Marchan más de 150 mil personas por los normalistas al grito de ¡Fuera Peña!

07 Nov 2014   |   comentários

Al caer la noche en la ciudad de los palacios, más 150 mil personas, la mayoría estudiantes, pero también trabajadores, oficinistas, madres, padres marcharon desde el Auditorio Nacional hasta el Zócalo capitalino.

Fotografía: Netzai Sandoval

Al caer la noche en la ciudad de los palacios, más 150 mil personas, la mayoría estudiantes, pero también trabajadores, oficinistas, madres, padres marcharon desde el Auditorio Nacional hasta el Zócalo capitalino.

La tristeza abrió paso a la indignación. Las voces, los cánticos expresaron el hartazgo de esta democracia descompuesta, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

En el interior también hubo importantes acciones en 23 de las 31 entidades federativas. Paros universitarios, marchas, performances, distintas actividades culturales, bloqueos de carreteras. Se sumaron a las acciones de la Tercera Jornada Nacional e Internacional de Lucha por Ayotzinapa los estados de Guerrero, San Luis Potosí, Veracruz, Durango, Estado de México, Oaxaca, Chiapas, Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Coahuila, Colima, Guanajuato, Querétaro, Quintana Roo, Tlaxcala, Hidalgo, Michoacán, Nayarit, Zacatecas, Yucatán, Sonora y Tamaulipas.

En el site mexicano Animal Político, citan a Omar García, uno de los estudiantes sobrevivientes del ataque a los normalistas en Iguala, quien afirmó en el Zócalo de la ciudad de México: “el hecho de que todo mundo se haya indignado por lo que pasó el 26 de septiembre (en Iguala) refleja claramente que no somos solamente nosotros los indignados, como estudiantes de Ayotzinapa, (sino que) es todo un país el que ha sufrido durante muchos años estos atropellos. Y no sólo se trata de la indignación por tanta delincuencia e inseguridad, sino que hay indignación también cuando vemos al campesino sin trabajo, al obrero sin trabajo, al estudiante que después de cursar una carrera no tiene acceso a una plaza (…) Cada indignación de la población tiene que llegarnos hasta el fondo, no sólo cuando se mata o se desaparece a 43 estudiantes. Las cifras aquí no importan, somos miles en el país, somos miles de inconformes y de atropellados diariamente, y ese es el problema”.

Desde el escenario instalado en el Zócalo los padres de los jóvenes desaparecidos instaron al presidente Enrique Peña Nieto a que renuncie si no puede dar con el paradero de sus hijos. Sostuvieron que ni se moleste en volver de su próxima gira por Australia y China, que emprenderá en estos días. Asimismo, se convocó a una Caravana Nacional de las Indignaciones.

Los padres también denunciaron que el gobierno quiere dar por cerrado el caso con el anuncio de la muerte de los estudiantes desaparecidos.

¿Podrá hacerlo? Es poco probable: la indignación y el coraje que despertaron el ataque a los jóvenes que estudiaban para ser maestros rurales es muy profundo. Como señaló el estudiante Omar García, la rabia que despertó en el pueblo de México la desaparición de los 43 es la suma de toda la indignación por los innumerables agravios contra los jóvenes, los maestros, los trabajadores, los campesinos.

El descrédito del Estado mexicano

Se acaba de publicar el Informe País sobre la calidad ciudadana en México, análisis en base a encuestas realizadas en 2013. En sinembargo.mx, Raúl Flores Rodríguez sintetiza el resultado de este estudio “en los últimos 18 años se ha reducido 12% el apoyo a la democracia, en cuanto a la confianza en los partidos políticos, sólo 19% expresó su confianza sobre ellos, mientras que sobre los diputados, la confianza es apenas del 17% de los 19,000 encuestados.”

Seguramente, si las encuestas se realizaran hoy, se evidenciaría una decadencia más profunda aún del llamado “régimen de la transición pactada” en México, surgido en 1994, con el desgaste de las instituciones del régimen de 1929 –de la Revolución Mexicana hecha gobierno–, y tras el levantamiento del Ejército de Liberación Nacional Zapatista.

En ese momento, el PRI, el PAN y el PRD, a través de sus funcionarios en los distintos niveles de gobierno realizaron un proceso de “autorreforma” con una ampliación de las atribuciones del Congreso. Así descomprimieron la crisis y desviaron el descontento que inundaba las calles.

