Europa, nuevo epicentro de la crisis mundial

07 May 2010   |   comentários

Jueves 6 de mayo de 2010

Alemania logra por ahora sus objetivos, imponiendo a Grecia un ataque deflacionario inédito desde la posguerra. Sin embargo, a pesar de la magnitud de la ofensiva y el “rescate”, no cierran las eventuales dudas sobre un default de su deuda soberana y siguen abiertas -y se han potenciado- todas las amenazas sobre la viabilidad del euro. El “nuevo viejo continente” se prepara para grandes convulsiones económicas, políticas y decisivos choques entre las clases. Puede leerse la versión completa de este artículo en www.ft-ci.org.

Un ataque deflacionario inédito desde la posguerra

Las medidas exigidas a Grecia a cambio del “rescate” constituyen el más grande ataque deflacionario y contra las conquistas de los trabajadores griegos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El plan de ajuste y austeridad impuesto por el PASOK, el FMI y la UE es similar a los que aplicó la burguesía en la década de 1930 a mediados y finales de la Gran Depresión. El plan va a implicar una baja significativa del nivel de vida, afectando principalmente a los empleados públicos y jubilados, pero también a los empleados del sector privado. Medio siglo después de su creación, el PASOK ha abolido los salarios extraordinarios de Navidad y Pascua, así como las vacaciones pagas para empleados públicos y jubilados; sustituyéndolos por un pago inferior para los sueldos menores de 3000 euros, una mera caridad que no podemos descartar que también sea eliminada en futuros recortes. A su vez, las medidas implicarán una profundización de la caída recesiva, que ya el gobierno “mentiroso” calcula de -4% este año. Una caída semejante, en el período posterior a la guerra civil que azotó al país entre 1944 y 1950 y que dejó la economía devastada, sólo se produjo en una ocasión, en 1974. En ese momento fue bajo el efecto conjunto de la crisis mundial de 1973-75, el caos que siguió al golpe de Estado fallido en Chipre y la invasión del norte de la isla por parte del ejército turco, lo que provocó la caída del régimen de los coroneles y la amenaza de una guerra contra Turquía. Todo esto provocó la caída de un 6,4% del PBI.

El temor a que la situación se desmadre preocupa al conciliador secretario general del sindicato del sector público ADEDY, Spyros Papaspyros, quien en declaraciones al Financial Times dijo que las medidas de austeridad “han rebasado el umbral de tolerancia de la sociedad y nadie puede prever lo que sucederá después”. Pero mostrando a su vez su carácter conciliador y el rol que han venido jugando las cúpulas sindicales en contener y desviar la movilización de masas, aspecto central en que se apoya el PASOK para pasar el ajuste, agregó que: “los sindicatos harán todo lo posible para presionar por sus demandas de una distribución más justa de los costos de las medidas de austeridad, pero no tienen ninguna intención de ayudar a los especuladores que apuestan contra el default griego”(Financial Times, 4/5/2010). En otras palabras, una justificación total para aceptar la necesidad de medidas de austeridad y hacer todo lo posible para ayudar a resolver el déficit fiscal.

La crisis de la deuda griega no está cerrada

A pesar de que el plan de “rescate” salva a Grecia de un inminente colapso, la crisis de su deuda soberana no está cerrada para nada, e incluso un default sigue siendo la variante más probable en los próximos meses o años. Wolfgang Münchau, columnista de Financial Times especializado en asuntos europeos, dice sin reservas: “Pero pese a su disposición a aceptar una severidad extrema, Grecia no se salvará sin algún tipo de condonación de la deuda.

Puedo entender por qué el Fondo Monetario Internacional y la UE no quisieron tocar este complicado problema en este punto. Eso habría prolongado las negociaciones. En medio de una aguda crisis del mercado de bonos, las expectativas deben manejarse con mucho cuidado.

Sin embargo, terminará siendo necesaria una reestructuración de la deuda, ya que la proporción deuda/producto interior bruto de Grecia va a subir desde su actual 125% a cerca de entre el 140% y el 150% durante el periodo de ajuste. Sin una reestructuración, Grecia acabará austera, dócil, y lisiada” (2/5/2019). En otras palabras, aunque la magnitud del “rescate” es la más alta hasta ahora recibida por un país y a una tasa inferior a la requerida por los mercados, esta ultima es aún demasiado usurera y el monto insuficiente para cubrir el crecimiento de la deuda que se prevé, como alertó el mismo ministro de Economía el 4/5 poniendo nervioso a los inversores.

El punto central, sin embargo, es que el brutal ajuste provocará una brutal recesión, mucho mayor que la que prevé el gobierno hasta 2012, incrementando el déficit fiscal, generando bancarrotas y pérdidas significativas, pues provocaría una menor recaudación de impuestos y un elevado nivel de impagos de la población, en el marco de un déficit estructural de ahorro privado y la cultura de economía en negro existente en el país. Parte aguda de este escenario de catástrofe que enfrenta Grecia es la situación de suma fragilidad en que se encuentran los bancos, que vienen soportando una fuga de capitales y una corrida bancaria que se ha acelerado. Paradójicamente la posibilidad de colapso de su sistema bancario se produce en un momento en el que no hay ya recursos para su nacionalización ni para garantizar sus depósitos.

