La democracia degradada y el movimiento democrático

05 Jun 2011   |   comentários

Desde el surgimiento del llamado régimen de la “alternancia democrática”, bajo los gobiernos panistas (en acuerdo con el PRI), las instituciones mostraron su carácter antiobrero y hambreador, liquidando importantes conquistas de los trabajadores y del pueblo en general.

Asimismo se recortaron las libertades democráticas y bajo una política profundamente autoritaria aumentó la violación a los derechos humanos, con miles de muertos, presos políticos y desaparecidos en todo el país. Con el actual régimen no sólo se criminaliza la protesta social, sino que se persigue y encubre el asesinato de luchadores y defensores de los derechos humanos (cuestión que ha sido incluso condenada por los organismos internacionales de Derechos Humanos). Bajo el pretexto del combate a los cárteles de la droga, se militarizó gran parte del país, con un ejército que impone su ley mediante la impunidad y la represión, misma que se profundizará si el Congreso de la Unión vota la reforma a la Ley de Seguridad Nacional que están negociando –principalmente– el PRI y el PAN, y que daría enorme poder al gobierno para reprimir cualquier estallido (mediante una virtual ley de excepción) cualquier situación que amenace el “orden social”; una política represiva preventiva ante el gran descontento obrero popular existente.

Desde el año 2000, con el régimen de la alternancia y el panismo en el gobierno, se mostró que la democracia burguesa –bajo los dictados de los planes imperialistas y de las transnacionales– se degrada cada vez más, y que son las medidas autoritarias (ya sean votadas en el Congreso o impuestas por el Ejecutivo), las que priman en la vida nacional, dejando atrás toda ilusión y utopía en torno al advenimiento de una “verdadera democracia”.

A su vez, en esta situación se hace evidente la pérdida de control por parte del gobierno de Calderón, como se muestra en zonas del norte del país y en Michoacán, frente a la dominación territorial que ejercen las bandas paramilitares de los cárteles (minándose así en determinadas zonas el monopolio de la violencia). El estado aparece a la defensiva frente a los ataques del narco a las cárceles y comisarías o las renuncias de jefes policíacos ante las amenazas de ser asesinados y el autoexilio a los EE.UU. de funcionarios gubernamentales (todo lo cual se refleja además en la declinación económica de varias entidades).

La inestabilidad regional y las pocas garantías para las próximas elecciones son los factores principales que explican que el PRD y el PAN le propusieran al PRI aliarse para elegir candidato común a gobernador en Michoacán, lo cual hacía en los hechos –el colmo de la degradación del régimen– innecesarias la competencia electoral en ese estado.
La militarización, las medidas antiobreras y antipopulares (como la proyectada reforma laboral), y la caída del nivel de vida de la población, acrecientan el descontento con el gobierno que, muy probablemente llevará al PAN a descender drásticamente en las elecciones del Estado de México, y le deja muy pocas posibilidades para mantener la presidencia en el 2012. Eso le da nuevo impulso a las disputas entre los partidos y la pugna por el poder político, así como las peleas entre los “presidenciables” del propio PAN. Es un gobierno que, al mismo tiempo que se basa en una política fuertemente autoritaria y antiobrera, cuenta con pocas simpatías entre las mayorías populares de México y, donde incluso, sectores de la propia burguesía están inclinándose a apoyar en el 2012, al candidato del PRI, que puede garantizar mejor sus intereses.
Estamos entonces en un momento donde el régimen está cruzado por múltiples tensiones e inestabilidad, provocada por la propia política del gobierno contra las masas y las contradicciones que genera y donde crece la polarización social, cuya mayor expresión son las grandes movilizaciones contra la violencia del último mes.

Surge un importante movimiento democrático

Después de años de ofensiva sobre las libertades democráticas, la convocatoria de Javier Sicilia a conformar un movimiento democrático nacional generó justas aspiraciones en amplios sectores afectados por la antidemocracia y la militarización de Calderón.

Este movimiento podría ser un factor que unifique las demandas de los diversos sectores inconformes con la situación social, laboral y económica. Pero para eso es fundamental que tienda a sumar fuerzas con los trabajadores y sus organizaciones, los que sufren los embates de la crisis, lo cual le puede dar una fuerza considerable para impulsar la lucha común contra los planes de miseria, la represión y la militarización. Por eso, la clase obrera es el mejor aliado del movimiento democrático; con ella es que se debe pactar un frente combativo.

Por el contrario, un pacto con el gobierno y las instituciones desviaría este movimiento de sus objetivos, y sería mediatizado por este régimen que no está dispuesto a dar salida a las demandas de los cientos de miles que se movilizaron el 8 de mayo en todo el país. Por eso, el movimiento –que ahora se encaminará a Ciudad Juárez para realizar un importante evento el 10 de junio– debe cuidar la fuerza lograda, evitar caer en las trampas de los representantes de la burguesía, y desarrollar la lucha en una perspectiva de lucha y movilización contra el gobierno y las instituciones.
Otro riesgo que enfrenta la lucha democrática es que el movimiento se subordine a alguno de los partidos del Congreso, confiando en “promesas” a cambio del voto. Pero no hay salida al ataque sobre las libertades democráticas –expresión tajante de la degradación de la democracia capitalista y sus instituciones– a través de los partidos que las integran, que no representan los anhelos de las mayorías inconformes. Es necesaria una perspectiva de lucha independiente, vinculada a la clase obrera, la que, junto a los millones de explotados y oprimidos del campo y la ciudad, puede ofrecer una salida al conjunto de las demandas puestas hoy en juego, a través de una lucha radical y frontal contra el gobierno y las instituciones de la “alternancia democrática”.









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