La ofensiva privatizadora y la consulta impulsada por el PRD

30 Jun 2008   |   comentários

La actual legislación sobre la nacionalización del petróleo es una traba (a pesar de que bajo la misma avanzó la privatización encubierta) para el interés de los capitalistas nacionales y extranjeros de apropiarse de esta industria, y acrecentar su poder económico y político mediante el control de los estratégicos recursos energéticos.

Ése es el objetivo de la reforma petrolera impulsada por Calderón y el PAN. No es un secreto los negocios que harían los políticos del régimen con las transnacionales petroleras, sin importarles entregar la soberanía a los EE.UU. y otros países imperialistas, como se vio en la reciente visita de Calderón al Estado Español.
Para ello recurren a los «debates» en el Senado; una medida tramposa que no sólo excluye a la población trabajadora, sino que le permite a los senadores acordar y negociar ventajas y prebendas políticas a cambio de su aprobación. Esto muestra que ninguna institución del estado (capitalista), ni los mecanismos «democráticos» del régimen (como el «debate») actuarán, por más presión que las masas realicen, a favor de los intereses de la clase trabajadora. Basta ver el fallo de la SCJN sobre los amparos contra la Ley del ISSSTE.

En ese contexto, la consulta propuesta por AMLO, en voz de la senadora Rosario Ibarra de Piedra y que en el Distrito Federal impulsará Marcelo Ebrard, ha creado muchas expectativas entre un sector importante del pueblo trabajador y de las clases medias, que mediante la participación en la misma, buscarán que su voz sea escuchada. Más allá de que la consulta popular solamente será realizada en una porción pequeña del territorio nacional, amplios sectores de la población la consideran un mecanismo para expresar su descontento contra la entrega del petróleo. Y para hacer sentir su oposición a un gobierno que, en los últimos años, promovió la ofensiva reaccionaria contra el ISSSTE; que lanza un nuevo ataque contra el bolsillo de los trabajadores, y que mediante la reforma laboral quiere liquidar las conquistas obreras que aun subsisten.

Por todo eso que esta propuesta provocó la reacción virulenta del gobierno y la burguesía, así como del PAN y los medios de comunicación, que la señalan como una maniobra «populista» e «ilegal» que retrasa «la modernización de PEMEX», como planteó la propia Coparmex.

La cerrazón del gabinete panista y las medidas que adopte contra la consulta, pueden abrir escenarios de mayor división social y política que abonarán el desprestigio de Calderón. Incluso, las masas populares pueden tomarla como una vía para salir a las calles, como en el 2006 lo hicieron contra el fraude.

La lucha contra la privatización

Los socialistas de la LTS partimos de reconocer el derecho elemental y democrático de las masas a expresar su postura, como mejor consideren, y nos expresamos en contra de cualquier traba «institucional» para que esto se lleve adelante. Defendemos el derecho de las masas a expresar su descontento, por ejemplo, a través de las consultas populares como las que propicia el PRD.

Pero, y sin dejar de considerar progresiva la intención popular de hacerse oír mediante la consulta, no creemos que la misma, aunque se realizara en la mayoría del país, pudiera frenar la entrega de PEMEX. El Congreso de la Unión no escuchará la oposición popular y definirá a favor de las transnacionales, en ese sentido, la consulta es un mecanismo impotente para derrotar la privatización. En ese marco, el PRI, aprovechando la minoría parlamentaria del PAN, prepara una tramposa propuesta de reforma «alternativa» que «suavizaría» algunos puntos de la propuesta de Calderón - y que pese a su «negativa» a privatizar- la haría pasar junto con el PAN y sectores del PRD a los que les permitiría incorporar algunas propuestas suyas para «legitimarla».

Mientras las masas ven en la consulta una forma de expresar su justo descontento, el PRD y López Obrador fomentan la ilusión en que, por la vía «pacífica» y de reforma pacífica y gradual de las instituciones, puede frenarse el ataque a los derechos de los trabajadores. Pero sería parte de una política de democratización del régimen, que puede ser utilizada por quienes alientan una «reforma del estado» para mejorar la imagen de las desprestigiadas instituciones.

Los trabajadores no podemos depositar nuestras expectativas en que mediante el mejoramiento de la Carta Magna puede «democratizarse» este régimen, que ya mostró su carácter en 1994 contra los zapatistas o en el 2006 violentando el más elemental derecho democrático. Por todo eso, la lucha de los trabajadores debe confiar en sus propias métodos y adoptar una política centrada en la movilización para enfrentar y derrotar al régimen encabezado por Calderón y el Congreso de la Unión.

Por lo que apostar a amparos y consultas, deja de lado las verdaderas herramientas con que la clase trabajadora puede enfrentar la ofensiva neoliberal: la movilización y la huelga nacional, protagonizada por los trabajadores de la industria y los servicios, junto a los millones de campesinos, indígenas y sectores populares, la cual puede abrir el camino para derrotar la política privatizadora del gobierno.

Por una política independiente en defensa de PEMEX

Muchas organizaciones sindicales participarán de la consulta sin una propuesta alternativa y dejando en manos del PRD la organización y el impulso de la misma. La UNT, el SME y el Diálogo Nacional, continúan sin llamar a un verdadero plan de lucha contra los capitalistas y su régimen, que es el camino para defender efectivamente la soberanía nacional, enfrentando la dominación imperialista y el TLC.

Estas direcciones sindicales privilegiaron la política de interponer amparos ante la Corte, esperando que los ministros de ésta fallen contra el gobierno que los pone en sus bien remunerados puestos; en días recientes la justicia para ricos se ha burlado una vez más de las demandas obreras, avalando la reaccionaria Ley del ISSSTE.
Consideramos que es necesario retomar el camino de la movilización: los trabajadores tenemos que realizar asambleas en los lugares de trabajo y votarle a las direcciones sindicales llamadas opositoras que impulsen un Encuentro Nacional basado en delegados elegidos en asambleas y con mandato de base, donde se resuelva la preparación de la huelga nacional contra la entrega de PEMEX (ver editorial), y donde discutamos también como combatir a la burocracia sindical petrolera que es pilar de los planes privatizadores del gobierno.

Ante el hecho de que millones de trabajadores concurrirán a la consulta, desde la LTS hemos propuesto a distintas organizaciones obreras (como el Frente Único de Trabajadores) y de izquierda, que les exijamos a los sindicatos como el SME, la CNTE y otras organizaciones que se dicen democráticas y combativas, a que impulsen una política independiente y convoquen a los trabajadores y el pueblo a expresar su descontento votando por «no a la entrega de PEMEX; por una huelga nacional de la industria y los servicios; por el control obrero en PEMEX».

Esto, supeditado a una política centrada en la movilización y la lucha, permitiría utilizar la consulta como una tribuna para agitar una política alternativa e independiente, que llame a la movilización y a luchar para que los trabajadores petroleros -que son quienes mueven la industria estatal más importante de México- y tomen en sus manos las riendas de la misma.









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