El aporte de 110.000 millones fijado en el Plan UE-FMI es una gota en el océano de dificultades que pueden emerger. Su evolución será clave en todo el proceso de ajuste. Es que, como venimos diciendo, Grecia se aproxima cada vez más a la película que Argentina pasó en la crisis de 1999-2001 y que terminó con el desordenado default y devaluación de fines de 2001 y comienzo de 2002. En este caso, la crisis tardó 3 años en alcanzar su punto culminante.

Esto sin hablar de los duros problemas de implementación de semejante ajuste. Aunque el gobierno tiene mayoría para aprobar el paquete de la UE y el FMI en el Parlamento, hay cada vez mayor reticencia dentro del PASOK; y el líder del partido derechista de oposición Nueva Democracia anunció el martes a la noche que su partido se opondría al mismo, rompiendo toda perspectiva de un consenso duradero para las contrarreformas. A su vez, y fundamental, la respuesta en la calle parece estar pegando un salto como muestran las acciones y el paro general masivo del 5/5. Tomando en cuenta que el FMI habla de un proceso de ajuste que podría durar diez años, las perspectivas para la clase dominante griega y europea no son para nada alentadoras. El primer ministro Giorgos Papandreu podría seguir el camino de De la Rúa más rápido de lo pensado si continúa in crescendo la crisis y la movilización de las masas. En este contexto, lo que está claro es que los anuncios del 2/5 no marcarán el final de la crisis de la deuda griega, ni constituyen un punto de inflexión de la misma, ni siquiera parece haberle dado algunos meses o días de respiro. Por el contrario, nuevos y más fuertes coletazos, que harán inevitable la reapertura de las negociaciones y ataques tal vez más draconianos que los ya diseñados, como el despido de empleados públicos, serán inevitables si el plan no es derrotado por la acción obrera y popular. Es que como todo programa del FMI, el plan griego sólo trata los problemas de liquidez más que con los problemas de solvencia, condenando a Grecia a una transferencia descomunal de ingresos a los acreedores, al igual que en la década perdida sufrida por América Latina en los años ‘80. Los trabajadores y el pueblo griego deben oponerse a esta perspectiva ominosa a la que los condena su gobierno, con el aval del FMI y la UE.

La perspectiva de una desintegración monetaria de la Unión Europea

El plan de “rescate” para Grecia no ha frenado el contagio de la crisis a otros países del sur de Europa, como mostraron el aumento del riesgo país de sus deudas y las caídas sucesivas de las bolsas de los últimos días. El euro no ha dejado de caer con respecto al dólar, abriéndose interrogantes sobre la capacidad del euro como moneda de reserva. Las dificultades de los llamados PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia, España) tienen con Grecia una base estructural común: sus necesidades de financiamiento para cubrir vencimientos de deudas y déficit presupuestario, además de estar atravesados por un alto desempleo.

Evitar el default en países como estos, léase el Estado español o Italia, sería enormemente difícil. La agudeza de la crisis saca a la luz las contradicciones de la construcción europea: la incapacidad de conquistar un supraestado capaz de actuar colectivamente frente a las grandes crisis y de llevar adelante una política y operaciones en el exterior (inclusive en el plano militar) común. La gravedad de la crisis actual hace que la convergencia de intereses que venían logrando los distintos gobiernos y burguesías europeas, esté entrando en contradicción cada vez más abiertamente con los intereses particulares de cada burguesía nacional, que frente a grandes crisis prioriza el salvataje de sus propios deudores. La crisis europea podría estar entrando en escenarios desconocidos e inesperados, donde el enfrentamiento entre las clases en un escenario económico y político convulsivo será cada vez más frecuente. A su vez, puede llevar a una generalización de la crisis de nuevo a nivel internacional, socavando la débil recuperación en curso, aguijoneada por el salto en la crisis europea y el freno que el gobierno chino intenta imponer a los préstamos bancarios y a la especulación inmobiliaria y bursátil, cuestiones ambas que han hecho caer a las bolsas de todo el mundo.

Es que mientras la caída vertiginosa del euro con respecto al dólar permite a los EEUU sacar provecho de los descalabros de la eurozona en el marco de que el financiamiento del abultado déficit fiscal norteamericano es cada vez más difícil, contradictoriamente, por otro lado, si esta política de un euro débil se profundiza dando origen a una política proteccionista pan-europea de exportar su crisis mediante un euro barato (o una “desinflación competitiva”) como salida en última instancia a la crisis europea, agravaría la ya tensa situación de sobreproducción a nivel mundial. En el marco en que EEUU apuesta a recuperar su economía mediante un alza de sus exportaciones vía la depreciación de su moneda en relación al yuan chino, una devaluación brusca del euro lo dejaría con los pies cambiados. Las preocupaciones de Geithner, secretario del Tesoro norteamericano, en relación al rescate a Grecia la semana pasada demuestran que nadie -a pesar de las ventajas ocasionales que pudiera sacar- podría salir a flote del agravamiento de la crisis capitalista en Europa, sobre todo cuando su elemento disparador son los abultados déficits fiscales en los cuales EE.UU. está claramente en una posición delicada. En última instancia la crisis griega podría ser el prolegómeno de una nueva crisis en los EE.UU., cuyo endeudamiento público y deuda nacional es, en términos relativos y absolutos, el más alto del mundo.









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