¿Qué alternativas tienen hoy estos partidos para recomponer las instituciones? ¿El pacto que quiere impulsar Peña Nieto junto a sus socios del PAN y el PRD? Es casi improbable que, frente a la indignación popular, un pacto de estos partidos odiados logre generar ilusiones y calmar el descontento. Parece constituir un intento de la clase política de cerrar filas y mostrar al gobierno de Peña Nieto con mayor iniciativa política ante las críticas internacionales y nacionales provenientes de todos los frentes.

Un pacto por arriba, que sacrifique algunos peones como Abarca –el exalcalde de Iguala– para que no cambie nada y la clase política pueda mantener sus relaciones con el narco, el empresariado y las trasnacionales en paz, parece más una declaración de intenciones que una salida viable.

El Banco de México anunció que las encuestas entre analistas prevén una baja en la ya paupérrima perspectiva de crecimiento del producto interno bruto de 2.47 a 2.30%. Las principales causas: la crisis de inseguridad y la debilidad del mercado interno; esto ya empieza a ser retomado por distintos medios internacionales, como The Guardian y también por organismos financieros privados.

El líder del movimiento de Regeneración Nacional, López Obrador, reclama elecciones anticipadas frente al reclamo de justicia y que exige la renuncia de Peña Nieto, que se expresa en las calles. Esto genera grandes ilusiones en quienes se manifiestan y ven en AMLO una posible alternativa de oposición al gobierno y los partidos institucionales. Sin embargo el cambio de una figura política que no cuestione profundamente el régimen, no va a resolver las demandas de las movilizaciones. Al encauzar la indignación y la frustración del pueblo mexicano, puede convertirse en una trampa para renovar al régimen.

Un régimen que está dispuesto a entregar los recursos energéticos a las trasnacionales, como sucede con la reciente reglamentación de las leyes secundarias de la reforma energética. Un régimen que no duda en precarizar más a los trabajadores, como con la reforma laboral aprobada al final del gobierno de Felipe Calderón, que legaliza el outsourcing, y con la reforma educativa que resisten sectores del magisterio, ya que implica inestabilidad laboral, entre otros ataques.

Un régimen coludido con los cárteles del narcotráfico, como se puso en evidencia más claramente que nunca con el ataque a los normalistas de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos”, donde el ex alcalde José Luis Abarca, militares, policías y sicarios, se asociaron para asesinar y desaparecer a estudiantes que luchan por la defensa de las escuelas formadoras de maestros y contra la reforma educativa, mientras el exgobernador Ángel Aguirre solapó esos actos brutales.

Un régimen que mantiene en la pobreza a 53.3 millones de mexicanos, mientras 71.8 millones están sin seguridad social (servicio médico y prestaciones laborales básicas), como señaló El Financiero en febrero de este año.

El México profundo de pie

Los padres de los normalistas, sus compañeros, los jóvenes de todo el país, los trabajadores, los campesinos, los pueblos indígenas: los ofendidos década tras década por los poderosos son los únicos que pueden hacer justicia por los 43 desaparecidos, los únicos que pueden construir desde las bases, una salida a los problemas que desgarran a México. La entrega a las trasnacionales, hambre y miseria para la mayoría de la población, criminalización de la protesta social, tortura, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, feminicidios, crímenes de odio, trata de personas.

La luz de la luna iluminó la rabia de cientos de miles hartos de las humillaciones que les impusieron el gobierno, sus fuerzas represivas y sus partidos corruptos. Un brillo de esperanza en las calles que guardan la memoria de las manifestaciones por la masacre de Tlatelolco, y mucho más atrás en el tiempo, del combate de los trabajadores más pauperizados de la ciudad que pelearon contra los invasores estadounidenses el 15 de septiembre de 1847, cuando los vecinos ricos la habían abandonado.

Al cierre de esta edición en Acapulco, Guerrero, cientos de manifestantes tomaron el Palacio Federal, mientras que en el Distrito Federal cientos de estudiantes clausuraron las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR).

¡Ayotzi vive! ¡La lucha sigue! El pueblo de bronce despertó. ¡Fue el Estado! ¡Fue el Estado! La poesía está en las calles, en la lucha. ¡Vivos los llevaron! ¡Vivos los queremos!









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