto órgano regulador de las prácticas del sector (el Ifetel) donde el Presidente, cuya difusión de imagen se cimentó en sus apariciones televisivas, tendrá plenas facultades para colocar a quienes le sean afines y ceder las licitaciones con libre albedrío.

Esta iniciativa tiene el objetivo de recuperar el terreno cedido a estos grupos, y dar un poder extralimitado a la Presidencia para mantener las millonarias ganancias de los barones del sector.

El enorme poder político y económico de los Azcárraga, los Slim y los Salinas creció con base en las concesiones que el PRI les dio. Televisa logró consolidarse como el grupo mediático más imponente de México y de América Latina casi desde su creación gracias al apoyo político en la asignación de frecuencias tanto de radio como de televisión. De la misma manera, la fortuna de Slim, cercano al expresidente Salinas de Gortari, inició luego de apoderarse de Telmex, en un remate irrisorio por parte del gobierno. Por ello, durante las negociaciones de la reforma, industriales del sector presionaron mucho, a través de sus representantes diputados, para imponer sus reglas, pese al deseo de Peña Nieto por garantizar 100 % el papel rector del estado para negociar en mejores condiciones ante los monopolios de las comunicaciones.

Tanto Azcárraga como Slim aceptan una ‘competencia ordenada’ pero que les permitirá incursionar en ramos que donde ansiaban participar. No obstante, el Consejo Coordinador Empresarial realizó críticas en el sentido de pedir protección jurídica a empresarios, ante la desconfianza de que el Ifetel pueda regular una ‘leal’ competencia.

Poderes mediáticos imponen contenidos

Los poderes mediáticos impusieron que no se incluyera algún tema en torno a garantizar contenidos ‘veraces’ ni de calidad, escudados tras el falso argumento de la ‘libertad de expresión’. Lograron imponer la exclusión a los sectores sociales como universidades públicas, sindicatos y comunidades indígenas.
Los contenidos son generadores de opinión pública: lo mismo criminalizan a la juventud y a los sectores en lucha, banalizan y reproducen los estereotipos de la mujer como objeto al mismo tiempo que presentan como ‘héroe de telenovela’ a Peña Nieto, que toleró un alarmante aumento de feminicidios. Hasta la Iglesia podría adquirir una concesión pública para difundir sus mensajes conservadores.

Es necesario expropiar los medios

En 2006, la APPO en Oaxaca destacó de otros conflictos y extendió su lucha con base en la toma de radios y el canal de tv estatal y la puesta en funcionamiento de los mismos bajo control de los trabajadores en lucha. Así se pudo garantizar que las demandas magisteriales se transmitieran sin sesgos a la población e incluso permitió la programación de contenidos educativos, culturales y recreativos de calidad. La concentración mediática satanizó esta experiencia hablando de los millones que las empresas radiofónicas estaban perdiendo.

La condición que ha permitido los monopolios, en esta y otras áreas, es la propiedad capitalista de los medios.
Por ello, la expropiación sin pago de las empresas de telecomunicaciones bajo control de los trabajadores es algo que debemos pelear. Sólo así, gestionados por quienes los hacen funcionar, podrán abrirse a absolutamente todas las expresiones políticas, culturales y artísticas.









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