Demostradoras, promotoras, degustadoras. Una súper explotación naturalizada.

27 Sep 2014   |   comentários

Demostradoras, promotoras, degustadoras. La última fase laboral que garantiza las millonarias ganancias de las multinacionales. Una súper explotación naturalizada.

Tribuna Socialista cedió este espacio para la denuncia de una trabajadora de este sector ultra-precarizado.

Ir al super y ver a las demostradoras, promotoras, degustadoras, impulsoras, es tan cotidiano que es difícil que alguien se detenga a pensar que hay detrás de ese sector precarizado de trabajadoras. Como sucede a nuestra clase todos los días sufrimos la explotación, sólo que en el caso de este sector existen tres patrones:

Estamos contratadas por una agencia -primer patrón- para impulsar la venta de un producto nuevo o promocionarlo, para ellos tu trabajo es sonreír e invitar a los clientes a que compren una marca específica, estas agencias cuentan con supervisores que como constancia de asistencia fotografían a las trabajadoras cada día.

Para ser contratada hay que cumplir con el perfil que pide la marca que se promociona -segundo patrón- que va desde la talla, el peso, número de calzado, edad, estatura, tez, experiencia, tipo de piel, tipo de cabello, según sea el caso. Ellos establecen el horario, envían auditores para supervisar, sin embargo no ofrecen ninguna prestación a los trabajadores que promocionan su producto.

Los contratos son en ocasiones por un mes, algunas agencias proporcionan seguro sólo los días que laboras y los sueldos son de acuerdo al perfil o a la marca, incluso hay agencias que contratan personas mayores para pagar menos.

El tercer patrón es el peor, las cadenas de autoservicio; cada una tiene sus propias normas, como el código de vestimenta. El suplicio comienza desde la entrada a la tienda y pasar por la revisión que hace un policía, que marca cada una de tus pertenencias. Si olvidas marcar algo y después lo notan, es motivo de sanción como comprar una caja del producto y dejarlo en la tienda, o ser boletinada por robo. Cuando se entra a piso está prohibido hablar con las compañeras, tomar agua, recargarte o probar la degustación de la tienda; esto lo garantizan policías vestidos de civiles y seguridad privada, quienes revisan a los y las trabajadoras a su salida, la mayoría de veces haciendo mofa de que pueden tocar nuestros cuerpos.

Cada departamento tiene un jefe de piso facultado para pedirte hacer funciones para las que no estas contratada, como: introducir a la tienda las tarimas que dejan los trailers, meter el producto en las bodegas o cámaras frías, rellenar los anaqueles o los refrigeradores, acomodar las mercancías que los clientes dejaron, barrer, lavar los vidrios, lavar la bodega, lavar la cámara, tirar la merma; si faltan un par de días para que se caduque un producto hay que tirarlo así sean veinte o más litros de leche.

Sin siquiera proporcionarte el equipo adecuado para poder hacer ese trabajo, como calzado, faja, chamarra para entrar a las cámaras, guantes, realizar estas actividades se consideran como “apoyo”, por esto no recibes ningún sueldo y solo es para que te dejen permanecer en la tienda, si te atreves a negarte te sacan o te boletinan.

Actualmente muchas familias con jefas de familia dependemos de estos empleos sin prestaciones, sin aguinaldo, utilidades, vacaciones, guardería, ayuda para el transporte, no tenemos seguro social, ni estabilidad laboral ya que de un día para otro te informan que la promoción se acabó y con ella el empleo. Lo que se convierte en un ir y venir de agencia, de tienda, de promoción.

Somos obligadas a aceptar la subcontratación, la precarización y el acoso para poder mantener a nuestras familias. Mientras las grandes empresas y las cadenas comerciales se benefician de nuestro trabajo, los trabajadores vivimos en la incertidumbre de lo que sucederá el día de mañana.









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