La reforma política de la alternancia

15 Nov 2007   |   comentários

A fines de septiembre, las bancadas del PRI, el PAN y el PRD acordaron la reforma electoral, la cual es parte de la proyectada reforma del estado, que la clase política, los empresarios y los intelectuales discuten como una forma de “perfeccionar” el régimen político de la alternancia. Después de esto, los tres mencionados partidos se congratularon de su “independencia” de los grandes monopolios de la comunicación y presentaron a la reforma como un verdadero “avance de la democracia”.

Una reforma electoral que mantiene la antidemocracia…

Sin embargo, la realidad está lejos de eso. Por una parte, la limitación del acceso de las grandes televisoras a los recursos públicos no representa una verdadera democratización, que implicaría, en primer lugar, garantizar el derecho de cualquier grupo de trabajadores, campesinos o sectores populares, a acceder a los medios comunicativos. O que supondría eliminar la legislación proscriptiva y antidemocrática con la que obstaculizan que los trabajadores y la izquierda participemos de los procesos electorales; lejos de eso (como denunciamos en estas páginas), ahora impiden expresamente que las organizaciones obreras constituyan sus partidos políticos.

Y es que esta medida –que fue acompañada de la remoción del repudiado Ugalde al frente del IFE- no pretende realizar las aspiraciones democráticas del pueblo trabajador. Es, en primer lugar, una respuesta al alto desprestigio que arrastran las instituciones después del intento de desafuero a AMLO y del fraude de julio del 2006 y, en particular, frente a las importantes luchas que los trabajadores y el pueblo realizaron el ultimo año, como los millones que salieron a las calles a protestar contra el fraude o como la lucha de la APPO; movilizaciones que tendieron a desnudar el carácter antidemocrático del règimen.

Medidas como las restricciones a la publicidad televisiva son en cierta medida, un reconocimiento del descontento existente y de que -para garantizar mejor los intereses del conjunto de la clase dominante-, los partidos requieren algunas medidas “democratizantes” que maquillen la maltrecha imagen de la alternancia a los ojos del pueblo trabajador. No es casual que esta medida se oriente sobre las televisoras, cuando una de las demandas centrales del movimiento antifraude fue justamente el repudio al poder político de TVAzteca y Televisa.

Simultáneamente, el Congreso de la Unión adopta un rol más protagónico, distinto a los primeros meses del 2007, cuando Calderón aparecía casi como el único centro de poder político. Y es que, para lograr una mayor legitimidad, deben recurrir a esta institución “plural” y a los pactos y acuerdos en San Lázaro.

Incluso, como parte de esta operación de “maquillaje”, sectores del mismo PRI alentarían una investigación contra Fox; lo cual podría generar enfrentamientos y disputas con el PAN y el gobierno, ya que Calderón querría evitar que su antecesor saque “los trapitos al sol” del fraude del 2006.

En toda esta tarea, el rol del PRD es fundamental, impulsando y avalando una política para recomponer a los partidos e instituciones que garantizaron el fraude de Calderón contra su propio candidato. Una vez más, se muestra que el sol azteca prefiere garantizar la estabilidad de los negocios capitalistas, en contra de toda política que cuestione a las instituciones.

Pero, además, esta política de reforzamiento “democrático” de la alternancia, se combina con el ataque que continua contra las conquistas de los trabajadores y con la represión a los luchadores sociales.

… mientras continuan los planes contra los trabajadores

Y es que, en los meses recientes, la inflación de precios está castigando el bolsillo del pueblo trabajador, mientras el aumento de tarifas (como el gasolinazo) es una pesada carga para un promedio salarial que no llega ni a acercarse al costo de la canasta básica. En tanto, se descargan ataques contra importantes conquistas, como contra los trabajadores del Seguro Social (ver paginas siguientes), con la complicidad de la dirección sindical.

Los luchadores sociales y sindicales sufren día con día la antidemocracia, sea a través del accionar de las fuerzas represivas o por los dictados de la “justicia” patronal. Eso es lo que viven en carne propia los centenares de presos políticos, los militantes del EPR desaparecidos en Oaxaca, las comunidades zapatistas a manos de los paramilitares, así como también los más de 2000 trabajadores del IMSS sancionados por la dirección charra del sindicato, y la militarización que se extiende con la excusa del combate contra la inseguridad y el narco. De igual forma, la reciente difusión de la Iniciativa Mérida, muestra el entreguismo de Calderón ante Washington: alineándose con el supuesto “combate al narcotráfico” criminaliza la inmigración centroamericana y se subordina a los planes antimigrantes de Bush.

En ese sentido, la reforma del estado y la reforma electoral son también medidas que buscan fortalecer a las instituciones y los partidos, para que puedan contener mejor futuras acciones de los trabajadores y el pueblo.

Ante esta maniobra, es necesario que las organizaciones obreras y populares enarbolen una política propia e independiente. El carácter antidemocrático de la alternancia no cambiará por la mano del propio régimen, ya que, para garantizar los planes capitalistas, requieren criminalizar la protesta social y perseguir a los luchadores, al mismo tiempo que limitar las libertades democráticas de las grandes mayorías. A mediados de los ´90, ya vimos la acción de otro “desvío democrático” (la transición pactada): el cual sirvió para contener la movilización y llevarla tras la confianza en las elecciones presidenciales, de donde surgió el gobierno de cambio foxista, que lejos de un cambio favorable a los trabajadores, gobernó para los empresarios y el FMI.

Por eso, es un error confiar en que esta “democracia para ricos” vaya a cambiar a favor de los trabajadores; las medidas que puedan tomar hoy (como la limitación del poder de las televisoras) no alterarán sustancialmente su carácter antidemocrático.

Sólo la movilización en las calles y la confianza en nuestras propias fuerzas será el camino para lograr las aspiraciones democráticas de los millones de explotados y oprimidos del campo y la ciudad y de las clases medias, luchando a la vez contra la miseria y el ataque sobre las condiciones de vida de los trabajadores y campesinos pobres de México.









  • No hay comentarios para este artículo