A un año de Ayotzinapa: panorama y perspectivas

19 Nov 2015   |   comentários

Editorial

A un año de Ayotzinapa: panorama y perspectivas

Este 26 de septiembre se cumple un año de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. El movimiento por su presentación con vida, encabezado por los padres de familia, realizará una gran jornada nacional de protesta. ¿Qué conclusiones podemos sacar y qué perspectivas se abren a un año de iniciada esta lucha?

Crisis de legitimidad del régimen

La masacre de Iguala y la desaparición forzada de los 43 evidenciaron la descomposición del régimen político, que prometió democracia y sólo trajo más violencia, represión y miseria. El retroceso de las masivas movilizaciones del año pasado por los 43, no significó que Peña Nieto y los partidos patronales lograran legitimidad.

El gobierno respondió con más autoritarismo y represión para imponer sus planes, como mostró la militarización de Oaxaca, las órdenes de aprehensión contra maestros de la CNTE (uno de ellos detenido), la “contención” de las manifestaciones en el D.F. y los recientes ataques contra las normalistas de Panotla, Tlaxcala y los de Ayotzinapa, entre otras agresiones contra los movimientos sociales.

La “verdad histórica” de la PGR sobre la desaparición de los 43 sufrió un duro golpe con el informe del Grupo Interdisciplinario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que puso en entredicho la versión oficial de los hechos. A esto se suma la desconfianza de los padres de familia hacia el gobierno y su decisión de continuar luchando por sus hijos.

Esto dificulta los intentos de Peña Nieto por ganar credibilidad, en un año signado por el retroceso de la economía, nuevos escándalos de corrupción, la “huida” del Chapo Guzmán, el asesinato de periodistas, luchas obreras y populares, como la del magisterio y otros sectores.

Una discusión estratégica

El movimiento por Ayotzinapa planteó un debate sobre cómo enfrentar al gobierno y al régimen político. Los cientos de miles que se movilizaron al grito de ¡Fuera Peña! y ¡Fue el Estado!, mostraron su disposición a luchar. Pero es necesaria una estrategia para que esta lucha triunfe.

Antes de las elecciones del 7 de junio, fueron insistentes los llamados de intelectuales pro-Morena –como John Ackerman– a que el movimiento por Ayotzinapa se aliara a este partido. Esto continuó con la convocatoria de López Obrador a concertar un pacto electoral con la CNTE en Oaxaca. Sin embargo, más allá de declaraciones, poco y nada hizo la dirección del Morena para unificar en las calles a las bases de este partido con el movimiento por los 43 o el magisterio, para enfrentar consecuentemente los planes y agresiones del gobierno.

La consigna de “¡Fue el Estado!”, obligaba a levantar un programa de reivindicaciones para movilizar contra ese Estado capitalista y al servicio de las transnacionales (cómplice del narco, autoritario y represor), que hoy se expresa en el régimen de la alternacia, sus instituciones y partidos. El grito de “¡Fue el Estado!”, que evidenció la falta de legitimidad de las instituciones, mostró crudamente las contradicciones irreconciliables entre las clases sociales.









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