Cumbre de la FAO

Lucran con el hambre de millones

30 Jun 2008   |   comentários

El hambre se cierne sobre decenas de países mientras la inflación destruye los salarios. En ese marco se realizó la Cumbre de la FAO en Roma entre el 3 y 5 de junio. Si de ellos depende, lo peor está por venir. La única salida está en manos de la clase obrera y las masas pobres.

La Food and Agriculture Organization (FAO), es una organización de la ONU dedicada a la agricultura y alimentación para «Ayudar a construir un mundo sin hambre». Su Cumbre en Roma reunió a decenas de presidentes, jefes de Estado y ministros, junto a funcionarios de primera línea de organizaciones tan benéficas como el Banco Mundial. Estuvo presente el oscurantista Papa Ratzinger y el edificio donde se realizaron las sesiones fue blindado por miles de policías, que aportaron al evento la cuota represiva correspondiente. Con figuras destacadas Cristina Kirchner y Lula Da Silva.

Convocada ante la terrible crisis alimenticia y estallidos del hambre en decenas de países del mundo, desatada por la gran inflación que afecta las llamadas comodities, que son basicamente los combustibles, materias primas y alimentos. En el caso de los primeros, en apenas 3 años el barril de petróleo se disparó de 44 a 130 dólares (más de 200%). El impacto de este producto pilar de la economía mundial, ha sido enorme al encarecer la producción y los fletes. En el mismo período, los alimentos aumentaron de conjunto un 83%. Entre ellos, los productos de base alimenticia de cientos de millones de habitantes en el mundo, son los que más aumentaron: arroz, maíz y trigo en 180% en el mismo período. Según la FAO, más de 37 países tienen riesgo de inestabilidad social por escasez de alimentos, con más de 800 millones de personas sufriendo.

Las verdaderas causas del hambre

Esta es la manifestación concreta de la mala salud de la economía mundial: una fuerte presión inflacionaria generada fundamentalmente por la mudanza de importantes masas de capital especulativos a los mercados a futuros (se compran stocks en forma anticipada) de comodities que funcionan como una burbuja elevando los precios de granos y combustibles, y las ganancias de los capitalistas.

Tan es así que hoy los pulpos imperialistas del agro y los alimentos, están ganando más que nunca, mientras el hambre y la inflación asolan el mundo. En lo que va de la crisis alimenticia, las ganancias de Monsanto aumentaron 100%. Las de Cargill 86%, y así se podría seguir. A esto hay que sumar la fuerte presión que generan la producción de los agrocombustibles. Aunque el «progresista» Lula se empeñó en negarlo, es un hecho que el aumento exponencial de su producción, se ha convertido en otro motor del aumento de los precios de los alimentos. Hoy, en muchos casos se vuelve más redituable destinar maíz a producir etanol, que a alimentar a la población. En 2007, EEUU desvió 54 millones de toneladas para producir petróleo. Este año, esa cifra aumentará a 76 y el que viene superará los 100 millones. El aumento de la tortilla en México, base alimenticia de decenas de millones en ese país, estuvo directamente vinculado a esta situación.

Respuesta de la FAO

Ante esta realidad del hambre, en la Cumbre abundaron las «denuncias» y «críticas» al flagelo que cae sobre millones, así como «pedidos de ayuda» para paliarlo. Pero cuando vamos a las soluciones que estos señores y señoras toman para resolver la crisis, todos sus discursos no «alimentan» más que su cinismo e hipocresía.

Entre las resoluciones está «aumentar la producción de alimentos» y «eliminar las trabas al comercio internacional». Ambas no harán sino aumentar el problema del hambre, sumar un gran impacto ecológico por la extensión de la frontera agrícola sobre bosques y selvas, y aumentar más las ganancias de los grandes monopolios del agro. Aunque el aumento de la demanda china y otros países ha sido muy grande, no es cierto que la actual situación se deba a una «crisis de oferta», a una imposibilidad de satisfacer la demanda alimenticia. En los últimos 30 años la producción mundial se triplicó mientras que la población sólo se dobló. Hoy se produce a nivel global 17% más de calorías que entonces, a pesar del aumento poblacional. El problema es que cada vez se necesita más dinero para adquirirlos y los pobres se ven obligados a consumir menos o directamente quedan librados a la asistencia social.

Esto también es consecuencia de la creciente concentración monopólica. Hoy en día 5 gigantes mundiales del «agrobusiness» concentran el 80% del mercado de alimentos y reciben multimillonarios subsidios estatales yanquis y europeos. Así, se tiende a arruinar las producciones locales de granos de pequeños productores en los países de América Latina o África, que se ven obligados a aceptar los términos y condiciones de los pulpos sedientos de más ganancias.

En este marco, el discurso de Ban ki-Moon sobre «elevar la producción global 50% para 2050» es una excusa para impulsar la «modernización» de la explotación agraria de millones de campesinos del mundo, no es otra cosa que transformar a esos pequeños productores en rehenes de los monopolios que controlan las semillas, agroquímicos y métodos productivos (por demás contaminantes) y que les impondrán precios y condiciones. Esto a pesar de que en algunos lugares y sectores se beneficien coyunturalmente de los altos precios. En ese sentido van los llamados a liberar las restricciones al «comercio internacional». Significa que países productores de alimentos dependan de los monopolios, como fue durante la ofensiva neoliberal de los ’90 en Haití o Ruanda.

La única salida está en manos de las clases laboriosas

Finalmente, el documento salido de la Cumbre no constituyó un compromiso para nadie, pues no se interesan en resolver el problema, sino aprovechar la crisis para aumentar las ganancias capitalistas. Además, en el medio se colaron diferencias entre los países imperialistas junto con Brasil, que no aceptan su responsabilidad en la ferviente producción de agrocombustibles en la crisis alimenticia, y algunos otros países productores de alimentos. EEUU y la Unión Europea se negaron a cualquier mención en la declaración final a los multimillonarios subsidios que otorgan a sus productores e impiden que las producciones de los países pobres sean competitivas. Argentina no podía aceptar una declaratoria que incluyera las «restricciones» al comercio, que podía interpretarse como contraria a la política local de retención a las exportaciones.

Sólo la clase obrera junto a los campesinos pobres y millones de obreros rurales, pueden dar una salida progresiva a la crisis. En centros imperialistas como EEUU y Europa, hay que expropiar a los grandes monopolios del agrobusiness. Y los países productores de alimentos como Argentina, expropiar a los terratenientes y repartir la tierra entre los pequeños campesinos pobres que la trabajan, y arrebatar el negocio de la comercialización a las multinacionales imperialistas estableciendo el monopolio del comercio exterior. Sólo sobre esa base, atacando los intereses de los capitalistas nacionales y extranjeros, se puede planificar la producción y distribución de alimentos y ponerlas al servicio de las masas en el mundo.









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