Contra la crisis capitalista

Es necesario un Plan Obrero de Emergencia

08 Oct 2008   |   comentários

Lejos de avanzar hacia el desarrollo económico y el bienestar de los trabajadores, el país atraviesa una crisis de estancamiento que probablemente nos lleve a la recesión y un salto en la miseria de los trabajadores.

Ante el fracaso de los planes del gobierno, son ellos los que cargan con la crisis sobre sus espaldas, al mismo tiempo que se profundiza el ataque a sus conquistas con la flexibilización de los salarios y los contratos colectivos; situación que se agrava con el aumentos de los servicios y de la gasolina que, como afirman algunos analistas, equivale a una devaluación. Encima de eso, el Presupuesto de Egresos propuestos para 2009 propone recortar el presupuesto social, el educativo y del campo (destinando gran parte al aparato represivo) lo que muestra el carácter anti-obrero del gobierno. En la calle se aprecia crudamente cómo, el aumento en el transporte, en alimentos de primera necesidad; servicios como el gas, la electricidad, reflejados en una inflación del 5.61%, pulverizan los raquíticos aumentos salariales este año. El Banco de México reconoció, que en agosto la canasta básica se incrementó 5.57% (anualizado), el aumento más alto desde marzo del 2003. Pero, pese a este ataque a los salarios, los direcciones sindicales que se reclaman democráticas o combativas, como las agrupadas en la UNT o el Frente Sindical Mexicano, no solo no levantan un programa que responda radicalmente a la pauperización de los trabajadores y al constante aumento de precios, de modo que la crisis la paguen los patrones y el sistema económico capitalista y no la clase trabajadora, sino que demandan porcentajes de aumentos «realistas» que luego aceptarán reducir aún más.

Contra la carestía y el desempleo

Es necesario luchar por un aumento salarial de emergencia que apunte a una canasta básica acorde a la depreciación salarial, exigiendo al mismo tiempo una ¡escala móvil salarial! donde, a cada aumento de precios se establezca igual aumento de salarios, y que lo establezcan los contrato colectivos.

Aunado a esto, el desempleo en este año llegó al 4.15% (el más alto los últimos 42 meses), lo que significa 1 millón 900 mil personas buscando trabajo. Y tiende a incrementarse debido a más despidos anunciados, como en la manufactura y las grandes armadoras norteamericanas de autos. En Chrysler Saltillo echarán a los 300 trabajadores del segundo turno, mientras en General Motors la patronal propuso no cerrar la planta a cambio de imponer «paros técnicos», contando con que el comité ejecutivo lo aceptaría sin luchar. Y, de los trabajadores ocupados, cerca de 14 millones no tienen contrato, prestaciones y seguridad social, como expresión de una tendencia que la patronal quiere generalizar. Mientras, 14 millones trabajan en la economía informal (todos datos del INEGI).

Los dirigentes de los sindicatos que se reivindican combativos y los movimientos en lucha deberían levantan un programa que apunte a garantizar ¡Empleo para todos! con un reparto de todas las horas de trabajo entre los trabajadores empleados y desempleados y con salarios dignos.

Debemos exigir al gobierno un plan de obras públicas –administrado por los sindicatos- para ocupar a los trabajadores desempleados. Para el gobierno y los patrones entre más desempleados haya, más pueden abaratar la mano de obra.

En defensa del Contrato Colectivo

Los planes patronales mutilan los contratos de trabajo que establecen los derechos adquiridos por la clase trabajadora en años de lucha, como la forma reaccionaria de reducir los costos de producción y elevar las ganancias de los patrones, en muchos casos, entrometiéndose en los sindicatos (como el minero). Un golpe fuerte a los contratos (además del IMSS, los textileros, azucareros y llanteros, etc.) es en el sector textil donde, el acuerdo entre la traidora dirección sindical y la Secretaría del Trabajo, permitió «reformar» el contrato arrebatándole sus derechos a los nuevos trabajadores contratados a partir de julio de este año, de 21 días de vacaciones el primer año, tendrán solo 6; de 23 días de aguinaldo, tendrán 15, perdiendo también el derecho a fondo de ahorro, y días de descanso con goce de sueldo (como el 7/Ene, 1/May, 15/Sep, 2/Nov y 12/Dic). Por lo que, una de las demandas que deben incluir las movilizaciones actuales, es ¡respeto a los contratos colectivos de trabajo! Y ¡abajo los trabajos precarizados!

