La receta para hacer de México un “estado asociado” a los yanquis

Militarización, entrega y represión a los que luchan

18 Nov 2011   |   comentários

La caída del helicóptero en que viajaba Francisco Blake Mora despertó hipótesis en torno a si se trató de alguna clase de sabotaje, debido a que es el tercer funcionario de alto nivel que muere –desde el año 2005– en un “accidente”. Cuando todavía falta un año del gobierno de Calderón, la perspectiva es inestabilidad política para el gobierno, y nuevas privaciones, ataque a las conquistas y a las libertades para los trabajadores, la juventud y el pueblo. Sólo una respuesta obrera y popular puede evitar más barbarie, explotación y miseria.

Un estado “infiltrado” y en proceso de creciente descomposición

Independientemente de hipótesis y elucubraciones, el solo hecho de que se plantee la posibilidad de un atentado echa luz sobre el peso que ha adquirido el llamado “crimen organizado”. Esto es resultado de la asociación entre los carteles del narco y sectores policiales, políticos y empresariales, provocando una creciente descomposición del estado.

La misma se manifiesta en el poder de fuego del narco, en su capacidad de reclutamiento y en su dominio sobre zonas enteras, como se evidencia en la lucha por el control de “plazas” como Veracruz y Monterrey. Mientras el estado aparece menguado y sin el “monopolio” de la violencia, al mismo tiempo recibe duros golpes mediáticos, como los cuestionamientos de organismos internacionales (Human Rights) que sostienen que el ejército violó los derechos humanos.

Ante esto, el ascenso del PRI y su posible triunfo en el 2012 es visto por la burguesía –y seguramente por sectores de la administración norteamericana– como una alternativa para lograr la estabilidad política que requieren los negocios capitalistas, y que–gracias a ser la principal fuerza política y tener peso institucional– podría establecer nuevos acuerdos y negociaciones con sectores del narco. No es casual que las elecciones en Michoacán, donde ganó el PRI, se hayan realizado “pacíficamente”; en un estado que tenía amplias zonas en manos del narco eso expresa, más que el control del gobierno federal, una decisión de los carteles de permitir el triunfo priista.

Ataques paramilitares y represión estatal

La llamada “guerra contra el narcotráfico” es la mayor expresión de la barbarie capitalista, motorizada además por la voluntad imperialista de transformar a México en un “estado asociado” cuyas políticas de seguridad son dictadas desde Washington. Esto va de la mano de un profundo proceso de descomposición social que ataca a las clases populares y de un aumento inusitado de la militarización, que restringe las libertades democráticas y profundiza los rasgos autoritarios de la degradada “democracia”.

En ese marco, hace algunas semanas fue asesinado Carlos Cuevas, activista universitario y tesista de la UNAM. Pocos días después, 28 manifestantes fueron detenidos en Ciudad Juárez, Chihuahua, golpeados y amenazados de muerte por la siniestra policía municipal. Ambos hechos podrían indicar que, aprovechando el manto de impunidad y de naturalización de la violencia contra la población, se preparan nuevos ataques paramilitares contra el activismo, así como nuevas acciones represivas del Estado. Pocos días después, vimos también la represión del Gobierno del Distrito Federal contra los trabajadores de Mexicana. El objetivo es amedrentar y evitar nuevas movilizaciones contra los planes de entrega y la militarización. Como planteamos en este periódico, contra esto es fundamental dar una respuesta enérgica, mediante el impulso de la amplia movilización democrática.

Se preparan nuevos ataques contra los trabajadores

Mientras los partidos del Congreso dirimen quién administrará los negocios capitalistas a partir del 2012 y los triunfos priistas en el Estado de México y Michoacán muestran que el PRI se prepara a volver a Los Pinos, se avizora la ofensiva que preparan y la creciente derechización del régimen político. Sus dos pilares (el PRI y el PAN) coinciden, con discurso neoliberal, en entregar Pemex a los capitalistas. Y es que, ante la crisis económica, la “receta” es la de siempre: devaluaciones que afectan el poder adquisitivo, despidos, privatizaciones y entrega a las transnacionales.

Mientras tanto, en el PRD tratan de aparecer como “potables” para los empresarios y el imperialismo, como evidenció López Obrador en sus encuentros nacionales y en su gira en los Estados Unidos. El flamante candidato del Movimiento Progresista “modera” su discurso, mostrando que su política también busca preservar la dominación capitalista y su régimen político subordinado a los dictados de la Casa Blanca.

Los representantes políticos de los capitalistas se aprovechan de que –después de la derrota del SME y a pesar de acciones de lucha como las del magisterio en distintos estados del país–, la resistencia obrera y popular menguó coyunturalmente. Por su parte el movimiento democrático, bajo la estrategia dialoguista de Javier Sicilia, no se desarrolló. Los sectores que resisten –como los trabajadores de Mexicana, los maestros y normalistas del DF o los trabajadores democráticos de la salud– sufren la represión, los despidos y la persecución charril.

Sin embargo, ante la crisis económica y la militarización, el descontento crece. Los discursos de las charriles COR y CROC afirmando que “movilizarán”, muestra que hay bronca en las bases de sus sindicatos. Pero, para que lograr una verdadera movilización en las calles, será necesario superar a las direcciones oficialistas y opositoras adversarias de esta perspectiva.

