Debate

El regreso del EZLN y las demandas indígenas y campesinas

21 Jan 2013 | El pasado 22 de diciembre, 40 mil bases indígenas de apoyo zapatistas salieron de manera silenciosa a las calles del sureste mexicano.   |   comentários

El proyecto de autonomía en Chiapas, para que sea parte de la realidad de todas las comunidades indígenas y campesinas del país, debe ser parte de un programa basado en la alianza revolucionaria de obreros, indígena y campesinos que impulse a escala nacional la lucha por la expropiación de los latifundios, las transnacionales agropecuarias, los agrobusiness y por un reparto agrario radical, llamando a la clase trabajadora a movilizarse por estas demandas codo a codo.

Junto a ello y en contraposición a la política del Estado mexicano que ha dejado al campo en la bancarrota y a sus comunidades en la indefensión, nosotros opinamos que la alianza obrera, indígena y campesina, pasa también por expropiar a la banca extranjera y nacional bajo control de sus trabajadores, para que éstos, principales aliados de los pueblos originarios, organicen una plan de créditos baratos para llevar la tecnología y los insumos necesarios que requiere el campo para desarrollarse en armonía con el ecosistema y para sustentar las necesidades de sus comunidades y de los desposeídos de este país.

Más allá del demagógico anuncio del gobierno de Peña Nieto de la creación de una Comisión Para el Diálogo y la Negociación en Chiapas que, más que “saldar la deuda social con los pueblos indígenas”, busca restarle legitimidad a los reclamos de los campesinos e indígenas del EZLN, el autoritario PRI agudizará los aspectos más reaccionarios del régimen contra los zapatistas, como lo hicieron los últimos gobiernos priístas y panistas que han cercado de bases militares la selva lacandona, y que se han negado a respetar los Acuerdos de San Andrés.
Para ello, el PRI consolida su avance entre sus bases campesinas priístas facilitando el despojo de los recursos naturales en las zonas zapatistas, financiando a los grupos paramilitares y atizando el conflicto social entre comunidades.

La miseria de los indígenas en todo el país tiende a profundizarse con la crisis capitalista, con la voracidad de los latifundistas y las políticas de apertura en el agro a las transnacionales; situación agravada por el rol asesino de grupos paramilitares en las comunidades alentados por los gobiernos en Chiapas. “Saldar la deuda social” con los pueblos indígenas, además del respeto a sus demandas de autonomía y cultura indígena, significa el derecho al libre uso de los recursos naturales en sus comunidades, y un reparto radical de la tierra que regrese los terrenos de los finqueros a sus dueños ancestrales naturales.

Sobre la base de la expropiación de esos latifundios, los campesinos e indígenas del sureste podrían explotar comunalmente la tierra con técnicas desarrolladas de producción a gran escala (apoyadas por préstamos baratos para la siembra y la eliminación de los intermediarios que roban a los campesinos del país), así como la introducción de todos los servicios necesarios que existen en las zonas urbanas como electrificación, hospitales con alta tecnología, escuelas, universidades, mercados, etc., entre otras necesidades que saquen de la miseria a las comunidades y del aislamiento en el que viven, pese a las rudimentarias formas de economía que han desarrollado para sobrevivir. Pero el capitalismo no accederá graciosamente a estas demandas. Por eso, la lucha de las bases del EZLN tiene frente a sí grandes retos, pues sus demandas estructurales no encajan con los planes de gobierno, ni en el sistema capitalista. Lo que implica superar las contradicciones propias de su estrategia autonomista.

Las contradicciones de la dirección zapatista

El EZLN ha pasado por diversas etapas políticas, desde el llamado al voto –indirecto– a Cárdenas a la presidencia en 1994, hasta su rompimiento y delimitación de todos los partidos del Congreso en la “Sexta Declaración”, y su aislamiento en las comunidades indígenas, donde se dedicó a formas de producción autonomista en comunidades muy pobres y atrasadas que, si les ha funcionado, ha sido sólo actuando en un territorio aislado de la sociedad, considerando progresivo (y poniendo como ejemplo a imitar en pleno capitalismo) las formas elementales de subsistencia que no resuelven realmente las necesidades político-económicas que se plantean para la transformación radical de esas comunidades y su inserción en la sociedad con todos sus derechos. Y desvinculándose política y socialmente de los millones de hermanos de clase de las grandes urbes. Por eso el zapatismo no fue una alternativa política para los millones que, más allá de la Selva Lacandona, padecen la barbarie capitalista y repudian al PRI.

Sin embargo, aunque es correcta denuncia del EZLN hecha recientemente, es insuficiente. Después de su reaparición no plantea un cambio en su estrategia política; la necesaria alianza con el movimiento obrero (quien puede acaudillar con sus métodos la resolución íntegra y efectiva de las demandas campesinas e indígenas, la toma del poder, o la lucha por la transformación revolucionaria de la sociedad, siguen sin estar planteadas.

Desde su regreso a la Selva Lacandona hace seis años (después del llamado a la Otra Campaña) la comandancia del EZ se limitó a denunciar el hostigamiento a sus comunidades y la represión en contra de sus militantes y simpatizantes, sin presentar su posición frente a los distintos fenómenos políticos que sucedían en el país. En este periodo de tiempo, el gobierno de Calderón profundizó los ataques hacia los trabajadores y los sectores más precarizados.

Y no existió una muestra de solidaridad con los 40 mil trabajadores del SME cuando, de la noche a la mañana, se quedaron sin empleo; ni con los trabajadores de Cananea cuando su huelga fue levantada violentamente por la Policía Federal.

Solo en una ocasión, Marcos saludo al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad encabezado por Javier Sicilia que hoy le hace un guiño al gobierno reaccionario de Peña Nieto por aprobar una impotente Ley de Víctimas. ¿Qué dice la comandancia del EZLN de esta ley, piensa que le hace justicia a las personas asesinadas en la matanza de Acteal?
La realidad de los pueblos originarios, los jóvenes precarizados, trabajadores y campesinos no cambiará si estos sectores no se plantean la lucha por la toma del poder mediante una revolución socialista, acaudillada por la clase obrera, que conquiste un gobierno obrero y de los campesinos e indígenas pobres.









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