La crisis que sufren los trabajadores del campo y la ciudad requiere un programa de emergencia que llame a movilizar en un estricto sentido anticapitalista a los trabajadores empleados y desempleados. Las movilizaciones de sindicatos (como el magisterio) posibilitan convocar a luchar por un programa que verdaderamente enfrente la crisis que provocaron los capitalistas.

LA VIGENCIA DEL PROGRAMA DE TRANSICIÓN

La desocupación estructural, la tendencia creciente a los bajos salarios, el recorte a las conquistas laborales y sindicales, y la miseria que avanza sobre los trabajadores, son males del capitalismo.

En la etapa de decadencia capitalista, la burguesía quita los derechos que en algún momento tuvo que ceder por la movilización obrera. No hay lugar para reformas capitalistas progresivas. Hoy, las demandas elementales (como el derecho al trabajo, aumento salarial y seguridad social) son motivo de fuertes luchas de los trabajadores. Lejos de avanzar hacia una recuperación del sistema capitalista, éste sólo ofrece mayor explotación y miseria. Por eso, las luchas y el programa de la clase trabajadora deben estar a la altura de la ofensiva burguesa, de la época de reacción burguesa en toda la línea.

Los programas «realistas» del viejo charrismo sindical, o los programas «mínimos» que levantan las direcciones reformistas, como las que dirigen el Diálogo Nacional, no atacan las bases del sistema de explotación. Como decía Trotsky: «…cualquier reivindicación seria del proletariado y hasta cualquier reivindicación progresiva de la pequeña burguesía, conducen inevitablemente más allá de los límites de la propiedad capitalista y del Estado burgués» (Programa de Transición).

Las direcciones levantan «programas mínimos», bajo la lógica de que la situación de las empresas (o el presupuesto de Hacienda) no da para más, soslayando la fuerza que tienen estas demandas tan sentidas por los trabajadores, y poniendo a la clase obrera a la defensiva. Solo la movilización unitaria de quienes luchan, en una perspectiva revolucionaria, puede frenar esta ofensiva.

En 1938, Trotsky y sus seguidores fundaron la IV Internacional, cuyo programa, conocido como el Programa de Transición, enfocaba así el problema: «La IV Internacional no rechaza las consignas del viejo programa «mínimo» en la medida en que ellas han conservado alguna fuerza vital. Defiende incansablemente los derechos democráticos de los obreros y sus conquistas sociales, pero realiza este trabajo en el cuadro de una perspectiva correcta, real, vale decir, revolucionaria. En la medida en que las reivindicaciones parciales –»mínimum»- de las masas entren en conflicto con las tendencias destructivas y degradantes del capitalismo decadente -y eso ocurre a cada paso, la IV Internacional auspicia un sistema de reivindicaciones transitorias, cuyo sentido es el de dirigirse cada vez más abierta y resueltamente contra las bases del régimen burgués. El viejo «programa mínimo» es constantemente superado por el programa de transición cuyo objetivo consiste en una movilización sistemática de las masas para la revolución proletaria» (Programa de Transición).

Lamentablemente, la mayoría de las direcciones se plantean pactos y treguas con el capital, cuando de lo que se trata es de movilizarse contra la patronal, su gobierno y las burocracias sindicales traidoras, es decir más allá de los marcos de su «derecho» y sus instituciones.. Por eso, ante las necesidades apremiantes de las masas y sus deseos de luchar, que van más allá de la política conservadora de sus direcciones, es necesario ir hasta el final en la defensa de las demandas elementales de la clase trabajadora. Que sólo podrán conseguirse íntegramente impulsando una gran lucha obrera que ataque las ganancias de los patrones, en perspectiva anticapitalista.









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