Retomar la movilización y la lucha

Hoy hay que unificar la lucha contra la militarización y la movilización contra los planes capitalistas. Los sindicatos, junto a las organizaciones populares, campesinas e indígenas, tienen que poner toda su fuerza en las calles e impulsar un gran movimiento contra la militarización del país. Los asalariados somos la principal fuerza social y tenemos la capacidad para poner un “hasta aquí” a la ofensiva gubernamental; con nuestros métodos como la huelga, el paro y la movilización callejera, podemos derrotar al gobierno de Calderón, frenar las reaccionarias reformas a la Ley de Seguridad Nacional y echar atrás la creciente subordinación en materia de “seguridad” a los Estados Unidos.

Junto a esto, hay que levantar un pliego unificado de los sectores obreros, juveniles y populares en lucha, que integre un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, con demandas tales como abajo la reforma laboral del PRI-PAN, aumento general de emergencia al nivel de la canasta básica, escala móvil de salarios por encima de la inflación, reparto de las horas de trabajo entre empleados y desempleados, y por echar atrás las reformas privatizadoras en Pemex.

Ante el hecho de que ninguno de los partidos con registro defiende los intereses de los trabajadores ni está por luchar contra la militarización, y que los trabajadores estamos impedidos –por estas leyes antidemocráticas y restrictivas– de presentar candidaturas propias, es necesario que los sindicatos y las organizaciones democráticas levantemos, junto a las organizaciones que nos reclamamos socialistas, una posición independiente de todos los partidos con registro. Eso implica llamar a no votar o anular el voto, y continuar apostando a la movilización y la lucha por nuestras demandas.
A la vez que planteamos esta perspectiva de lucha para los meses venideros, quienes integramos la LTS sostenemos una perspectiva socialista y revolucionaria: consideramos que la lucha contra la militarización y los planes de los patrones implica enfrentar al estado capitalista responsable de la explotación y el recorte de las libertades democráticas, y que sólo mediante la caída revolucionaria del poder burgués y del fin de la subordinación al imperialismo, esto es instaurando un gobierno de los trabajadores, los campesinos y el pueblo que expropie a los capitalistas y comience a edificar una sociedad sin explotadores ni explotados, es que podremos garantizar, integra y efectivamente, estas demandas. Para luchar por esa perspectiva queremos poner en pie una organización revolucionaria, y te convocamos a sumarte a la LTS para construirla en común.

SÓLO EDICIÓN WEB
Las tareas de los socialistas

El asesinato de Carlos Cuevas y la represión contra los activistas de Ciudad Juárez anunciaba el carácter duro que tomará la lucha de clases en nuestro país; y pocos días después, la represión en el plantón de Mexicana y los despidos a delegados del magisterio, lo confirmaba. Esto ya fue anticipado por la represión al pueblo de Oaxaca y de Morelos (2006), por los asesinatos de militantes de la Otra Campaña durante muchos años. Echa luz (¡una vez más!) sobre la impotencia política de quienes enarbolaron un discurso pacifista –por ejemplo durante la lucha del SME y el movimiento contra el fraude– de que se le puede torcer el brazo a los partidos de la burguesía sin confrontar sus instituciones, sin realizar grandes acciones de lucha, y de movilización, y sin apelar a la justa violencia de los explotados y oprimidos contra los explotadores. Cambiar radicalmente esta política es una cuestión de sobrevivencia frente a los ataques de la reacción, que siempre se envalentona cuando no encuentra respuesta de los trabajadores y la juventud.
Y esto es una cuestión de primer orden para la política de los socialistas: en cada acción de resistencia obrera, en cada movilización contra el asesinato de Carlos y en defensa de los compañeros reprimidos por el gobierno, en cada plantón que sufre el acoso policial (como los compañeros normalistas) nos jugamos el derecho a la existencia de una alternativa socialista en México; nuestra justificación histórica –como proyecto de una organización revolucionaria superior–, está dado por la capacidad de ponernos en la primera fila y estar a la altura de las difíciles condiciones de la lucha de clases. Ése es el terreno en el que puede estar surgiendo una nueva vanguardia de lucha, que se forma sabiendo que la respuesta del gobierno puede ser dura y represiva. Es el terreno donde los marxistas mostraremos nuestra estrategia, participando en la movilización, y confluyendo, en la acción, en la discusión y en el programa, con los compañeros y compañeras que salen a la lucha.
Desde la LTS, intervenimos y participamos poniendo nuestras fuerzas al servicio del triunfo de las reivindicaciones de la movilización; lo hacemos conscientes de que es fundamental construir y templar una organización revolucionaria de combate. Un partido revolucionario que se plantee luchar, en México, por un programa que enfrente la ofensiva reaccionaria sobre las conquistas laborales y sobre las libertades democráticas, contra la militarización y el ataque a los luchadores sociales, contra quienes quieren convertirnos en una estrella más de la bandera yanqui, y que lo haga además desde una perspectiva internacionalista “orgánica”, esto es, como parte de la tarea de construir una organización revolucionaria de la clase obrera a nivel internacional. Desde la LTS decimos clara y enérgicamente que, si queremos triunfar, hay que poner en pie esa organización, y llamamos abiertamente a los activistas juveniles, estudiantiles, obreros a integrarse a esa imprescindible tarea.









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